El Pavón Teatro Kamikaze, dirigido por Miguel del Arco, Israel Elejalde, Aitor Tejada y Jordi Buxó presenta actualmente, entre otras propuestas interesantes, Idiota, de Jordi Casanovas, dirigido por Israel Elejalde.

La estética, sobria, simétrica y aséptica anticipa la atmósfera que los intérpretes, Gonzalo de Castro y Elisabet Gelabert, van a generar. En la sala hay un proyector que se enciende al inicio de la obra para presentarnos los créditos con unas ilustraciones de Lisa Cuomo en movimiento y la mítica frase de Einstein sobre la estupidez humana. Dicho proyector se apaga con la entrada de los actores y el inicio de la escena. He de reconocer que el recurso del proyector es bastante acertado ya que lo utilizan regularmente durante el transcurso de la obra de manera coherente con la historia. Las ilustraciones sin embargo, no vuelven a aparecer ni tienen mayor relevancia con el desarrollo de la obra.  

Personalmente, no me gusta documentarme demasiado antes de ver un espectáculo, me atrae la idea de llegar virgen a la sala, ver y analizar por mi cuenta (aunque esto es subjetivo, ya que mi atención siempre estará ligada a lo que el director o directora haya decidido focalizar), y a la salida leer la información y comprobar si concuerda o no con lo que me han transmitido. En este caso, la obra me remite directamente al experimento de Milgram, a lo macabro de Funny Games de Haneke, y la violencia y estética de la serie Utopía de Dennis Kelly (bolsa amarilla incluída, ejem, ejem.).

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La iluminación y el ambiente sonoro son espectaculares, concretamente nos transportan al mundo de los concursos televisivos tipo “The Weakest Link”, “Who Wants to Be A Millionaire?”, etc.  La trama toca un poco la parte social con el tema de la crisis, los créditos, los desahucios y el conflicto de culpabilizar a los deudores en lugar de a las entidades que concedieron préstamos sabiendo que sus clientes no podrían asumir los costes establecidos.

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Y dejando a un lado algunos clichés en los que recaen los personajes, la interpretación de Gonzalo de Castro me ha parecido admirable, aportando matices muy interesantes y transitando los cambios de registro e intensidad con mucha fluidez. Elisabet Gelabert tiene una presencia magnífica, pero la contención de su personaje en contraste con el de de Castro puede generar la impresión de una descompensación en la intensidad, lo que provoca que quede en un segundo plano. Además, hay una sexualización del personaje de la psicóloga que considero innecesario y aflora mi parte feminista más reivindicativa, pero tranquilos, no me voy a explayar en ello ahora.

En general, Idiota es una obra muy complaciente con el público, es entretenida, tiene un formato muy cinematográfico y juega con ofrecer a los espectadores la oportunidad de sentirse inteligentes. Hay violencia, sí, pero como ocurre en los cuentos infantiles, puedes incluir todas las desgracias que quieras, a condición de dejar un final agradable.

 

Marian Patilla