Un grupo de personas de la alta sociedad reunidas para comer se encuentran atrapadas en una habitación, incapaces de abandonarla sin razón aparente, lo que desata una progresiva degeneración de las costumbres y la convivencia. Este es el inquietante argumento de El ángel exterminador, la célebre película de Luis Buñuel, sobre la que Camino Aparicio nos habló en su reciente artículo. Es sobre ella que el compositor británico Thomas Adès ha compuesto su última ópera, estrenada en Salzburgo el pasado verano y representada por primera vez en la Royal Opera House el pasado 24 de abril.

Los invitados disfrutan de la cena mientras el anfitrión propone un brindis. Foto: © ROH Fotógrafo: CLIVE BARDA.

No deja de ser curioso que una película en la que el director decidió no usar banda sonora acabe en un teatro de ópera, pero lo cierto es que funciona. Y muy bien. El dramaturgo Martin Crimp afirmaba en una entrevista que «la historia representada siempre debe tener algo de extraordinario, algo de excesivo, para que sea adecuada para cantar». Sin duda esta es una historia extraordinaria y llena de excesos, pero hay más puntos que la hacen adecuada para trasladarla a la partitura. Uno de los aspectos técnicos más remarcables de la cinta es el uso de la repetición, elemento que se presta fácilmente al tratamiento musical. Con sutiles modificaciones, Adès da un toque siniestro a estas repeticiones, subrayando el carácter irreal de la situación. El giro final de la historia -de nuevo una repetición-, así como el miedo a que la imposibilidad de escapar pueda llegar a ser indefinida se traducen en la ausencia de resolución en la música: el coro entona un requiem en bucle que se interrumpe bruscamente, como si simplemente dejáramos de oírlo sin que en realidad haya terminado – y quizás no lo haga nunca.

De hecho, la ópera tampoco tiene un principio definido: un misterioso sonido de campanas acompaña al público en los pasillos del teatro incluso antes de que se abra la sala, y se va intensificando a medida que se acerca la hora de inicio. Para cuando se abre el telón el espectador ya está introducido en el mundo sonoro de la obra, incapaz de recordar con exactitud cuando empezó todo. Por supuesto las campanas son una referencia directa al film de Buñuel, igual que la presencia de algunas ovejas. Pero Adès introduce otro instrumento que marcará la sonoridad de la obra más que las campanas: las ondas Martenot. Este instrumento electrónico produce un sonido fantasmagórico típico de banda sonora de ciencia-ficción que en la ópera simboliza, como si de un campo de fuerza se tratara, al ángel exterminador, es decir, a la oposición que experimentan los personajes a abandonar la habitación.

La etiqueta, los modales y la higiene se resienten mientras los invitados intentan sobrevivir. Foto: © ROH Fotógrafo: CLIVE BARDA.


Adès
y Cairns se mantienen en general fieles a la historia original, limitándose a modificaciones de carácter práctico (reducción de personajes y recorte de diálogo). A pesar de ello, mantener a trece personajes constantemente en escena durante más de dos horas es un reto que Cairns superó con una eficaz propuesta escénica y, sobretodo, con una gran dirección de actores. La implicación escénica de todos los cantantes fue esencial, en una obra en la que nadie tiene un segundo de reposo, incluso cuando no cantan. Precisamente una de las dificultades añadidas al trasladar la historia al escenario es como guiar la atención del espectador ante tantos puntos de interés, y aquí entra en juego el decorado, con una parte central que giraba -muy lentamente para no desviar la atención del espectador- situando al frente los rincones de la habitación más relevantes en cada momento. Otro elemento importante del decorado era el umbral gigante que los asistentes no podían atravesar, y cuya movilidad sugería que la puerta de la habitación podría no ser el único umbral insalvable.

Ed Lyon como Eduardo y Sophie Bevan como Beatriz refugiados en el armario. Foto: © ROH Fotógrafo: CLIVE BARDA.

Musicalmente el reparto entero es impecable, pero vale la pena destacar a algunos de ellos, como por ejemplo Audrey Luna, que resolvió su endiablada parte con sorprendente facilidad. Leticia, el personaje que representa, es una cantante de ópera, y ello se refleja en la partitura obligándola a cantar en una tesitura extremadamente aguda. Su precisión y nitidez incluso en las notas picadas fue asombrosa. A Ed Lyon y Sophie Bevan, como pareja de enamorados, les corresponde la parte más amable de la partitura -que no de la historia-, con varios duos tristanescos en los que crearon momentos de gran belleza que suspendían el flujo musical  y ofrecían el contraste necesario. Por su parte, los veteranos Anne Sofie von Otter, Thomas Allen y John Tomlinson aportaron su gran personalidad, tanto vocal como escénica. La dirección musical corrió a cargo del propio Thomas Adès, que junto con el resto del equipo recibió una merecida ovación al final.

Christine Rice como Blanca (izquierda), Anne Sofie von Otter como Leonora Palma (centro) y Audrey Luna como Leticia Maynar (derecha). La desesperación acaba con todo atisbo de razón en las tres mujeres, que intentan acabar con el cautiverio mediante ritos improvisados. Foto: © ROH Fotógrafo: CLIVE BARDA.

Como toda gran obra de arte, El ángel exterminador (tanto la película como su adaptación operística) está abierta a múltiples interpretaciones, y cada persona -o incluso cada época- escoge la suya según su propia necesidad. Personalmente creo que, visto el inexorable avance del cambio climático, las numerosas crisis humanitarias, o los problemas de corrupción que nos azotan, la historia refleja uno de los grandes problemas de nuestra sociedad: todo el mundo sabe perfectamente lo que debe hacer para solucionar la situación, pero nadie actúa. Y si seguimos sin cruzar el umbral de la habitación esperando que otros lo hagan por nosotros, eventualmente, esta abulia puede acabar siendo realmente nuestro ángel exterminador.

  • The exterminating angel estará en escena en la Royal Opera House hasta el próximo 8 de mayo.

24 de abril de 2017, Royal Opera House, Londres
The Exterminating Angel
Música de Thomas Adès, libretto de Tom Cairns

Reparto
Leonora – Anne Sofie von Otter
Blanca – Christine Rice
Nobile – Charles Workman
Lucia – Amanda Echalaz
Raúl – Frédéric Antoun
Doctor – John Tomlinson
Roc –Thomas Allen
Francisco – Iestyn Davies
Eduardo – Ed Lyon
Leticia – Audrey Luna
Silvia – Sally Matthews
Beatriz – Sophie Bevan
Lucas – Hubert Francis
Enrique – Thomas Atkins
Señor Russell – Sten Byriel
Colonel – David Adam Moore
Julio – Morgan Moody
Pablo – James Cleverton
Meni – Elizabeth Atherton
Camila – Anne Marie Gibbons
Padre Sansón – Wyn Pencarreg
Yoli – Joshua Abrams

Coro – Royal Opera Chorus
Ondes martenot – Cynthia Millar
Piano – Finnegan Downie Dear
Orchestra of the Royal Opera House
Director – Thomas Adès

Director de escena – Tom Cairns
Escenario y vestuario – Hildegard Bechtler
Iluminación – Jon Clark
Video – Tal Yarden
Coreógrafo – Amir Hosseinpour