El Real Coliseo de Carlos III en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) acoge su nueva temporada de jazz denominada «Coliseo jazz», la cual comenzó el 8 de octubre con el concierto de Ariel Brínguez Quartet en el que presentaron su último trabajo: Nostalgia cubana. Esta formación está integrada por Javier Colina (contrabajo), Pepe Rivero (piano), Michael Olivera (batería) y Ariel Brínguez (saxofones). En esta actuación contaron con la colaboración de la cantante Ángela Cervantes, quien además recitó el poema Hermosa Habana.

Ariel Brínguez se sumergió en la tradición de la música de su Cuba natal gracias a su familia, especialmente a su abuelo Juan José Brínguez, uno de los mejores saxofonistas que dio su arte a conocer con la orquesta de Benny Moré y el grupo Los Fakires.

Como el propio Brínguez explicó, la nostalgia de este álbum no está relacionada con la tristeza, sino con todas las cosas buenas y bellas de la vida. En este disco dan una gran importancia a compositores de Cuba de las décadas de los 50 a los 70 y también a algunas de las canciones más representativas de aquella época. Otra de las intenciones de estos artistas es la de ser fieles a las sonoridades de esas épocas. Para ello, comenzaron el concierto con una seña de identidad como es Cuba linda, que nos sirvió como gran introducción en la que Brínguez nos obsequió con una amplitud de registros y sonoridades en el saxo.

La base de la fusión que consiguen estos músicos entre la música cubana y el jazz está a cargo de Michael Olivera, quien aportó sonidos muy diversos y variados en cada uno de los temas. Los timbres que logra transmitir su instrumento van desde los más enérgicos a los más suaves y tranquilos que apoyan los solos de sus compañeros. Además, en ocasiones tocó la batería con las manos, lo que recordó a instrumentos de tradición africana tan presentes en muchos países, sobre todo en Latinoamérica.

En las canciones de desamor la música muestra un gran rango especialmente amplio de emociones, como en Si me comprendieras con la que nos sorprendió la voz de Ángela Cervantes, quien es capaz de ir de un sonido potente a otro de un lamento muy suave, haciéndonos llegar esos sentimientos de rabia y de dolor.

A lo largo del concierto fuimos descubriendo temas, ambientes e inspiraciones y también a cada uno de los virtuosos que conforman esta agrupación. Por ejemplo, en Belén, Pepe Rivero nos deleitó con algunos de los momentos memorables de la velada en los que dio rienda suelta a todo el ámbito que abarca el piano con escalas, arpegios, glissandos, manos superpuestas y acordes ascendentes y descendentes de gran dificultad que iban entrelazados con la musicalidad que irradia tanto su expresividad como la de este tema. Tocar directamente las cuerdas del piano fusionando el sonido con el contrabajo es la explosión de una mezcla de timbres y estilos que llegan hasta la música clásica del siglo XX. De hecho, Javier Colina es uno de los grandes maestros del contrabajo y hubo momentos en los que consiguió sonoridades muy cercanas a la guitarra y al banjo. En una de las muchas ocasiones en que demostró su virtuosismo fue en su solo en Redención hasta llegar al ostinato que es la base del tema, consiguiendo giros que entusiasmaron al público. 

El álbum Nostalgia cubana de Ariel Brínguez Quartet merece tener cabida en la colección de cualquier melómano pero, sobre todo, lo mejor es poder seguir disfrutando con ellos de su música en sus conciertos donde el verdadero jazz crece y se desarrolla.