Un año más la Feria Internacional del Disco de Barcelona ha vuelto para demostrar que aunque el formato digital es el que predomina, el antiguo disco de vinilo que fue olvidado en los primeros años del Compact Disc ha vuelto y con renovadas fuerzas. Desde las compañías que se dedican a reeditar catálogos enteros de grupos y discográficas, algunas con código de descarga en formatos digitales, al engrasado mercado del disco de segunda mano, el vinilo vive una segunda juventud.

En la feria hay cabida para todos los formatos CD, cintas de cassette, DVD pero el rey es sin duda alguna el vinilo; el negro acetato que algunas veces se divisa en los más variados colores, o incluso en formato picture disc con imagenes impresas. Esta variedad de colores es la que pudimos encontrar en forma de nutrida colección en torno a la banda Metallica; ediciones de un mismo disco en un amplio surtido cromático, discos originales, ediciones especiales, packs en latas y bootlegs* del grupo de metal.

Esta XXV muestra tuvo una muy buena representación de vendedores europeos, así como del Estado Español, y de las mejores tiendas de discos de la ciudad condal. Entre el público, solitarios buscadores de joyas discográficas a buen precio, los diggers que buceaban entre montones de cajas sin clasificación alguna para encontrar el tesoro; y aquellos que venían a la feria con la lista de la compra, buscando aquel disco que les faltaba en sus colecciones. También se vieron adolescentes que acompañaban a su padre, madre o a ambos en la labor de la búsqueda de discos o material de la banda amada por sus progenitores. Se puede decir que la feria es un punto de encuentro individual y familiar, que hace de correa de transmisión de valores y gustos musicales, entre barceloneses, pero también de aquellos llegados del resto de Europa y ocasionales turistas.

En mi caso fue una grata sorpresa encontrar una edición francesa del disco de Harry Belafonte editada en 1956, junto a algunas joyas a muy buen precio, y una reedición de Harvest de Neil Young. Si la colección define al coleccionista tanto como el coleccionista define su colección, la mía es una mezcla de memorias de infancia con este formato analógico. Recuerdo sostener un disco de Triana y quedarme fascinado con la impresionante ilustración de Máximo Moreno: eso fue amor a primera vista. Más tarde, entrada la adolescencia, como momento en el que se fragua la afición musical, vehiculando la frustración y el desamparo emocional, hallé en el rock y el metal más crudo una puerta de escapatoria. Y ya en una etapa más madura, y gracias también a los hallazgos en vinilio, he desarrollado un amor incondicional hacia aquella música de raíz africana que ha trascendido, por imposiciones históricas, el continente negro, interesándome no sólo por su presencia en el omnipresente e importante foco norteamericano, sinó también por toda su influencia tanto en el cono sur, como en el caliente corazón de América, el Caribe. Todo ello cabe en mi colección, como forma de deleite pero también de nostalgia que permite rememorar ciertos momentos de la vida. Chavela cantaba que “uno vuelve a los sitios donde amó la vida”, y ¿no es la música uno de los mejores medios para llegar a esos lugares?

Mi fascinación con el formato de 33” no es solo por el contenido, pues otra de mis pasiones es la imagen, y no puede olvidarse que el primer impacto de un disco es también visual. Por eso fotógrafos y artistas gráficos han tenido incursiones en portadas y artworks musicales. Como ejemplo, el trabajo del fotógrafo Jean-Paul Goude para la icónica Grace Jones, los trabajos del colectivo artístico Hipgnosis, para Pink Floyd y Led Zeppelin, o el extenso trabajo del diseñador Vaughan Oliver para el sello discográfico 4AD.

Ahora toca esperar un año, o visitar los pequeños comercios que resisten el embate de lo digital, para poder observar, tocar y escuchar un buen vinilo. Mientras, voy a poner la aguja sobre un clásico ibérico…”dicen que tienes veneno en la piel, y es que estás hecho de plástico fino…dicen que tienes un tacto divino, y quien te toca, se queda con él”…

 

* Bootlegs es el nombre que reciben las ediciones no oficiales de directos, o del material de estudio, que poseen un gran valor entre los connaisseurs de un artista, por la rareza que representan