Tras recibir una misteriosa invitación por carta, cuatro personas sin relación aparente embarcan clandestinamente en el Arctic Serenity, un crucero que quedó inutilizado por una supuesta acción terrorista durante su viaje inaugural, diez años atrás, y que ahora está a punto de ser remolcado hasta Groenlandia para ser reconvertido en hotel de lujo. A partir de este escenario clásico -la novela Diez negritos de Agatha Christie sería su antecedente más célebre- Anne-Cécile Vandalem desarrolla Arctique, una compleja historia de venganza con elementos de thriller político, denuncia medioambiental, humor y un toque de surrealismo.

La autora y directora belga es también la responsable de la puesta en escena, que combina de forma inteligente teatro y cine: en escena se nos muestra la sala de fiestas del crucero, mientras que un circuito cerrado de televisión permite seguir, en directo, lo que sucede en otros rincones del buque a través de una gran pantalla situada encima del escenario. Vandalem usa este recurso narrativo de forma muy efectiva para mostrar tanto acciones secuenciales como paralelas, además de algunos flashbacks que ayudan a clarificar (o no) la trama. A medida que avanza la obra, sueños y escenas imaginarias se infiltran en las imágenes, mientras que la misma realidad deviene cada vez más inverosímil, lo que lleva al espectador a cuestionarse qué debe considerar real y qué no. El pasado y el presente entran en contacto a medida que los personajes ahondan en su propia historia y, en el proceso, reescriben la del barco y su accidente. La música en directo, además de proporcionar una sugerente ambientación, simboliza esta presencia del pasado: la banda, situada en el escenario de la sala de fiestas del barco e invisible para los personajes, es la misma que actuó en la fiesta de inauguración del barco diez años atrás.

El espectáculo en si es un auténtico reto por la coordinación que requiere y su presentación en el Festival d’Avignon fue un rotundo éxito. El buen ritmo de la trama, la gran labor de los actores y los aspectos escénicos ya comentados consiguen mantener en vilo al espectador durante las poco más de dos horas de duración. Desconocemos si esta producción llegará a España en algún momento. Si fuera así, no se la pierdan.