Berlinale 2022: “Un año, una noche”, de Isaki Lacuesta (Sección Oficial)

Berlinale 2022: “Un año, una noche”, de Isaki Lacuesta (Sección Oficial)

Realizar una película basada en un hecho real como un atentado terrorista es, que duda cabe, una labor delicada. Y el acercamiento del director español Isaki Lacuesta a un suceso así no pudo ser más respetuoso y sincero: “Un año, una noche” pone el foco en las diferentes maneras de sobrellevar un trauma, el de una pareja que se encontraba en la sala Bataclan de París el 13 de noviembre de 2015. Basado en el libro de Ramón González “Paz, amor y Death Metal”, quien contaba su historia de supervivencia tras los atentados donde noventa personas fueron asesinadas, la mejor película -siempre en mi opinión, por supuesto- de esta Berlinale es una historia compleja contada con destreza.

El guion, escrito a seis manos entre Isaki Lacuesta, Isa Campo y Fran Araujo, oscila entre escenas de aquella noche y otras de un año después. Y ese entrelazado va añadiendo capas y más capas, goteos de matices al cuadro final que uno se hace de Ramon y de Céline, la pareja de protagonistas interpretada por Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant. “Un año, una noche” abre con cortes, los cortes de la desorientación, de ambos siendo rescatados por la policía a la salida del club. Porque, lejos de caer en el sensacionalismo de dar una excesiva tribuna a los terroristas, Lacuesta elige no sacarlos un solo segundo en pantalla. “Decidimos que en lugar de mostrarlos, que se vieran en los ojos y en las expresiones de los personajes, quienes luego odiaban que los llamasen supervivientes, porque ellos ahora quieren vivir, no sobrevivir” remarcaba el director en la rueda de prensa.

Céline se encuentra todavía, un año después, en un estado de negación, sigue empleada y viviendo para echar una mano a los que tiene alrededor, centrándose en los demás más que en sí misma. Ramón, sin embargo, esta muy hipersensible, deja el trabajo y sufre regulares ataques de pánico. Los vemos despertarse por la mañana y preparar tranquilamente el café o en otros pasajes cenando y bebiendo con amigos y uno tiene una extraña sensación, porque pareciera que nada ha pasado o que es su vida antes del atentado. Hasta que un comentario, un gesto es el disparador de una discusión y de unas lagrimas que nos hacen tocar tierra. “Tú eres el traumatizado, tu eres el herido, te levantas y tocas la guitarra, estoy exhausta de hacerlo todo yo”. Probablemente sea “Un año, una noche” la película con el papel mas consistente en la carrera de Noémie Merlant, más aun que en la célebre Retrato de una mujer en llamas. Porque el nivel de exigencia es aquí mayor y lo es tanto en su personaje como en el de Nahuel, donde a través de los gestos y expresiones van dotando de contenido a sus personajes durante más de dos horas. “Tu no vistes sus caras, yo sí, ¡las tengo clavadas en mi cabeza!” Más arriba aun rayan tanto el guion como la dirección, cerrando una película redonda.  Pero dado que la Berlinale suele repartir sus premios, se hace utópico imaginar lo que sería natural: premios a mejor película, a mejor guion y al mejor director de esta Berlinale 2022.

A través de espejos, marcos dobles y otros elementos observamos también el durante y el después en los protagonistas, ambos mundos interiores superpuestos, usados por Isaki Lacuesta con ingenio y siendo respetuoso con la banda sonora: alternancia de estilos donde el Rock & Roll o la música electrónica son otro protagonista (todo sucedió en una sala de conciertos) y cuando llegan los violines de Monteverdi suenan relajados y en un tono suave, nada protagónicos. Porque en “Un año, una noche” no hay espacio para el sentimentalismo forzado, el dramatismo impostado ni otro elemento que no sea la honestidad para con ellos, con la gestión de sus traumas sin juzgarlos. Ramón y Marianne en persona (Céline en la película) ayudaron durante el rodaje al director y volaron a Berlín para atender a la Premiere mundial de la película. No es cerrar un círculo porque, como dijo Ramón González, la memoria pertenece al pasado y cada vez que volvemos a él lo sentimos, lo recordamos y lo volvemos a vivir distinto.

Berlinale 2022: «Manto de gemas», de Natalia López (Sección Oficial)

Berlinale 2022: «Manto de gemas», de Natalia López (Sección Oficial)

La primera gran película de la Sección Oficial de la Berlinale llegó de manos de una debutante. Decía la directora en la rueda de prensa que describir México es extremadamente difícil y lo comparaba con la diosa Ganesha, como un país de múltiples brazos y tan complejo que el único acercamiento posible para tratar de describirlo fue desde lo abstracto. Manto de Gemas es el debut en la dirección de la mexicana Natalia López y un retrato del miedo y de las heridas provocadas por el narcotráfico como, me atrevería a decir sin pudor, nunca antes visto. La desfragmentación en la narración y la ausencia de un hilo argumental convencional devienen en esa abstracción que muy lógicamente recordaría a Carlos Reygadas; no en vano, Natalia fue la montadora de sus dos mejores películas, Post Tenebrax Lux y Luz Silenciosa. El término manto del título alude a un estrato subterráneo, a esa violencia que no emana esencialmente en la película desde lo explícito -que también en diversos momentos- sino desde capas más profundas, más abstractas.

Por todo esto hacer una crítica cinematográfica al uso de Manto de Gemas se antoja un ejercicio complicado. Sí es cierto que tenemos en Isabel a un personaje al que podríamos llamar protagonista, quien vive en un continuo estado de miedo contenido, con una expresión congelada sin que lleguemos a saber los motivos exactos. Ya en una de las escenas iniciales de la película, la observamos contra un gran ventanal mientras su pareja, no con poca brusquedad, trata de tener sexo con ella, quien mira al vacío con expresión ausente. Mientras, la tranquila sirvienta María empieza lentamente a mostrar una creciente incomodidad y la vemos más tarde preguntando por su hermana desaparecida en la comisaria. Otros personajes con relevancia intervienen con historias paralelas, pero el actor principal de la película es el sonido.

                                                                                                                                                              ©Visit Films

El sonido como paulatino detonador de la violencia, con unas iracundas ráfagas de viento que azotan la tierra y empolvan el aire, con el volumen ensordecedor del televisor y los gritos de fondo de la nieta, porque el abuelo no escucha bien, o con el jardinero cortando la leña, con primeros planos de los leños y el hacha cayendo una y otra vez, casi cinco minutos de un ruido seco y vehemente constante. Así, a medida que aumenta la aparición de este tipo de escenas, aumenta también la aparición de la violencia explicita a través de algunas imágenes. “El sonido es el creador de la realidad, es un demiurgo – dice la directora- porque yo te muestro algo en la pantalla y mientras tu estas escuchando otra cosa y viceversa. En México ver y oír no van juntos, es un país de una enorme ambigüedad.”

Pese a extraño que pudiera sonar, hay también belleza e incluso poesía en la película. La directora hace gala de un cultivado talento y un gran gusto estético, alternando bellos primeros planos, amplias panorámicas que todo lo abarcan, la cámara lenta e incluso un tipo particular de lente de esquinas desenfocadas, algo que indudablemente recuerda a Post Tenebras Lux de Reygadas.

                                                                                                                                                               ©Visit Films

La idea de la película surgió cuando Natalia López empezó a entrevistar a madres que habían perdido a sus hijos alrededor del área de Morelos, donde se crio la directora. “Mi interés era encontrar una cercanía con esa herida espiritual y su dimensión psicológica, no hacer en realidad una película sobre el narcotráfico en sí mismo, sino sobre el miedo y la consecuente falta de un proyecto común en una comunidad sin futuro”.

El resultado es un excelente debut y también una película que no se lo pone fácil al espectador: Manto de Gemas es exigente y no es sencillo entrar en ella, pero quienes lo consigan quedarán ampliamente gratificados. Una temática que creíamos agotada y sobreexplotada es reinventada aquí aportando un punto de vista fresco y cargado de talento.

 

 

Previa de la Berlinale 2022

Previa de la Berlinale 2022

Entre el 10 y el 20 de febrero vuelve un año más el Festival Internacional de Cine de Berlín, popularmente conocido como la Berlinale. Y lo hará, pese a muchos pronósticos agoreros, de manera presencial. Una de las actividades que más me interesa y entretiene es la de investigar precedentes o la ausencia de los mismos. Por primera vez en más de veinte años tenemos a dos películas españolas en la Sección Oficial: la esperadísima Alcarrás de Carla Simón (su debut Verano 1993 también se estrenó en Berlín) y Un año, Una noche de Isaki Lacuesta. Hay que irse hasta 1983 para encontrar la última producción española que gano el Oso de Oro, La Colmena de Mario Camus.

También competirán la francesa Claire Denis con Avec amour et acharnement – protagonizada por Juliette Binoche y Vincent Lindon- Ursula Meier con La Ligne o el incombustible Paolo Taviani (91 años) con Leonora addio, primera ocasión que dirige sin su recientemente fallecido hermano Vittorio. Los Taviani ya presentaban películas en el festival hace más de cinco décadas y ganaron el Oso de Oro en 2012 con Cesar debe morir. Mención especial requieren tres abonados a la historia reciente de la Berlinale: François Ozon vuelve con Peter von Kant – interpretada por Denis Menochet e Isabelle Adjani- el canadiense Denis Côté reaparece con Un été comme ça y como no, quien si no, estará Hong Sang-soo. Ya es impensable concebir una Berlinale sin el director coreano, cuya sencillez, delicadeza y sentido del humor enamora tanto en sus películas como en sus ruedas de prensa (pinche aquí para ver un ejemplo). El nuevo título de Hong lo protagoniza obviamente su inseparable Kim Min-hee y se llama The Novelist’s Film: una joven escritora quiere visitar la librería de su exnovio, sube a una torre y conoce allí una gente. A veces una película no necesita más y con el coreano menos es siempre más.

                                                                                                                                             La directora indonesia Kamila Andini presenta Nana, la historia de una mujer que vivió en la isla de Java durante los años 60, basada en una historia real de la vida de Raden Nana Sunani. Y el dato: Andini es la primera directora del sudeste asiático en Sección Oficial en la historia de la Berlinale. Mi apuesta para el Oso de Oro: A E I O U – A Quick Alphabet of Love, de Nicolette Krebitz. Las tres películas dirigidas hasta la fecha por la alemana eran historias poderosas y originales, con un talento natural por el cine y por narrar historias desde un lugar astuto y sensible. Es el ejemplo de la sorprendente Wild de 2016, muy celebrada por público y critica en festivales de primer nivel como Sundance o Rotterdam.

Ya hace muchas ediciones que se recuerda: Contra la pared (Gegen die Wand) de Fatih Akin fue la última película alemana en ganar el Oso de Oro. Era el año 2004. Krebitz además de alemana es berlinesa y estrena una película de amor entre una veterana profesora de idiomas y su alumno. Ah, el amor, hacen falta más historias de amor.

                        A E I O U – A Quick Alphabet of Love

Buceando a través de las sinopsis de las diferentes secciones, uno se percata de que este año una mayoría de las películas ambientan sus historias fuera del centro de la ciudad, en la periferia o en el campo. Todos tenemos allegados que en los últimos tiempos han decidido salir de la ciudad, buscando una calma y estilo de vida que las dinámicas de una urbe no permiten. El ruido y el estrés que se genera en el aire mueve cada vez a más personas a buscar un nuevo punto de partida desde el que mirar al día a día, sin sirenas de ambulancia ni discusiones en la terraza del café de abajo.

Y es que respecto al cine, las películas ambientadas en el campo, el pueblo o entornos naturales ofrecen visibilidad a un estilo de vida que suele ser visto con condescendencia, como si los que siguen y seguirán allí viviendo estuvieran contagiados por una suerte de ignorancia conformista, por un aburrido desconocimiento. Es la ceguera altiva del humano de asfalto. Vivimos en una época de enorme crisis de valores donde para muchos el cine es Netflix y los festivales un reducto de películas lentas para snobs gafapastas. La mesura y el pensamiento crítico se está perdiendo vertiginosa y enfangadamente entre el clickbait, la normalización de discursos de odio, el ensalzamiento de la idiotez, los videos de 15 segundos y ver series y películas con el fast forward x2. Ah, el hombre de ciudad.

                                  Flux Gourmet

Por otro lado, la joven sección Encounters cumple su tercer aniversario. Una trepidante sección que busca dar cabida a un tipo de cine innovador, arriesgado, a nuevas narrativas alejadas del convencionalismo. Aquí se han dado a conocer cineastas como los hermanos Ramon & Silvan Zürcher con La Chica y la Araña (Das Mädchen und die Spinne), una originalísima sitcom suiza de un humor y puesta en escena sorprendentes, o la austriaca Sandra Wollner con Del inconveniente de haber nacido (The trouble with being born), la singular historia de ciencia ficción entre un hombre traumatizado por su pasado y una niña androide a quien llama padre. Para dotar de prestigio a la nueva sección, afamados directores como el propio Denis Côté o Cristi Puiu han presentado en Encounters sus últimas películas, ambas igualmente singulares. Así, también en esta edición encontramos cineastas de renombre como Peter Strickland y su Flux Gourmet, una película culinaria que fusiona el arte contemporáneo con la comida y sus consecuencias en nuestro cuerpo, o a Betrand Bonello con Coma, mezcla de ensayo, fantasía y humor negro donde el propio director observa a su hija adolescente lidiar con cuestiones típicas de su edad en plena pandemia coronaria.

Como festival internacional que es, la Berlinale acoge películas de todos los rincones del planeta. Encontramos por ejemplo este año tres películas de Kazajistán, país de creciente industria cinematográfica, el documental Myanmar Diaries sobre las secuelas del golpe de estado en Myanmar en 2021 o Nous, étudiant, la primera película de la República Centroafricana en la historia del festival. Sin embargo, se vuelve a echar de menos una mayor diversidad en cuanto a cine latinoamericano se refiere, donde la presencia se reduce de nuevo al póker que conforman Argentina, México, Brasil y Chile. Con cuentagotas aparecen otros países representados, como la colombiana Los Conductos en 2020, la paraguaya Las Herederas y la guatemalteca Temblores en 2019 o la costarricense El Despertar de las Hormigas en 2018. Todas excelentes películas que cosecharon gran éxito tanto en Berlín (varios Osos de Plata) como en el resto de festivales donde participaron. Esta será la segunda edición seguida sin presencia de películas latinoamericanas más allá del póker mencionado. Sin lugar a duda, uno de los aspectos a mejorar por la nueva dirección del festival desde que se hizo cargo en 2020.

Isabelle Huppert, la Grande Dame del cine europeo, recibirá el Oso de Oro Honorífico por su trayectoria. Tras la correspondiente ceremonia en el Berlinale Palast, tendrá lugar el estreno de su última película À propos de Joan, coprotagonizada junto a Lars Eidinger. Asimismo, podrán verse durante el festival algunas de sus mejores actuaciones, incluyendo el clásico indiscutible La Pianista, dirigido por Michael Haneke en 2001.

                          À propos de Joan

Y como despedida de este artículo, la despedida de la histórica Maryanne Redpath tras treinta años ligada al festival. Comenzó en 1993 como asistente de dirección en Generation y desde 2008 está al cargo de la sección. Mujer visionaria e innovadora, ha hecho de Generation la joya del festival, una sección donde la atención se centra en películas que están temática y formalmente vinculadas al mundo de los niños y jóvenes, a la altura de sus ojos. Este año se presentan títulos como la irlandesa The Quiet Girl, primera película en idioma gaélico -irlandés antiguo- en participar en una Berlinale, sobre el verano y experiencias de una niña de nueve años alejada de su familia disfuncional. O la argentina Sublime, una historia de amistad entre los adolescentes Manuel y Felipe con despertares y caminos hacia el descubrimiento de sus identidades. Y así como en este loco mundo necesitamos más historias de amor, otras que sucedan fuera de las ciudades y también obras innovadoras y rompedoras, necesitamos películas que nos recuerden que todos alguna vez fuimos jóvenes y fuimos niños, volviendo a esas emociones donde todo era nuevo y la vida era un carrusel infinito. E ir al cine un acontecimiento trepidante.

 

«Bad Luck Banging or Looney Porn», de Radu Jude en la #Berlinale2021

«Bad Luck Banging or Looney Porn», de Radu Jude en la #Berlinale2021

El Oso de Oro de esta Berlinale 2021 estaba cantadísimo: Emi, una respetada y modélica profesora de un importante colegio de Bucarest, ve puesto en peligro su carrera profesional por un video de sexo casero filtrado en internet. Pese a llevar máscara, es identificada. El director Radu Jude aprovecha este punto de partida y centro de la trama para hacer un satírico repaso de la historia moderna de Rumanía. Sin dejar títere con cabeza, cultura, política, religión, sexualidad, educación y un interminable etcétera a lo largo de unos fantásticos cuarenta minutos explican cómo hemos llegado hasta aquí, esto es, a un absurdo tribunal escolar para decidir el futuro de Emi. Pero estas son la segunda y tercera parte de la película, dividida en tres actos.

Bad Luck Banging or Looney Porn, que vendría a traducirse como “sexo de mala suerte o porno de locos”, empieza disparando a matar y se avecina más de un abandono en las salas cuando la película se estrene en cines, porque claro, más de uno/una no aguantará el shock. Pero tranquilos que solo son cuatro minutos. Luego seguiremos a la protagonista Emi correteando por las calles de Bucarest, nerviosa, haciendo recados en plena pandemia. Porque sí, la película se rodó a mediados del pasado año y somos testigos de situaciones cómicas e irritantes, ya habituales en nuestro día a día con cajeras de supermercado con la mascarilla en la papada o esa persona en la cola que no guarda la distancia. De esta manera Bad Luck Banging or Looney Porn tiene una valor añadido, al ser un documento gráfico que nos hará recordar dentro de quince o veinte años cómo vivíamos durante ese loco y surrealista tiempo.

Emi y su marido tratan de eliminar sin éxito el video de internet, demasiado extendido y viralizado como para poder frenarlo. Entre medias, atendemos al nerviosismo imperante de un día en la capital rumana, que podría ser en cualquier otro sitio, con gente que aparca su coche en mitad de la acera o peatones insultando a conductores por frenar en el semáforo demasiado tarde. Tras el impacto de la escena inicial, esta aparente normalidad de un día cualquiera en el mundo Covid nos hace bajar la guardia. Y Radu Jude vuelve a atacar y lo hace con un amplísimo diccionario satírico, del cual traigo aquí tan solo tres ejemplos:

  • Término: Navidad. Imagen: un pesebre. Suena un villancico.

Subtítulos: un comando situado en Semferopol, Rusia, recibe la orden de matar a 3.000 judíos y Sindi Roma antes de Navidad. La orden se ejecuta con gran diligencia y permite a las tropas celebrar el nacimiento de Jesús.

  • Término: Respeto. Imagen: una mujer con vestido de novia.

Subtítulos: el jefe de policía ha declarado que las mujeres maltratadas por sus maridos no deberían llamar a la policía durante la noche, sino esperar a la mañana siguiente.

  • Término: Cultura. Imagen: dos chicos actuando en un concierto con ropa femenina.

Subtítulos: “Un espectador: ¡Vergüenza os tendría que dar! ¿A esto llamáis cultura? ¡No sorprende que el sistema educativo sea un desastre!”

Como escribió el crítico de cine Ştefan Dobroiu, “Bad Luck Banging or Looney Porn no es precisamente una película que gustará al público, pero definitivamente es una obra que deben ver”. Porque tras este particular repaso histórico de Radu Jude, llega el desenlace de la película en su tercer acto, con el obsceno tribunal escolar donde el catetismo de los padres pone de relieve lo peor de la sociedad. Así, el director nos enfrenta a estos dos tipos de obscenidad y vemos que la obscenidad del vídeo porno no es nada comparada con lo que nos rodea, pero no le prestamos atención.

Un antiguo comandante que anhela los tiempos del dictador Ceaușescu, una pija estúpida y remilgada, un arrogante piloto de avión anticovid e incluso un cura son algunos de los padres de este comité escolar que tratan de ridiculizar a Emi, ya conocida como “la profesora porno”. Todo este tribunal transcurre entre un tono absurdo y estereotipado, donde el racismo, la hipocresía y un sinfín de los males de nuestro mundo se ponen de relieve. Radu Jude se dió a conocer en 2009 con “The happiest girl in the world”, apareciendo en la sección Forum de la Berlinale, atrayendo definitivamente la atención Internacional con el Oso de Plata a mejor director en 2015 por “Aferim”. Su idilio con el festival llega a su clímax con la conquista ahora del Oso de Oro (el tercero para Rumanía en los últimos nueve años, ojo al dato), y lo hace con una película abiertamente controvertida, ácida, inteligente y política como pocas. Y no existe festival más político que la Berlinale, solo hay que recordar aquel eslogan de su anterior director Dieter Kosslick en la edición del 2005: Sexo, política y Rock & Roll. De aquellos barros, estos lodos. Y que siga así, por favor.

Trailer de Bad Luck Banging or Looney Porn:

«What do we see when we look at the sky?», de Alexander Koberidze en la #Berlinale2021

«What do we see when we look at the sky?», de Alexander Koberidze en la #Berlinale2021

Las primeras escenas de esta película georgiana de bello y largo título nos muestran el punto de vista de los perros, muy presentes durante las dos horas y media de un cuento muy particular. A la salida de un colegio, los pies de dos personas se tropiezan y vemos las manos recoger los libros caídos entre disculpas. Así es como Giorgi y Lisa se conocen y se enamoran, por el más puro de los azares. ¿Pero acaso existe tal cosa? Un torrente de recursos cinematográficos inunda los primeros 45 minutos: música de Schubert, planos imponentes e innovadores, una atmósfera mágica y una sugerente voz narradora que nos cuenta las aventuras y desventuras de Giorgi y Lisa. Como si de un cuento de hadas se tratara, maldiciones y embrujos dificultaran un amor quizás no destinado a ser tal. Porque como dijo Benedetti, es este uno de esos amores de tántalo y azar que Dios no admite porque tiene celos.

Podemos ver el viento a través de las hojas del suelo y de voces muertas que nos trae el aire. Y si miramos al cielo, como se pregunta el título de la película, vemos el azul claro de Kutaisi, una de las grandes ciudades de Georgia, y notamos en el ambiente que el verano amanece, es junio y resplandece. Un rio pasa junto a la casa de Lisa y sus siestas feroces son mecidas por el arrullo de la brisa estival. Todo es aún enigmático en What do we see when we look at the sky. Pero como sabemos, los encantamientos duran poco y uno después no recuerda si aquel amor idílico fue real o fue un sueño, amenazando con escapar entre los dedos, como un suspiro. Porque pasada toda esta ensoñación y este misticismo georgiano, se nos habla ahora de futbol, del mundial y de la pasión de Giorgi por Messi. Y desde ahora, todo girara en torno a esta pasión y a los bares donde los ciudadanos de Kutaisi disfrutan del evento.

El encuentro fortuito que unió a Giorgi y Lisa parece que sucedió hace mucho, en otra vida, quizás en otra película, así como Schubert ya no embriaga y Debussy viene al rescate, pero la magia ya está perdida. El tono anodino del día a día de los dos jóvenes convierte el resto de What do we see when we look at the sky? en una historia simple y nada excepcional, donde ambos encuentran trabajillos de verano y los perros cobran nombre y también quieren ver el futbol. La figura de Messi termina por convertirse en casi el centro de la historia, una historia ficticia donde Argentina deslumbra y gana el mundial, esto es, algo banal y muy alejado de la poesía y de un cine elevado.

A veces la película busca reconciliarse con ese cine, volviendo con destellos sugerentes de elementos de la naturaleza, pues bien lo sabía Tarkovski, en ella se encuentra la verdad y su presencia en el cine conecta siempre con lo más profundo de nuestro interior. Pero la idea del proyector no funciona bien, la claridad del día que aún es no permite ver a los jugadores con nitidez sobre la pantalla improvisada del bar, así que uno aguanta hasta que termine esta historia, resignado. Empecé a leer un bello poema y alguna sirena de ambulancia me despertó. Al despertar, nada quedaba de aquello.

Sea como fuere, el mundo no es blanco o negro, al igual que las películas no son simplemente buenas o malas. Casi siempre hay aspectos positivos que destacar de cualquier obra. What do we see when we look at the sky? ya no solo deja entrever sino que muestra algunos momentos de un gran cine, y lo suficientemente talentosos como para tener en cuenta el nombre de Alexandre Koberidze de cara al futuro.

Trailer de What do we see when we look at the sky? :

Entrevista a Kateryna Gornostai, directora de «Stop-Zemlia» en la #Berlinale2021

Entrevista a Kateryna Gornostai, directora de «Stop-Zemlia» en la #Berlinale2021

«Si apruebas los exámenes finales está bien, y si no, también está bien. ¿Sabías que tu madre no lo consiguió a la primera, sino al tercer intento? Si no, no nos hubiéramos conocido».

Encontrar la comprensión de los adultos en una edad tan complicada como la adolescencia es para Kateryna Gornostai (1989, Lutsk, Ucrania) no un deseo, sino una realidad próxima. Stop-Zemlia, presentada en la Berlinale dentro de la sección Generación, es la historia de tres amigos, la protagonista Masha con Yana y Senia. Tienen una buena comunicación y utilizan los teléfonos móviles de forma sana, es decir, no como pensamos. «Mientras trabajaba con ellos, solían tener el teléfono en la mano, pero no lo usaban mientras se interesaban por lo que estaba ocurriendo en ese momento. Ví que pueden estar presentes en el aquí y el ahora, y no en su mundo virtual. Así que creo que la escuela va a cambiar para involucrarlos más, utilizando los teléfonos de forma saludable… se avecina una evolución».

De adolescente, Kateryna estaba muy interesada en hacer fotografías y tenía una vieja cámara soviética de su padre. Quería estudiar periodismo, pero finalmente se decidió por la biología. Una vez terminó, sintió la necesidad de hacer algo visual, se fue a Moscú y estudió Cine Documental. Antes del rodaje de Stop-Zemlia, preparó una especie de laboratorio durante nueve semanas donde el casting de adolescentes trabajaba con la improvisación y hablaba de experiencias personales, algunas de ellas presentes en la película a modo de entrevistas. «Durante estos experimentos en el laboratorio bailaban, se expresaban, escribían, hablaban, la idea era estar juntos, una especie de preparación para la película, trabajando unos con otros» dice Kateryna con una luz brillante en los ojos.

En la película, la profesora habla de temas como las hormonas y el estrés, cosas muy importantes para un adolescente. Senia llega tarde y la profesora no se enfada, sino que hace bromas al respecto, y Masha está todo el tiempo con su teléfono e Instagram. ¿Es este un ideal tuyo de educación o realmente cree que llegaremos a una relación profesor-alumno diferente?

Esto es algo nuevo para nosotros y que no teníamos en nuestra época. Pero es la realidad para ellos. En algunas escuelas se prohíben los teléfonos y en otras no, incluso se les deja usarlos en los exámenes. ¿Sabes? Tienes toda la información en internet, pero tienes que ser consciente de cómo y qué buscar. Los teléfonos son una nueva realidad que quería que estuviera en la película y no como un problema o un hilo conductor sino como un instrumento, y hacer una película sobre su presente, dejando que se expresen en todos los sentidos, también en términos corporales, físicos y sensuales.

Investigando por la época en la que estuve en la escuela, es decir hace quince años, tenía miedo porque tenía un profesor temible, y esta es la imagen que tenemos del pasado. Sentimos que todo es mejor ahora y quería pensar que en un futuro todo será aún mejor. Algunas personas me han preguntado por qué esta escuela es tan agradable, tan poco conflictiva, y eso es porque realmente queríamos que fuera así, y no jugar a esa manera de las películas antiguas en las que los profesores gritan a los alumnos y se centran en la disciplina. La profesora de la película es profesora de universidad en la vida real, eso es lo que queríamos, una forma más adulta de tratar estas cosas, una actitud educativa más adulta… esto me fascina. Realmente quería mostrar la escuela como un tipo de universidad, y creo que en un futuro próximo va a ser así.

Juegan a este juego llamado Stop-Zemlia. ¿Cuál es el simbolismo que hay detrás y por qué lo elegiste como título de tu película?

Es un juego de nuestra infancia. Uno tiene que atrapar a todo el mundo con los ojos cerrados y los demás deben quedarse en algún lugar por encima del suelo. Si está muy cerca, puedes cambiar de posición para no ser atrapado, pero si oye tus pasos grita «¡stop-zemlia!», que literalmente significa «parad la Tierra». Entonces te toca a ti atrapar. Admiro esa sensación del momento congelado cuando te atrapan, es el momento en que estás totalmente presente en el aquí y el ahora.

Háblame de esos momentos de ensoñación de la película. ¿Por qué el piano es tan importante para ti? Masha es el único público durante algunos conciertos oníricos. Y con el bádminton, donde parece que juega sola en una oscura y poética atmósfera. ¿Cómo se te ocurrieron estas ideas?

El piano forma parte de mi infancia, tuve clases de piano durante ocho años. Quise dejarlo todo el tiempo, pero con el paso de los años agradezco que mi madre me insistiera en seguir. Porque creo que la adolescencia es el mejor momento para adquirir algunas habilidades, intentar aprender algo, tal vez lo necesites en un futuro y te amplíe el mundo.

En cuanto al bádminton, un amigo mío es profesional y me metí en la pista para ver cómo entrenaba. Un día fuimos a una pequeña ciudad cerca de Kiev y había un enorme parque con grandes estatuas: una de ellas era un enorme volante (pelota de bádminton), lleno de luces en su interior, y era precioso y estaba oscuro, así que decidimos llevar algo así a la película.

¿Por qué decidiste representar la historia en la época contemporánea y no en el pasado?

Hoy en día tenemos esa división en el cine ucraniano. Muchas películas hablan de los años 90, es la tendencia. Pero a mí no me gusta tanto, tal vez por mi experiencia en documentales, y porque se trata del momento presente, estás filmando la realidad que está sucediendo ahora. Todo está cambiando muy rápidamente y hacer una reconstrucción de los viejos tiempos no habría sido honesto para esta nueva generación de adolescentes. Mucha gente de la industria del cine en Ucrania dice que hay que revisitar el pasado para entender mejor el futuro… esto es algo bueno, pero no es lo que yo quería para la película.

¿Qué tienen los jóvenes de hoy en día en la cabeza? ¿Piensan en los mismos problemas que tú a su edad? ¿La sexualidad no es un tabú sino un tema abierto como vemos con Senia, hablando de que tal vez podría ser bisexual?

En nuestra época no se hablaba de estos temas, sino en pequeños círculos. Durante la realización de la película quise enfrentarme a este tema pero no como un problema o un conflicto, sino como algo mirando al futuro, algo de lo que hablar con normalidad. Al mismo tiempo, no es el centro de sus conflictos, por eso está en la periferia de mi historia. Cómo son los adolescentes ahora es muy interesante y puedo ver sus problemas más claramente. Tienen que luchar con muchas cosas diferentes porque tienen mucha información a su alrededor, y están muy interesados en todo ello. Son muy críticos con lo que ven y lo que oyen, así que si eres sincero con ellos, ellos serán sinceros contigo. Aprendí mucho con ellos. Y los echo de menos.

No vemos muchos adultos en la película. ¿Consideraste que no eran muy importantes para la historia? La madre de Sasha está muy presente en la película, incluso más que los padres de Masha, la protagonista. Y los de Senia y Yana nunca aparecen.

Tomamos la decisión de centrarnos más en Masha, en sus amigos y en su mundo interior, ya que para mí son las principales fuentes de su crecimiento como persona. Ella ya no depende de sus padres, aunque su amor la rodea y la ayuda. Pero la línea de Sasha evoluciona en esta relación madre-hijo más que en cualquier otra relación. Su principal conflicto es encontrar la aceptación de ella. Por eso tiene tanto espacio en toda la historia. Para mí era importante mostrar diferentes tipos de padres como una parte importante de la vida de los adolescentes, para tener un contraste entre los tipos de actitud hacia los hijos.

¿Cómo afrontas el sentimiento de soledad?

El sentimiento de soledad tiene la misma naturaleza que el miedo a la muerte, creo. Porque el miedo también está en sus raíces, el miedo a estar solo. Siempre me persigue, y cuando lo siento con fuerza me abruma. Pero cuando sientes miedo no estás en el aquí, estás en algún lugar cerca de tu yo futuro. Lo único que intento hacer es volver de ese futuro y vivir este sentimiento mientras dure.

Una última pregunta. ¿Tenías un mensaje que intentabas expresar al contar esta historia? ¿O somos los periodistas que siempre buscamos uno?

Pensé más en un sentimiento que en un mensaje. Quiero que el espectador salga del cine sintiendo esa nostalgia de los tiempos en que todo estaba empezando, era la primera vez de muchas cosas. Aquí estoy hablando de un público de mi edad. Si el espectador es un padre, quiero que tenga el deseo de hablar con sus hijos después de la película, no sólo de cosas importantes, sino de ser consciente de las cosas corrientes y de su estado de ánimo actual. Y si el espectador es un adolescente, quiero que sienta esperanza. La esperanza de que los tiempos difíciles son temporales, y de que las cosas difíciles son un medio de evolución personal. Que lo más importante que puedes hacer es estar presente en tu vida.

Trailer de Stop-Zemlia: