El hilo frágil de la voz amorosa. Sobre la última película de Charlie Kaufmann, Anomalisa (2015).

El hilo frágil de la voz amorosa. Sobre la última película de Charlie Kaufmann, Anomalisa (2015).

Foto sacada de: http://www.the-numbers.com/movie/Anomalisa/Australia#tab=summary

Al estrenarse en 2015 la última película de Charlie Kaufmann Anomalisa, se hablaba irónicamente de la película más humana del año en la que no aparecía ningún ser humano. El título del filme podría verse como una clara referencia a esta peculiar anormalidad. En efecto, la película de Kaufmann expone al público ante una humanidad innegable, sin embargo una humanidad enajenada, no cualquier humanidad sino la condición humana de nuestros días, la soledad insondable del hombre del presente. La película hecha exclusivamente en stop-motion, muestra al ser humano sumergido en una sociedad donde todos se ven iguales y donde su soledad y el tedio que esta monotonía trae consigo, lo llevan hasta la desesperación. Se trata pues de una película donde sus contenidos kafkianos son multiplicados hasta el infinito: el sujeto naufragando en un espacio impersonal del hotel y del avión hasta mostrar el hogar despojado de todo tipo de personalidad, de estructura. El hombre moderno en su laberinto de soledad, ese es el tema de la película, sin embargo otro tema fundamental, el cual se deriva de este mismo, es la búsqueda del amor, la búsqueda de aquello que devuelva al hombre contemporáneo la vida y lo salve del tedio.

La película trata principalmente sobre la estadía de Michael Stone, un escritor popular de libros de marketing, en un hotel. Stone llega a otra ciudad para dar una conferencia sobre servicio al cliente, sin embargo su tedio y su vacío interno lo lleva a acordarse nostálgicamente de una novia del pasado a la cual tuvo que romperle el corazón. Independientemente de la trama hay un aspecto que salta a la vista al ver el filme, un aspecto formal pero tal vez uno de los más importantes de la película: lo que el público no entiende es por qué todos los personajes tienen la misma voz, una voz masculina, todos los personajes son percibidos por Michael de la misma manera, con una indiferencia ácida. Ahora bien, en la película irrumpe la voz femenina como aquel elemento que trae de vuelta, por un momento, la vida, la felicidad y la motivación. La voz femenina proviene de una mujer sin atributos, más bien carente de hermosura e insignificante, pero que por medio de su voz adquiere una anormalidad que hace que Michael quiera dejar el resto de su vida por ella. Sin embargo tanto el público como Michael se dan cuenta de que aquella característica extraña que hace de la fea una bella, es justamente ese delicado hilo de la química que hace que dos cuerpos se encuentren, un hilo tan frágil cuyo rompimiento nos deja caer de nuevo en la tristeza y el sinsentido absoluto. La atracción de Michael es solamente por la voz, por ese pequeño gesto, su amor es fetichista, superficial, vacío. La voz de quien se desea es una voz que no se entiende, es ese olor que se desea sin saber, pero que se desea fuera de la cotidianidad ya que una vez, se unta de cotidianidad, nos sumergimos de nuevo en las aguas venenosas de la indiferencia.

La película de Kaufmann logra a la perfección retratar los miedos y los deseos de nuestra sociedad actual: el miedo al compromiso y el deseo por compañía, la sed de novedad y el miedo a la cotidianidad, el miedo a dejar de sentir y el deseo por sentir cada vez más, la desesperanza absoluta y la esperanza incesante. El problema de mantener el acto inicial del amor, aquel momento de vida pura, esa sería una tarea del virtuoso, una tarea imposible, ya que pareciera que estuviéramos destinados a fracasar constantemente: estamos destinados a vivir en nuestra soledad absoluta en la que buscamos desesperadamente la comunión con un otro. La sociedad post-romántica es una sociedad que vive de la nostalgia de un romanticismo al que se teme y se desea al mismo tiempo. Somos unos románticos post-románticos, unos románticos absolutamente desahuciados. Tal vez esa sea la ironía que señalaba yo al comienzo: somos infinitamente humanos al estar despojados y deseosos de humanidad. Anomalisa es un hermoso y profundísimo retrato de esa sociedad en busca de una anormalidad, de lo nuevo, de la vida, cuya estandarización sin embargo nos hace regresar inevitablemente, en un abrir y cerrar de ojos, todos los días a nuestra soledad y monotonía.

El género de las preguntas. Sobre El punto ciego, de Javier Cercas

El género de las preguntas. Sobre El punto ciego, de Javier Cercas

He entrado en la librería y me he encontrado con algo que ya vi el pasado junio, entre los aires fríos de Oxford: a Javier Cercas hablando sobre literatura y sobre historia de la novela y sobre sus trabajos en este género, y sobre los de Melville, Borges, Cervantes. Allí lo vi sentado en unos sofás dispuestos en una vieja tarima, en una sala del St. Anne’s College, entre dos profesores ingleses, discutiendo Soldados de Salamina. Aquí lo he encontrado convertido en un libro de tapa dura, con una ilustración de Moby Dick que me ha convencido para llevarlo a casa y seguir viéndolo. Transformándolo.

Me parece que esta anécdota no es baladí, si acaso sucediera. Me parece que las lecciones de Cercas, reescritas para adaptarse al público español y tejidas con la fluidez, el sentido del ritmo y la aguda sensatez de sus artículos de prensa, son una brisa de aire refrescante –me pregunto si como el de Oxford– en las buhardillas a veces enrarecidas del lector de este país desintegrado. Y es que me parece –y me aferro a la ambigüedad y no resuelvo el embrujo de los enigmas, me distancio de las certezas, sigo aquí también el aire británico de Cercas–; me parece, insinuaba, que la sencillez de estas notas en torno a lo que se llama novela –un nombre único para un género singular en su pluralidad- pueden desmontar tópicos, romper prejuicios y abrir el trastero de los lectores al mar abierto de las preguntas. Creo que las lecciones Weidenfeld de Cercas pueden regalarnos la conciencia de que la novela es un género más libre de lo que creemos, más híbrido. Sobre todo, creo que podría convencernos de que es el género de las preguntas, el género del enigma irresoluble. Podría llegar a seducirnos con el atrevido pensamiento de que se trata de un género profundamente filosófico, materia esencial para el pensamiento, gran sustento del debate, la discusión, el intercambio de ideas.

Y todo ello porque la novela –al menos la novela que al autor le interesa, como se puntualiza–, se construye en torno a una falta, un vacío que, en su inaprensibilidad, confiere todo su vigor al relato: las buenas novelas son aquellas que se plantean un enigma que se obstinan en resolver durante todas sus páginas. El resultado de esta obstinación no es una respuesta, sino el recorrido explorativo, la búsqueda siempre frustrada de un punto concluyente. El producto final son las páginas del libro, la materialización del enigma con una textura y una complejidad con las que antes no se había –quizá– formulado. El deber del novelista consiste en hacer difíciles las cosas, en ver los entresijos en lo que parece plano: la ironía es su mejor arma –pienso en Kierkegaard y Climacus, no sé ya si son (es) o no novelista(s). Y su misión es opuesta a la del economista o el político: ellos deben optimizar, agilizar, concluir, resolver. Este debe demorar, detenerse, empezar siempre, no terminar nada nunca. La novela es el género del desconcierto, el libro constituido por un punto ciego, el arte de plantear cuestiones laberínticas.

Es esta persistencia en el enigma –algo que ya Adorno destacaba de la prosa kafkiana– lo que hace de la novela un género no solo complejo, sino heterogéneo, plural: una caja en la que cualquier género cabe, un tapiz tejido con las más variadas telas: ensayo, epístola, periódico, crónica. El libro reivindica la tradición novelística de ascendencia cervantina, inauguradora de la modernidad en su capacidad para armonizar tan y tantos dispares géneros, y la contrapone a la novela decimonónica, estilización del género a través de la preponderancia de la trama y la linealidad de carácter histórico en detrimento de su hibridismo fundacional. Ante estas dos clases de novela –cada una con “su verdad”–, la novela posmoderna, la de nuestro tiempo, se enfrenta como género al desafío de encontrar su verdad como una síntesis de aquellas dos, con el albedrío y mestizaje propios de su nacimiento y la perfección de la trama propia de su consagración como género dominante del ochocientos. En esta posmodernidad novelística Cercas incluye sus propias novelas, y destaca el trabajo pionero de Vargas Llosa en el ámbito hispanoparlante (así como el de Calvino, Kundera o Perec más allá), especialmente con La ciudad y los perros, obra a la que dedica todo un capítulo.

Tras aquella reflexión sobre la evolución del género, una crítica casi exhaustiva de Anatomía de un instante, el análisis del trabajo de Vargas Llosa y la aproximación a algunos maestros de las novelas del punto ciego –James, Conrad, Kafka–, el libro quiere acabar con unas reflexiones sobre la figura del intelectual y sobre la compatibilidad del trabajo del novelista con el posicionamiento político en la esfera pública, dos figuras que el propio Cercas reconocía como opuestas en sus funciones. Pero no en vano el propio escritor gerundense destaca tanto por sus novelas como por sus opiniones en prensa a propósito del independentismo catalán, la Unión Europea o el tenso clima español de pactos e investiduras. La única respuesta que en este atolladero se ofrece no es sino una cita de Ezra Pound: “Haré declaraciones que pocas personas se pueden permitir porque pondrían en peligro sus ingresos o su prestigio en sus mundos profesionales, y solo están al alcance de un escritor por libre. Puede que sea un tonto al usar esta libertad, pero sería un canalla si no lo hiciera”.

Vuelvo a la librería. Guardo el sabor de estas conferencias Weidenfeld, leídas ya dos veces, y reverenciadas ante la talla de los protagonistas de sus anteriores ediciones –Steiner, Chartier, Eco, Nussbaum, etc. –. Ojeo las novedades y los libros de siempre, consulto el estante de las novelas. Me veo reflejado en todos los libros, interrogado por todos los títulos. Urgido por fracasar en la aventura de dar caza a esa gran blancura, a esa enigmática ceguera.

Javier Cercas, El punto ciego. Las conferencias Weidenfeld 2015. Barcelona: Literatura Random House, 2016, 139 pp. ISBN 978-84-397-3117-7

Sobre Historia y teoría crítica en la obra de Kracauer

Sobre Historia y teoría crítica en la obra de Kracauer

Soy de la opinión de que Siegfreid Kracauer (8 de febrero de 1889 – 26 de noviembre de 1966) es un autor todavía por rescatar y pensar en español. Sus libros sobre cine, teoría de la imagen y literatura son conocidos tímidamente por los expertos. Me refiero, por ejemplo, a De Caligari a Hitler.  Una historia psicológica del cine alemán o su Teoría del cine. Muchos, gracias a Walter Benjamin, conocen su libro La novela detectivesca, que, al igual que los escritos del propio Benjamin o de la Teoría de la novela de Lukács, es un texto que trata de captar a través del género detectivesco parte de la cultura de su época (quizá esta tarea tendría que volver a hacerse traes el auge de los escritores de Europa del norte en literatura noir).

Historia y teoría crítica. Lectura de Siegfreid Kracauer es un audaz trabajo de compilación llevado a cabo por Susana Díaz, profesora en la Carlos III de Madrid, que, desde mi punto de vista, tiene dos pretensiones. Por un lado, expandir la recepción del filósofo alemán en la lengua de Cervantes; y, por otro, extraer de sus textos un análisis sobre el concepto de historia y sus líneas de convergencia  (y también de divergencia) con los autores incluidos dentro de la teoría crítica, como el ya nombrado Benjamin, Adorno (del que fue mentor, junto al que leyó de adolescente la Crítica de la razón pura), Horkheimer o el outsider Günter Anders. Un nutrido grupo de especialistas en teoría crítica, como Sergio Sevilla,  Antonio Aguilera, Carlos Marzán o Manuel Jiménez Redondo firman los artículos de esta edición, publicada a finales de 2015 por Biblioteca Nueva. Los textos son fruto de un curso homónimo celebrado en Valencia en 2013.

Este libro es un homenaje y también la reclamación de un espacio de reconocimiento a un filósofo que, además de pensar sobre la imagen, la hizo converger con problemas fundamentales en la filosofía, como la historia, la verdad, el estatuto de la estética en el siglo XX o la libertad. Sobre la conversión del mundo en imagen, y ésta en ideología, la actualidad de Kracauer es radical:

«La idea de imagen expulsa hoy la idea, expulsa lo esencial y la esencialidad […] El mundo mismo se ha dispuesto él mimso una cara de fotografía. […] De la fracción de un segundo que basta para iluminar un objeto depende a veces el que un deportista se haga famoso, que los fotógrafos lo fotografían una y otra vez por encargo de los magazines. También las figuras de las bellas muchachas y los apuestos muchachos hay que entenderlas desde la cámara. El que ésta devore el mundo es un signo del miedo a la muerte. Las fotografías querrían desterrar mediante el amontonamiento de fotografías la memoria de la muerte que queda co-pensada con cada imagen de la memoria. […] [E]l mundo se ha convertido en una actualidad fotografiable y la actualidad fotografiada queda eternizada. Ésta tiene el aspecto de haberse arrancado a la muerte; pero en realidad se ha abandonado a ella».

Esta cita es muestra de la cantidad de buenas preguntas que aún se abren con desde Krakauer. De estas preguntas está lleno este libro -que ya se había vuelto urgente- de Biblioteca Nueva, y esto, específicamente, es lo que hace de un libro de filosofía ser filosófico.

 

Top resuena diciembre

Top resuena diciembre

Volvemos a la carga con aquello que más nos ha gustado, obsesionado, alegrado, divertido o llamado la atención a lo largo del mes a cada redactor. Esperamos que os guste y que comentéis por aquí o las redes sociales que os parecen nuestras propuestas.

 

Marina

Coque Malla dio en 2012 un concierto un tanto peculiar para el estilo al que nos tiene acostumbrados: un recopilatorio de versiones de temazos de Rubén Blades, el rey de la salsa. Y, lo que aún no consigo encajar es porqué Coque Malla no hace algo que ha demostrado hacer muy bien con sus propios temas: girarlas y explotarlas al máximo. Coque se ha limitado a seguir con la estela de Blades, borrándose su propia marca, que tanto me gusta. No obstante, ha conseguido lo que quería: homenajear al maestro. Desde junio de este año está a la venta el cd (Coque Malla canta a Rubén Blades, Warner, 2015) en edición limitada y está disponible en Spotify. Es, al menos, un cd curioso.

Elio

Alessandro Baricco: Homero, Ilíada

Con la intención de realizar una lectura pública de la Ilíada, el escritor italiano Alessandro Baricco adaptó el poema homérico para reducir su longitud y acercarlo al público moderno. Una decisión genial de Baricco es eliminar los dioses de la narración, agilizándola y, sobretodo, destacando la humanidad de la historia y sus personajes. El resultado es una magnífica forma de acercarse al universo homérico y de recuperar la experiencia de la lectura en voz alta. No menos interesante es la reflexión final de Baricco sobre la belleza y la necesidad de leer hoy en día ese «monumento a la guerra» que es la Ilíada: «Aunque parezca espantoso, es preciso recordar que la guerra es un infierno, sí, pero lleno de belleza. […] Por eso, hoy, la labor del auténtico pacifismo debería consistir, más que en demonizar sin descanso la guerra, en comprender que sólo cuando seamos capaces de producir otra belleza podremos prescindir de la que la guerra nos ofrece.»

Antonio

Mi top del mes es sin duda Star Wars: El despertar de la fuerza. El tren del hype no me hizo sucumbir y disfruté de la película como un niño en la butaca. Para aportar algo más allá del film recomiendo que os deis una vuelta por spotify-starwars.com donde, usando vuestra biblioteca de Spotify, podrás saber que personaje del universo Star Wars eres basándose en tu música y podrás escuchar una playlist del mismo. En mi caso Boba Fett debido alto contenido de punk en mis playlists. Algunas de las listas son muy buenas y las podéis encontrar todas aquí. ¿Y tu quien eres?

Javier

El programa de radio Les nouveaux chemins de la connaissance se emite en la cadena France Culture de lunes a viernes, sus emisiones duran 50 minutos y está disponible en podcast gratuito. Se trata de un programa sobre filosofía que combina divulgación y rigor, que toca temas de actualidad filósofica y que también hace semanas monográficas sobre autores, obras o conceptos, en clave histórica. Muy recomendable.

Radio

Camilo

El revisitar al escritor chileno José Donoso debe ser considerado una actividad crítica de todo literato. ¡Hay que rescatar del olvido a este genio!  El escritor que sobresalió menos entre los representantes del así llamado ‘Boom Latinoamericano’, es una joya rarísima de la literatura en español. Su obra magna «El obsceno pájaro de la noche» es un laberinto psicológico infinito, un poema en prosa de gran impacto, el medicamento a una neurosis que se va desdoblando durante toda la novela. No creo que sea una exageración calificar a esta obra como clásico indispensable de nuestra literatura.

Guillermo

Este disco sublime de la desconocidísima fadista y trovadora Lula Pena, orfebrería de otro mundo, tallada en diamante, es mi descubrimiento del mes. Su voz imperfecta consigue hacer resonar los rincones más recónditos del alma.

Star Wars: El despertar de la fuerza. Mágico relevo generacional [sin spoilers]

Star Wars: El despertar de la fuerza. Mágico relevo generacional [sin spoilers]

En estos últimos años, pocas películas han acumulado tanta expectación antes de su estreno como la nueva entrega de Star Wars. Ya desde el primer teaser, las hordas de fans de la saga galáctica y los aficionados a la ciencia ficción en general habían empezado a segregar saliva con el plano del destructor estelar varado en las dunas. Había razones para el optimismo: George Lucas y sus malas decisiones habían quedado fuera del proyecto, lo que reducía las probabilidades de que se volviera a caer en los errores de las precuelas. Además, J.J. Abrams, su sucesor, tenía a sus espaldas un más que decente reboot de Star Trek. Sin embargo, tan altas eran las expectativas generadas por los impecables trailers y el bombo de estos últimos meses que una decepción, por pequeña que fuera, parecía inevitable. Pues bien, Star Wars: El despertar de la fuerza no sólo no decepciona, sino que logra un equilibrio imposible entre dos generaciones cinematográficas y narrativas.

Lo que hizo grande a la primera trilogía de Star Wars (1977-1983) fue aunar una impresionante imaginería visual con unos protagonistas con los que establecíamos un vínculo emocional casi desde el minuto cero, logrando que hasta una marioneta barriosesamista como Yoda nos hiciera sufrir al verlo toser. Todo esto se perdió con la segunda trilogía (1999-2005): los efectos visuales sudaban píxeles y los personajes sólo conseguían producir indiferencia o repulsión. No ayudaba en absoluto el guion, escrito en solitario por un George Lucas fuera de control.

Esta vez la tarea de elaborar el grueso de los diálogos ha corrido a cargo de Lawrence Kasdan, quien ya había sido uno de los artífices del libreto de El imperio contraataca (The Empire Strikes Back, 1980) y El retorno del Jedi (Return of the Jedi, 1983), además de una obra maestra como es En busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981). La pluma de Kasdan devuelve la chispa y el humor a una saga que se había llegado a tomar demasiado en serio a sí misma, al tiempo que la dota de gravedad en los momentos clave. Compartir guionista principal con El retorno del Jedi también ayuda a que esta nueva entrega no se sienta como un apéndice extraño de la trilogía original, sino como una continuación en toda regla.

Uno de mis principales temores era que la nueva generación de protagonistas no estuviera a la altura de las circunstancias. No en vano, muchos recordamos todavía ese lamentable Poochie con gomina perpetrado por Shia LaBeouf en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull, 2008). Afortunadamente, los nuevos personajes de Star Wars: El despertar de la fuerza tienen la consistencia necesaria para resultar interesantes y están interpretados por un elenco más que digno. Daisy Ridley, John Boyega, Adam Driver y Oscar Isaac están a la altura de las circunstancias y logran que sus conflictos internos nos importen. La interacción entre ambas generaciones de personajes funciona: las caras conocidas se ven reflejadas en las desconocidas sin que el conjunto rechine.

En el apartado visual y sonoro también se logra una fusión casi sin fisuras. Si la trilogía original se había resuelto a golpe de maquetas, marionetas y rotoscopio, las precuelas habían caído en el abuso de unos efectos digitales demasiado inmaduros para las aspiraciones de George Lucas. El equipo de J. J. Abrams no comete el mismo error y consigue armonizar la tecnología digital con los recursos tradicionales hasta el punto que a veces cuesta saber dónde acaba la maqueta y comienzan los polígonos. También tiene el acierto de evitar el circo visual: pese a la indudable espectacularidad de muchas escenas, los efectos están ahí para ayudar a avanzar la trama o para dotarla de una capa más de simbolismo, no como meros fuegos artificiales destinados a impresionar a la audiencia. Otro gran acierto creativo es seguir la línea de la tecnología sucia que habíamos visto en la trilogía original: los fuselajes de las naves y sus interiores están llenos de ángulos, los cascos se abollan y los robots rezuman óxido. En el aspecto sonoro, los efectos de sonido clásicos (los blásters, los sables de luz) se intercalan con nuevas y muy acertadas contribuciones (el extraño y escalofriante crujido que se escucha cuando el villano de la película intenta leer la mente de sus víctimas). Asimismo, la banda sonora del incombustible John Williams aúna temas clásicos de la saga con otros que, si bien menores y menos memorables, contribuyen a dar fuerza al conjunto.

Habrá quien critique a J. J. Abrams por no haberse arriesgado más, por haber elegido el camino fácil de la continuidad en lugar de dar un nuevo giro a la saga galáctica. Sin embargo, no sé hasta qué punto esta continuidad puede entenderse como un defecto. Es cierto que la nueva entrega repite muchísimos patrones de la trilogía original, pero se trata de algo que ya sucedía en las dos secuelas que sucedieron a la primera película y tiene todo el sentido del mundo si se entiende Star Wars como una serie creada a base de capítulos semi-autónomos y no como un único título cortado en partes, como sería el caso de El señor de los anillos (The Lord of the Rings, 2001-2003). No parece, por cierto, que nos encontremos ante el inicio de una nueva trilogía, sino ante el cuarto capítulo de una serie de seis, con las precuelas relegadas a un prescindible prólogo. Esto explicaría por qué en el título oficial del film no aparece ‘Episodio VII’ por ninguna parte. Es así, escondiendo los midiclorianos bajo la alfombra, como J.J. Abrams y su equipo han logrado devolver a la serie la magia que había perdido décadas atrás. Star Wars: El despertar de la fuerza es cine de aventuras del más alto nivel y un estupendo relevo generacional en una multiplicidad de sentidos.