La angustia de todas las madres: mother!

La angustia de todas las madres: mother!

En la primera vez me siento en la butaca sin más referencias de lo que va a acontecer que la del nombre del director y los dos actores principales. Me siento sin previo aviso envuelto en llamas, pero alguien me sonríe y la luz se abre camino, invadiendo la oscuridad. No hay más sonidos que los pasos de una madre y el latir de su corazón, que es el corazón de la casa, el corazón de un mundo enfermo.

La madre es Jennifer Lawrence, la protagonista del nuevo bebe de Aronofsky, un delirio artístico regurgitado en forma de película: mother!, madre! en la cartelera española. Javier Bardem interpreta a su esposo, un poeta de renombre que atraviesa una fase de bloqueo del escritor. Darren Aronofsky (Nueva York, 1969) dio a luz al monstruo tras un parto de cinco días, imbuido por un ataque de fiebre narrativa, cinco días solo en su casa sin apenas dormir, tecleando como un poseso que atraviesa una epifanía, castigando, lacerando las yemas de sus dedos, emanando el humo que precede a un fuego.

Es el fuego de la casa del poeta, que se incendió, pero luego apareció ella, su inspiración, con tanto amor por él que la empieza a reconstruir de arriba abajo, día tras día, pared a pared, un brochetazo tras otro, una labor de dimensiones faraónicas.

Quiero convertir esta casa en un paraíso

La madre tiene una conexión especial con la casa, puede oir su propio corazón, como si de un ser vivo se tratara. Una casa aislada, en medio de una nada posible en cualquier sitio, tu casa, la mía, la casa de todos. No es una película de terror ni de “casas encantadas”, como el tráiler hace creer; hay terror, sin duda alguna, pero a otros niveles, a niveles tan profundos como profunda esté tu alma, ahí llegará si permites que la película te despedace. Hay que estar dispuesto a pagar este peaje. El frio, los males del planeta, del ser humano, se avecinan, conformando una experiencia sensorial de dos horas única. ¿Como lo consigue? Principalmente, con el impresionante uso de la cámara. Este poema febril ofrece tan solo tres tipos de ángulos y son todos de la madre: primeros planos de su cara, por encima de su hombro y lo que sus ojos ven. Ella eres tú. Tú eres ella. Estás dentro de la casa desde el inicio de la película.

Cuando llega el primer invitado a la casa, que no ha sido invitado por nadie, un doctor interpretado por el gran Ed Harris, y el segundo, una majestuosa Michelle Pfeiffer, que da vida a su mujer, la sensación de tensión contenida, de intranquilidad, como la de una pesadilla que acaba de empezar y todavía no es tal, ese picor por el cuello de que algo no encaja, de que algo anda mal, se cierne poco a poco sobre tu consciencia y va apoderándose de ella.

El recién llegado matrimonio es atípicamente inquietante y son el desencadenante de más personajes extraños que van llegando a la casa, aumentando tu incomodidad. Ambos están espléndidos en sus papeles, el surrealismo en su comportamiento, una rareza no humana, genera en el espectador la risa incómoda, es la respuesta inconsciente al malestar, a huéspedes indiscretos y terribles, que te tratan como si la rara y fuera de lugar fueras tu, en tu propia casa. Mientras, tu marido parece encantado de tener a esta gente alrededor, al poeta se le ilumina la cara para tu estupefacción.

mother! es una pieza de arte ultratransgresora, vulgar pero elegante, explosiva e ingeniosa, con múltiples y copiosas capas, con metáforas y alegorías continuas, la casa es un enorme cubo de Rubik:  las piezas y las combinaciones entre sí son las interpretaciones posibles y las diversas lecturas que de ellas sacas, respectivamente. Dependiendo de por qué lado mires el cubo éste tendrá una apariencia u otra, ahora homogéneo como una cara con las piezas del mismo color, ahora desordenado, cuando las teorías giran por tu cabeza a la velocidad que el cubo en manos de un experto.

En la rueda de prensa del festival de Venecia, un periodista preguntó a Darren si la casa es el paraíso y Ed Harris y Michelle Pfeiffer son expulsados de él. El director sonrió y dijo que había emprendido un buen camino y le animaba a continuarlo, pero que era muy largo. Las interpretaciones son tantas y tan válidas entre si que es un milagro que esta película haya ocurrido. Una de las lecturas centrales y más claras gira en torno a la religión y a como el director la relaciona indivisiblemente al fanatismo y a la destrucción de la persona. Aronofsky, ateo declarado, ensarta a sangre fría en un palo afilado a Dios, a la religión, a la contaminación del medio ambiente y la Madre naturaleza, la avaricia, la codicia, el machismo, la violencia, a las guerras: cuantos más elementos se van sumando al palo, más se inclina éste acercándose al fuego, siendo el palo la película, que es la madre, que eres tú, que es el mundo y sus males……que es en primera y última instancia una sesión de terapia del propio Darren Aronofsky, quien juega a ser Dios y se comporta como tal, haciendo gala de un narcisismo de dimensiones bíblicas, pues lo que subyace es que la película es Él, por encima de actores, lecturas y simbolismos.

“Toda esta gente ha venido solo para verme”

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Disfrutamos del mejor papel en la carrera de Jennifer Lawrence y también el más exigente, reconocido por la actriz misma; espectacular en su gesto contenido, de lucha interior contra la angustia creciente, por guardar las formas en un mundo donde parece que nadie las respeta. Su comportamiento, sin embargo, también es enigmático y misterioso, fuera de sitio en ocasiones. Es la cara del agobio, de la opresión y del sufrimiento. Bardem la acompaña a un nivel altísimo, con una expresión de lejanía constante, de mirada al infinito, a veces quema de tan fría y en otras sale el Bardem que más conocemos, ese carácter fuerte, de amalgama de sentimientos. La mezcla de ambos en la película es explosiva.

Atendiendo a la banda sonora no vamos a encontrarla, no tiene. En las obras más célebres de Aronofsky, Requiem por un sueño (2000) y Cisne negro (2010) la música es absolutamente fundamental, tanto o más importante que el resto de componentes, para tele transportarnos e hipnotizarnos, antes de darnos el subidón definitivo de adrenalina. “Me di cuenta de que cada vez que pones música en una película estás diciendo a la gente como se tiene que sentir. Sin música no sabes lo que va a pasar y eso es lo que queríamos, hacer a la gente sentirse insegura, tan insegura como Jennifer Lawrence”

En su lugar, mother! amplifica los sonidos por encima de lo permitido, donde el girar del pomo de una puerta, un golpe en la cara o el crujir de los peldaños de una escalera se reproducen a escasos centímetros de tu tímpano. Este hiperrealismo sonoro, unido al continuo seguimiento de la angustia de la madre, es un chute en vena de opresión y profundo malestar, lo que no deja de ser habitual marca de la casa del director, pero aquí un meritorio triunfo personal: se ha deshecho de la música, una de sus grandes armas, pero el reto, el hándicap, deviene en lograr su mejor película, a sus casi 50 años.

El desasosiego va avanzando de lento a constante. La madre se siente cada vez más incomprendida, el clima empieza a estar profusamente cargado cuando se sobrepasa la hora de película y esas risas que descargaban la tensión van dejando de oírse en la sala; lo que era un thriller dramático con ambientación de película de terror se transforma de repente en el apocalipsis, capas y lecturas saltan por los aires, al surrealismo reinante se le suma una bárbara y disparatada esquizofrenia que lo engulle todo. Se empieza a ir todo a la mierda y contigo incluido.

Esta película es Jodorowsky puesto de esteroides

Es el cénit de la carrera del director, unos minutos del fin del mundo que deben ser escritos en mayúsculas como de los mejores de los últimos tiempos en el cine, apabullantes, gloriosos, pero eso es lo que seguramente menos te importe a ti en ese momento, porque la tensión te ha mantenido los párpados abiertos, secándote el lagrimal, para ahora darte unas punzadas con una aguja. La película no tiene piedad, pero la poesía de la cámara de Matthew Libatique sí; el fotógrafo de los filmes de Aronofsky siempre transmite belleza, una magia poética añadida a lo que muestra la imagen, ayudando a rebajar el clima pero solo lo suficiente, lo justo como para seguir permitiéndonos respirar, como los fade to white (fundido en blanco, una ruptura en la historia, que da lugar a otro acto) Nada más. mother! no va a ofrecerte ninguna otra licencia ni nada de lo que le pidas, sino todo lo contrario, te lo quitará todo y mucho más.

A los hijos les das, les das y les das….pero nunca es suficiente

A mi mother! me ha destrozado, me arrancó las entrañas tras hacerme sufrir, sin el menor reparo o miramiento, pero para renacer; para volver siendo más fuerte hace falta antes morir. Si vas a verla, si aceptas el reto, que no sea un viernes o sábado noche a un centro comercial, cuando adolescentes y gente joven no preparada para películas profundas van a poder fastidiarte o arruinarte la experiencia. Hazte un favor, ves a un cine de barrio, si tienes la suerte. Si no, ves a verla donde puedas, pero que sea entre semana. Vengo muy recientemente de empezar un camino nuevo en mi vida, cuando justo se atravesó esta película en él. Tras meses sin escribir, sumido en una depresión escondida a plena luz, una charla con un amigo y mother! me hicieron recuperar la pasión, por mi hobby, por las críticas, y poder renacer. He ido a ver la película un total de tres veces, una auténtica autoflagelación, la última tras la cual lloré, me paraba por la calle y tenía que sentarme, no podía más, exploté, por fin, exhausto, como hacia nunca. Joder, puto Aronofsky, esto ha dolido en el alma, pero gracias. Éste soy yo insertando mi sesión de terapia psicológica, de mi vida más personal, en una crítica de una película. En realidad, es a lo que conduce el filme, es lo que Aronofsky quería.

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Si cuando acabe este parto de dos horas, sentís que no habéis entendido casi nada, ignorad el shock un minuto y prestad atención a la canción que suena con los créditos y a su título. Se nos ofrece un regalo musical para terminar de convertir nuestro corazón en cenizas y para que entendamos el mensaje principal, la moraleja primigenia de esta historia. Tendréis que verla hasta el final para averiguarla.

“Hay muchas maneras de entretener a la gente (……) siempre va a haber un nivel en el gusto acerca de cuán lejos se puede llegar y estoy seguro de que habrá gente que no va a querer tener este tipo de experiencia…y me siento totalmente bien con eso, porque fui y he sido muy claro al respecto, acerca de esta película: es una montaña rusa, ven solo si estás preparado para dar vueltas unas cuantas veces” Amén.

El cuarteto y la herida: Posadas, Parra y Haas en Sampler Sèries

El cuarteto y la herida: Posadas, Parra y Haas en Sampler Sèries

El Elogio de la sombra (2012), de Alberto Posadas, es la obra que abría el concierto del Cuarteto Diotima del pasado 6 de abril en L’Auditori de Barcelona, dentro del ciclo Sampler Sèries en colaboración con el Festival Mixtur. Es una obra basada en unos versos de J. A. Valente y, presuntamente, explora las posibilidades plásticas y materiales de la sombra: como superficie, como resto, como marca, como creadora de espacio, etc. A nivel sonoro, encontramos un trabajo minucioso del carácter constructivo del efecto, con especial hincapié en el glissando. A nivel interpretativo, el cuarteto se concentró en un equilibrio absolutamente milimétrico de cada plano sonoro, demostrando así su dominio de lo camerístico y de las dinámicas. La tensión se dirigió al pianíssimo del último tercio, donde los instrumentos son insonorizados; y al final, con el solo de cello, que mostraba la absoluta fragilidad de todo lo construido anteriormente. La obra, según la interpretación de Diotima, quedaba articulada entonces en cuatro grandes bloques dinámicos contrastantes. Siempre tengo mis dudas con que aquello programático que el propio Posadas sugiere que se esconde tras sus obras se escuche, es decir, no sé si en este caso (como me sucede con obras como las del ciclo basado en las pirámides de Egipto) allí había sombras o no, mucho menos la rimbombante promesa del programa de mano (firmado por Vicent Minguet), que rezaba: «Posadas treballa amb un univers sonor que també és una metàfora de la realitat: el filtratge com a sinònim del difuminat, l’espectre acústic desmarxat com a metàfora de l’ombra. Assistim així a la travessia que la memòria recorre des del foc fins a la cendra, de la llum fins a l’ombra. L’elogi, el trobem en la dissolució de les formes, productes efímers de la memòria, i es palesa a través de la repetició difuminada dels gestos». Pero sí que, no sé si a colación de las sombras o no, en general -y de ello se ocuparon los intérpretes- uno de los puntos fundamentales era la paulatina modificación de las células y su extensión por todas las voces, entendidas en este caso como color.

Leaves of reality (2006-2007), una obra de juventud del aún joven y reciente ganador del Premio Nacional de Cultural que otorga el Consejo Nacional de Cultura Hèctor Parra -su primer cuarteto- son miniaturas enmarcadas por el silencio. El hilo conductor en todas ellas es el contraste entre el tenuto de alguna de las voces en contraste con la panoplia sonora del resto. Esta panoplia estaba marcada por los sforzandi. La versión del Cuarteto Diotima fue más dulce que la del Cuarteto Arditti, que se encargó de su grabación en 2007. En Leaves of reality ya se muestra, de una forma más inmediata que en obras posteriores, el interés de Parra por lo matérico. A diferencia de la pieza de Posadas, construida mediante grandes planos sonoros, mediante esos bloques de dinámicas que comentábamos, en esta obra Parra trabaja en y desde lo pequeño, tanto por esa subdivisión silenciosa entre piezas y como por la puntillista construcción melódica. En contraste con lo que el nombre sugiere, no sé si se colaba aquí la realidad o, por el contrario, mundos posibles que, de pronto, irrumpen en lo real, lo inundan con su sonido y vuelven a desaparecer, desbaratando la presunta tranquilidad sonora cotidiana. Más que a «la fragmentació del jo davant la urgència que sentim enfront de l’inabastable o l’extrema paradoxa de la plenitud que provoquen determinats estats fugaços», como sugiere Vicent Minguet, esta pieza me parece que apunta a eso que Walter Benjamin exigía de la filosofía, ser capaz de filosofar desde los posos del té. La música de Parra vibra desde eso pequeño, minúsculo, que pasa desapercibido, pero que unido posee una fuerza arrolladora que solo a duras penas, mutilado, puede calmar el silencio.

El concierto finalizó con el Cuarteto n. 7 de Georg Friedrich Haas, uno de los recuperadores fundamentales del cuarteto de cuerdas de los últimos años (2011). Este cuarteto se basa en una revisión crítica de lo consonante. El trabajo con glissandi era, en realidad, micromodulaciones del sonido que, casi de forma casual, alcanzaban sonoridades que -tradicionalmente- se han considerado como consonantes. ¿Se puede aún hablar de que algo es consonante en un contexto tal de micromodulaciones de lo sonoro? Si algo es tema en este cuarteto, es de la fragilidad de lo que se asume como consonante. El Cuarteto Diotima se concentró en dos aspectos. Por un lado, remarcar la irrupción de lo forte  como elemento de interpelación, como intervención sobre capas más o menos estables, algo que rompía con las lógicas del continuum melódico que prometía la concentración en los glissandi. Y, por otro, su posición fue de oposición frente a la electrónica, como si ésta usurpase, de alguna manera, el legítimo -y diminuto frente a lo tecnológico- de lo humano. Por terminar de glosar las notas de Vicent Minguet, en las que señala que « l’austríac Georg Friedrich Haas tenia clar des del primer momento que els dotze semitons temperats no eren una eina suficient per expressar amb exactitud els matisos finíssims que la música ha de suscitar en l’ànima humana. D’aquesta manera, l’equilibri entre raó i emoció, entre la llibertat expressiva i el càlcul de l’espectre sonor, deixa lloc a una música que, en el cas del Quartet de corda núm. 7, troba en l’electrònica una projecció i una integració perfectes», creo que es fundamental aclarar dos cosas: que ya no estamos -aunque parezca una perogrullada- ni en el siglo XVIII ni en el XIX como para seguir hablando de que la música debe o no suscitar nada en el “alma” humana y, sobre todo, que precisamente lo que muestra Haas es el rastro de una herida: de la que adolece toda la música desde el derrumbe de la tonalidad, en la que toda composición es siempre una afrenta contra la técnica, lo tecnológico, lo formal y el sentido. No hay “integración perfecta” si se trata de música, como la de Haas, que aún tenga cosas que decir.

Crónicas desde el Keroxen (II)

Crónicas desde el Keroxen (II)

20/10/2016

El segundo y último fin de semana del Keroxen empezaba el jueves con el post-rock de We Were Heading North. Con una puntualidad que es de agradecer, y que tan pocas veces se ve por estas tierras, desplegaron sus paisajes sonoros y sus temas instrumentales con un gran gusto por las texturas y el contraste entre la calma y la tormenta. Todo un descubrimiento.

Seguidamente, Miniatura desde Gran Canaria nos ofreció un concierto que se podría definir como elegante. Como si Placebo se hubieran dedicado a experimentar con la electrónica, sus canciones tienen ese aire new wave británico que le da a todas sus composiciones un aire de melancolía sin exageraciones.

Después, Noiseed, una de las sorpresas de la noche. Pese a que llevan ya algunos años recorriendo los escenarios de las islas, tal vez muchos los descubrimos ese día. Como si Nine Inch Nails chocaran contra lo mejor del post-punk, la mezcla entre voz y bases produjeron un concierto realmente intenso.

Brutalizzed Kids ya no necesitan presentación. Como viene siendo habitual, para el Keroxen se ponen su traje más industrial y nos ofrecieron canciones de sus primeros discos, en los cuales las bases electrónicas estaban mucho más presentes que en sus últimas canciones. Ya han conquistado al público antes de empezar a tocar.

Ya en clave más clubber, Jorganes nos ofreció un concierto cargado de hipnotismo. Electrónica sutil y juegos de luces envolventes, su concierto hizo mover a todo el público como si de los mejores clubes europeos se tratara.

Para finalizar la noche, Resonance nos presentó su nuevo disco Light Continuum, cargado de fuerza y compromiso. Las nuevas composiciones tienen un aire épico que engancha a cualquiera que las escuche. En su campo, gracias al trabajo de mucho tiempo, también tiene al público entregado desde la primera nota.

21/10/2016

La jornada del viernes empezó con Holograma, un dúo andaluz haciendo una mezcla entre electrónica y rock, la cual fue muy bienvenida entre el poco público que, por el momento, había. Pese a ello, nos ofrecieron un conjunto canciones originales y llenas de experimentación.

Como si de un planeta extraterrestre hubieran llegado, Bala ofrecieron uno de los conciertos más salvajes de todo el festival. Stoner rock descargado por dos chicas gallegas que, por momentos, sonaba a Black Sabbath, y por otros a Black Cobra. Una de las sorpresas del festival.

Ocellot desde Barcelona pusieron la diversión en la jornada. Su pop electrónico hizo bailar a toda la sala, ya llena hasta reventar. Su apuesta por la fusión y los ritmos bailables triunfó entre un público que se quedó con ganas de más.

Schwarz volvieron a las islas para triunfar. Su propuesta ha evolucionado desde la última vez que nos visitaron. Su rock minimal, preñado de electrónica y sutileza se juntaba a veces con momentos de noise sostenido. Siguen creciendo.

Eric Copeland, miembro de los grupos Black Dice y Terrestial Tones, venía con el añadido de haber colaborado con los conocidos Animal Collective. Electrónica ruidista y bailable, conjugó los beats hardcore con la voz como instrumento adicional. La electrónica puesta al servicio de la experimentación punk.

 

22/10/2016

El último día del festival, ya que este año las fechas se han concentrado en dos fines de semana, comenzó con El fenómeno de Taganana y Sonidero Lastone. Estos dos selectores empezaron a calentar la tarde con vinilos de música tropical, cumbia vieja, mambos, coplas, etc. Perfecto para prepararse para el resto del día.

Grita es definido en la página del festival como centrado en la «cumbia clásica, en los sonidos folklóricos, la champea, el porro y el palenque». Más allá de etiquetas, nos ofreció un concierto en el que los distintos estilos y maneras citadas se fusionaron de una forma realmente sorprendente.

Ya con las visuales de Lasal en marcha, las cuales acompañarían a los grupos durante el resto de la tarde, Chico Trópico ofrecieron uno de los conciertos más divertidos del festival. Con una puesta en escena entre el chamanismo y dadá, se movieron entre la psicodelia latinoamericana y los nuevos sonidos tropicales. Si a eso le suman el espíritu de los antiguos pobladores de Canarias, sólo se puede esperar que el publico se quede con ganas de más.

Los siquicos litoraleños fueron una de las sorpresas del día. Como si la cumbia se hubiera vuelto electrónica, hicieron bailar a la gente durante todo el concierto. Una de las mejores muestras de que la cumbia y los sonidos tropicales empiezan a ser un nuevo centro de gravedad de la música más experimental.

Porest pusieron el contrapunto frío y racional a las dos propuestas que tocaron antes y después de ellos. Eletrónica cerebral, fría por momentos. La dark-wave hecha a base de texturas y ritmos minimal. Un concierto para ver más que para bailar.

Con Meridian Brothers como broche final para el festival se confirmó el auge de lo latino dentro del mundo de la fusión y la experimentación. Bases programadas y ritmos latinos para una mezcla que triunfó sin lugar a dudas. Lo más sorprendente, una versión del Purple Haze de Jimi Hendrix en versión cumbia que gustó incluso hasta a los más rockeros del público. Perfecto final de fiesta.

Un año más, el Keroxen demuestra cómo existen colectivos e iniciativas en estas islas que realmente vale la pena conservar y promover. Sin envidiar a cualquier festival europeo y habiéndose ganado un nombre dentro del mundo de los festivales más experimentales, no se puede hacer otra cosa que reconocer el trabajo de toda la gente que hace posible el festival. Por muchos años más…

ULTRASHOW de Miguel Noguera, no apto para los fans de chistes de suegras y cuñados

ULTRASHOW de Miguel Noguera, no apto para los fans de chistes de suegras y cuñados

¿Quién es Miguel Noguera y qué narices es el posthumor?

Miguel Noguera es un humorista, dibujante y escritor, nacido en Las Palmas de Gran Canaria que creció en Mallorca y estudió Bellas Artes en la UB de Barcelona. Algunos de sus libros son: “Hervir un oso”, “Ultraviolencia”, “Ser madre hoy”, “La vieja tigresa o el erotismo en la senectud”; estos últimos publicados con la editorial independiente barcelonesa Blackie Books.

“Recuerdo que lo más cercano al Ultrashow que hice en la facultad fue reproducir un chiste que había grabado previamente en una grabadora. Los profesores se lo tomaron mal… no eran muy fans del humor. En el chiste decía «¡madre con sus hijos!», y se oían unos ruiditos como de animal muy pequeño y entrañable que hacía yo succionando con la boca, luego decía «¡madre viendo cómo asesinan a sus hijos» y se oía el mismo tipo de ruido pero con gran frenesí, succionando a fuertes ráfagas, como cuando terminas el Fairy, ese ruido desesperado. En fin, son anécdotas seminales, pequeños gérmenes.“

El Ultrashow es un monólogo con partes improvisadas e ilustraciones proyectadas en powerpoint.  

Cuando Noguera hizo su aparición en escena el público estalló en aplausos, hasta ahí todo normal, lo sorprendente es que cuando empezó a colocar su atril y colocar sus papeles (tomándose su tiempo, eso sí), la gente se empezó a reír, auténticas carcajadas que contagiaron al intérprete. Una vez destacado el endiosamiento de Noguera por sus seguidores, empieza el Ultrashow con un cántico improvisado que cuenta una historia absurda, una vez finalizado, lo desarrolla y explica.

Aunque trate de sostener un personaje lleno de desidia y autodesprecio, se ve que se lo pasa muy bien en escena, es muy expresivo y tiene un imaginario bestial. A veces juega a tener un trastorno de identidad disociativo y habla de sí mismo en tercera persona o se regaña a sí mismo, lo que me recuerda al recurso utilizado por Neil Hilborn con su poema “OCD”.

El espectáculo continúa con fallos de sonido y por momentos parece escucharse la música de la sala de al lado. Dejando eso aparte, Noguera desarrolla sus ideas con mucha creatividad, repeticiones y autocrítica. Personifica objetos y conceptos, por ejemplo, le pone caras a las trincheras, o se imagina que la idea de apertura del espectáculo con cántico se le apareció con forma humana con capa. Plantea conceptos originales y lleva situaciones hipotéticas al extremo, como la creación de un palacio de talco o la persona que viaja al futuro y encuentra que la palabra “hola” es arcaica y está en desuso por la RAE. También representa pasajes bíblicos y se cuestiona frases hechas.

Termina leyendo un texto en el que nos dice expresamente que “nos está robando” y que otros artistas podrían estar en su lugar, etc.

Después de esto, yo sigo sin saber qué es el posthumor, o mejor dicho, sigo sin querer aceptar esa etiqueta. Sí, es cierto que lo que hace Noguera se sale de la línea de comedia habitual, pero es que el panorama de comedia en España es bastante retrógrado en general, cualquier cosa que se salga de los chistes de suegras y cuñados se considera comedia alternativa. Hay cómicos y cómicas allí afuera con mucho talento arriesgándose a probar cosas nuevas, y son absolutamente necesarios, igual que el señor Noguera.

 

Crónicas desde el Keroxen (II)

Crónicas desde el Keroxen (I)

El festival Keroxen se ha convertido, desde hace ya algunos años, en referente de las propuestas más vanguardistas dentro de todos los géneros de la experimentación, desde las nuevas tendencias del rock hasta la electrónica. Este año vuelve a ofrecer un cartel que podría ser el de cualquier festival de cualquier capital europea, lo cual dice del inmenso trabajo que hay detrás.

Después de un viernes donde se calentaron bien los motores de los que será la edición de este año, el sábado arrancó uno de los primeros días grandes del festival. Para comenzar, Nuria Delgada nos ofreció un concierto/performance en el que por momentos recordaba a John Cage y en otros a una cantautora folk con aires artaudianos. La unión de la tuba y la percusión minimal ofrecían una actuación experimental con algunos temas («Manolo, cómeme el coño, por favor») más que memorables.

Seguidamente, Conjunto Podenco desde Gran Canaria. Con el gran Fajardo al frente, cuya carrera en solitario se va haciendo cada vez más reconocida a nivel nacional, y ya en marcha las visuales de Simone Marin que acompañarían toda la noche al resto de bandas, ofrecieron un concierto redondo que supo a poco. Entre el rock instrumental a lo The Joe K Plan y el post-hardcore a lo Dischord, fueron, tal vez, una de las mejores sorpresas de la jornada.

Tupperwear ya comenzaron a poner las máquinas a pleno rendimiento con su electrónica minimal. Justo cuando la sala casi ya estaba llena a rebosar, sus ritmos de electrónica lo-fi y su ruidismo contenido triunfaron sin ningún género de dudas.

Desde Alemania, Tau! ofrecieron un concierto más que interesante. Como si dos teutones se hubieran pasado una temporada metidos en una tribu de navajos, desplegaron una especie de folk del desierto muy original y épico, con muchos momentos de una especie de éxtasis animista bañado por unas guitarras que, por momentos, sonaban a lo mejor del noise-rock de las últimas décadas.

Para terminar la noche, Group A, procedentes de Japón pero afincadas en Berlin. Sus dos componentes se repartieron la producción de una electrónica dura que desafió los oídos de la audiencia. La fusión con un violín tratado electrónicamente le dio al concierto un aire de fusión para nada artificial. Todo al servicio de una electrónica ruidista que, por momentos, llegaba a ser hardcore.

La fiesta siguió en el Ocean Club, donde se dieron las propuestas más bailables. Después de la sesión de D. Wattsriot, Denge Denge triunfaron por todo lo alto con su cumbia electrónica. Una propuesta más que acertada y bailable para cerrar uno de los primeros fuertes del festival.