Oportunidad o ruina absoluta

Oportunidad o ruina absoluta

Que Barcelona es una ciudad donde se disfruta y se hace muy buena música, es algo que nadie discute. Al ser una ciudad europea cosmopolita, las posibilidades de poder disfrutar de las más variadas músicas del mundo son enormes. Barcelona cuenta con una larga tradición musical, que se ha ido configurando muy lentamente y que muestra cuan variadas han sido las influencias que la han ido conformando como sociedad. No podemos hablar de una construcción monolítica, pues pese a ser la orgullosa capital de Cataluña y guardar en su más íntimo ser hermosas obras tradicionales, podemos encontrar muchas otras manifestaciones musicales que ya forman parte muy arraigada de la identidad barcelonesa.  

Una de estas músicas es la mal llamada “música clásica”, o más brevemente, “la clásica”. Barcelona ha sido, por ejemplo, un orgulloso bastión wagneriano, tierra donde grandes artistas se han formado y han realizado mucho de su trabajo. No es una casualidad o efecto de un extraño sortilegio que nombres como Pau Casals, Enric Granados, Antoni Ros Marbà o Jordi Savall, entre otros muchos, hayan estado íntimamente unidos a esta ciudad, pues pese a haber nacido en otras partes de Cataluña, fue Barcelona, la ciudad en la que se formaron y a la que llamaron casa.  Es la misma sociedad barcelonesa, la que, desde hace muchos siglos, ha ido generando el clima propicio para abrigar la creación de las más diversas iniciativas personales, dotándolos de las instituciones musicales con las que ahora mismo contamos los que hemos decidido que este es nuestro hogar. 

 Barcelona ha contado con una nutrida agenda de conciertos, que ha ido fluctuando con los años tanto en su calidad, como en la cantidad de conciertos que ofrece. Los tres centros de referencia de la ciudad: El Palau de la Música, L’Auditori, y l Liceu, además de sus temporadas propias de actividades, conforman su oferta final con las propuestas que las diversas promotoras que hay en nuestro país le hacen. De este modo, en el Palau o en el Auditori por ejemplo, hemos podido disfrutar de espléndidos conciertos organizados por la dirección de estos teatros, así como otros promovidos por BCN Classics o Ibercamera

A ello hay que sumar, la actividad de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC), de la Sinfónica del Liceu, de la Sinfónica del Vallés o de la recientemente formada Orquestra Simfònica Camera Musicae, orquestas catalanas que se presentan en los tres escenarios arriba mencionados y que junto con orquestas como la Filarmónica de Berlín o la de San Petersburgo, tejen la actividad habitual dentro de la música clásica en nuestra ciudad.  

Todo esto se vio suspendido por la pandemia, al igual que ha pasado en casi todo el mundo. Europa entera, cerró a cal y canto la actividad en todos sus teatros hace ya casi un año, y pese a tímidas aperturas que siempre terminaban en cancelaciones, en capitales como Venecia, o Berlín, la situación sanitaria ha congelado la actividad concertista tal y como la conocíamos. Muchos grupos y artistas han necesitado de sponsors para poder salir adelante, pues las giras programadas o se han cancelado, o están prorrogadas sine díe. La gente necesita cada vez más de la música y la cultura, pero los gobiernos europeos en su mayoría, acosados por unas cifras inasumibles de contagios, han optado por mantener hasta la próxima primavera, el veto a la actividad cultural en casi todo el continente.

Y aquí, en medio de esta situación, Barcelona tiene un nicho de posicionamiento, pues afortunadamente, si bien con muchas restricciones y necesarias medidas de prevención, la actividad cultural se ha restablecido ya desde hace casi dos meses. Esto ha hecho que artistas que han visto cancelados sus conciertos o sus giras en ciudades como París o Berlín, contemplen la posibilidad de actuar en nuestra ciudad, donde se da la afortunada conjunción, de contar con tres escenarios de enorme prestigio mundial, y de una afición verdaderamente sedienta de música. Ya incluso antes de la pandemia, muchos artistas de la talla de John Eliot Gardiner, Grigori Sokolov, Valeri Guérguiev o Anne-Sophie Mutter se habían expresado en términos muy elogiosos de nuestra ciudad, pues se sentían bien acogidos tanto por un público que apreciaba su trabajo, como satisfechos por el espacio y las condiciones en la que habían actuado, dando al exterior una imagen que beneficiaba a la marca Barcelona. 

La actual posibilidad de realizar conciertos en la ciudad, evidentemente que es una maravillosa oportunidad para su marca internacional,  y es por ellos que iniciativas como  “Barcelona Global” han apoyado a Ibercamera en la promoción de la gira que Valeri Guérguiev  junto con la Orquesta del Mariinsky, ha realizado en recientes fechas por algunas ciudades españolas entre las que se encuentra la  capital catalana, pues el mensaje que se envía al exterior es muy potente de cara a atraer, cuando las circunstancias mejoren, a un cierto tipo de turismo que puede ver en la ciudad condal un espacio donde disfrutar del arte. 

Este empeño es el que hace ya años, se puso como su principal objetivo el proyecto de “Barcelona Oberta”. Coordinando una temporada de conciertos donde los tres grandes escenarios barceloneses aportan algunos de sus conciertos, de cara a vender en el exterior una propuesta atractiva donde Barcelona sea vista como un centro de referencia musical y cultural.  La oportunidad es grande y puede traer efectivamente muchos beneficios culturales y económicos a nuestra ciudad, pero creo que, si solo vemos esta coyuntura como la posibilidad de atraer turismo cultural, algo en sí mismo fantástico, aprovecharemos solo en parte lo que esta oportunidad tiene que darnos. 

Por que si bien es cierto ahora mismo Europa está cerrada, llegará el momento en que Londres, Viena o París abrirá de nueva cuenta su oferta cultural, y si nosotros no hemos hecho los deberes, estos turistas que posiblemente han llegado, atraídos por la belleza de la ciudad y las posibilidades culturales que en ella encuentren, se volverán a ir. Y cuando digo hacer los deberes me refiero a ayudar a los músicos y artistas que aquí viven, trabajan y crean. Hacer los deberes es revisar los presupuestos que se asignan a la cultura en general, porque, si no hay dinero suficiente, los creativos o se buscan la vida en otro trabajo o se marchan a donde hay recursos para vivir dignamente. Barcelona tiene que aprovechar el prestigio que da en el medio internacional, que orquestas y artistas de primer nivel vengan a sus teatros para hacer una propuesta propia y nueva. Se trata de invertir en innovación y en el talento que hay en Barcelona y no solo servir como el escenario provincial mientras pasa la tempestad.  

Barcelona tiene a sus espaldas siglos de una sostenida y nutrida actividad creativa, no es un accidente que sea considerada un centro cultural muy importante en el mundo, pero si queremos estar entre los primeros referentes mundiales, y esto es algo que muchos queremos, es fundamental apostar fuerte por el talento y la inmensa creatividad de los artistas de esta tierra, la oportunidad está ahí, hay que aprovecharla. Seguimos. 

Técnica y expresión

Técnica y expresión

El eminente musicólogo Español Adolfo Salazar, en uno de los ensayos que publicó en Ciudad de México en 1951 sobre J.S. Bach, se lamentaba sobre la “incomprensión” con que el romanticismo había tratado a Bach. En su opinión, solo había sido reconocido y admirando en el maestro de Leipzig, su consumada técnica compositiva y no la profundidad, belleza y expresividad de su obra. Evidentemente que esta es una opinión muy personal de Salazar, pero que ha venido a mi memoria, tras muchos años de haberla leído, la noche del pasado 2 de febrero, en que algunos afortunados, reunidos en el Palau de la Música, tuvimos la oportunidad de disfrutar de una espléndida lectura, del primer libro de El clave bien temperado, de J.S. Bach. 

El clave bien temperado, es una obra fundamental dentro de la música Occidental. Finalizado muy probablemente en 1722, este libro junto con el segundo que terminó el maestro, no fue publicado hasta 1744, después de su fallecimiento. Cada tomo cuenta con 24 preludios y fugas, escritos en todas las tonalidades de la escala cromática. La posibilidad de explorar la afinación temperada, siendo esta, la que se realiza afinando los sonidos de todas las teclas, manteniendo entre las que son contiguas la misma distancia, de modo que entre ellas siempre haya medio tono exacto, entusiasmó mucho a Bach desde muy joven. Nosotros hemos vivido siempre bajo esta afinación y nos parece la más natural posible, pero antes de esta posibilidad, si se quería tocar alguna pieza sobre un teclado afinado bajo la afinación pitagórica, que era la más utilizada entre otras posible, había que ajustar la afinación del teclado, porque de lo contrario, la música sonaba simplemente desafinada, lo que limitaba mucho las tonalidades en las que se podía trabajar. 

Bach se propone con este libro, mostrar las inmensas posibilidades a nivel tonal que se tenían bajo este sistema de afinación y por ello escribió un preludio y una fuga en cada uno de los 24 tonos, tanto mayores como menores, que existen en la escala cromática. El resultado es simplemente increíble, porque explora en profundidad las posibilidades técnicas para el intérprete, así como las expresivas, que esta inmensa paleta tonal le permite trabajar. El clave bien temperado, actualmente, es una obra indispensable para todos los aspirantes a pianistas, pero también es una obra que todos los músicos hemos trabajado a nivel de análisis, tanto de sus preludios, como de sus asombrosas fugas. Y este es el nivel en el que Adolfo Salazar viene a mi memoria, porque durante décadas, se ha dicho que el clave bien temperado, muestra a un Bach más bien frío y matemático, asombroso en su técnica, pero inexpresivo. Y el pasado martes 2 de febrero, mientras escuchaba el preludio en mi bemol menor BWV 853, fue simplemente imposible no conmoverme ante algo tan sincero y hermoso. 

Schaghajegh Nosrati, pianista alemana de origen israelí, que ya había debutado en nuestra ciudad el pasado agosto, realizó una interpretación de la obra simplemente fantástica. Nosrati no solo es una pianista consumada, con una técnica muy consolidada, unos dedos muy fuertes y ágiles, además de mostrar una precisión y una amplia gama de ataques que le permiten tejer y hacer cantar muy bien, las voces de una fuga. Es, además, un consumado músico, que conoce perfectamente cada uno de los preludios y fugas que integran la obra y supo muy bien cómo desplegar las partes que la conforman. Creó una lectura fiel al texto original, pero tomando decisiones que le dieron vida y empuje a su interpretación. No solo se trataba de disparar notas y mostrar el alto grado de su técnica pianística, sino de realizar una ejecución trascendental de una obra tan relevante.

Bach es para Nosrati su autor talismán y ya el pasado agosto interpretó en el Palau de la música, la Partita núm.2 en Do menor, BWV 826, obteniendo un inmenso éxito. Pero tocar El clave bien temperado es subir varios grados, pues para poder hacerle frente con éxito a semejante empresa, se requiere no solo de haber trabajado por muchos años la obra, sino de poder administrar y mantener una tensión y una concentración muy intensas durante casi dos horas ininterrumpidas. Con tan solo 32 años y un brillantísimo curriculum, la carrera de Schaghajegh Nosrati, promete y mucho. Viendo lo pronto que regreso a casa nostra, creo que podemos decir que se ha iniciado una muy buena relación entre ella y el público barcelonés. Seguimos.

De plumajes y tradiciones

De plumajes y tradiciones

Escribe Salvador Día Mirón en su poema “Gloria”:

Los claros timbres de que estoy ufano,
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!

 

La cita vino a mi cuando supe la historia de Teodor Currentzis que tras graduarse en el prestigioso Conservatorio de San Petersburgo, habiendo sido alumno del mítico Iliá Musin (maestro de Valeri Guérguiev, Yuri Temirkánov o Semión Bychkov) decidió que no quería crear una carrera como sus famosos condiscípulos y se marchó a Siberia, en concreto a Novosibirsk, donde además de ser nombrado director del teatro de ópera, fundó el Musica Aeterna Ensemble y el New Siberian Singers Chamber Choir, agrupaciones que han sido la base donde Currentzis, ha cimentado no solo una carrera, si no todo un ecosistema desde donde está, literalmente, generando una revolución en el corazón mismo del canon establecido.

Sus lecturas son no solo desafiantes a una práctica llena de amaneramientos y poca información, que ha permitido en notables casos, la deformación de la voluntad expresa de varios compositores. Así por ejemplo, Currentzis sobre Beethoven, apunta lo siguiente “No creo que en Beethoven haya grandes tradiciones interpretativas. Quiero decir que, por ejemplo, nadie ha hecho una grabación que tome verdaderamente en consideración, las indicaciones metronómicas del compositor. Hay quizá, un par de directores que han hecho buenas grabaciones, como Roger Norrington y John Eliot Gardiner, por los que tengo un gran respeto. El resto, son interpretaciones más o menos románticas de Beethoven, que adoptan cierto espíritu revolucionario en el sonido. Pero nadie ha dejado a un lado cómo se ha tocado esta música en los últimos doscientos años y ha hablado mentalmente con este sordo loco para entender lo que quería” [1]

Semejantes declaraciones es normal que generen el rechazo de un sector del público que ha crecido precisamente bajo la visión que Currentzis combate con su manera de hacer y de presentarse ante el público. Y precisamente esta actitud rebelde, le ha granjeado el respeto y la admiración de otra nutrida parte de la audiencia.
Sería absolutamente injusto pensar que la revolución que nuestro maestro promueve, es meramente epidérmica, quedándose en la sola apariencia rompedora. Nada más alejado de la realidad, cuando uno descubre sus lecturas de obras como las tres óperas Da Ponte de Mozart, o su más reciente registro dedicado a la 6ª sinfonía de Mahler, descubres con asombro, esa música que ya conocías, pero llena de un color y de una fuerza que con el paso del tiempo habían perdido.
En Barcelona, lamentablemente no habíamos podido verle hasta el pasado 4 de marzo que debutó por fin en nuestra ciudad, al frente de Sinfónica SWR Stuttgart, orquesta de la que es titular recientemente.

El programa presentado no podía ser más idóneo para mostrar sus credenciales ante el público barcelonés. En primer lugar, “Muerte y transfiguración, op. 24” de R. Strauss y tras la media parte de G. Mahler, la Sinfonía núm. 1, en Re mayor, “Titán”.

El detalle y la precisión con que Currentzis abordó ambas piezas son muestra clara del extraordinario músico ante el que nos encontramos esa noche. Logró que la orquesta sonara no solo compacta y perfectamente balanceada, si no mejor aun, llena de una plasticidad extraordinaria, mostrando un logrado trabajo tímbrico que en ambas piezas es fundamental y que lamentablemente con el paso de los años, la inercia ha logrado que se abandone este nivel de detalle cuando se aborda este tipo de repertorio. Fraseos apuradísimos, una amplia gama de matices y sobre todo una musicalidad desbordante, son atributos que complementarían lo anteriormente dicho.

Es evidente que, ver salir a un personaje como Currentzis, en botas militares y pantalón pitillo, causó revuelo en muchos de los asistentes al concierto del 4 de marzo. Previo a este, pude escuchar de soslayo, las muchas suspicacias que tal apariencia pública provocaba en las personas congregadas esa noche en el Auditori. Muchos siguen uniendo el preceptivo Frac a la calidad musical, otros simplemente no se hacen a la idea de ver en el podio a un personaje que tiene más que ver con la imagen que tenemos de una estrella de música urbana, pero al final, tras el concierto, en sus caras, y sobre todo, en los interminables aplausos que recogió, Currentzis mostró que su plumaje, como el de Díaz Mirón en su poema, es de esos que no se manchan con el fango de la costumbre mal entendida y sobre todo, con la desidia de una tradición castrante y anti musical. La próxima temporada, tendremos la oportunidad de verle de nueva cuenta por Barcelona, yo me lo apuntaré en mi agenda, ¿y usted? Seguimos.

[1] Extracto de la entrevista publicada en el nº 343 de la revista SCHERZO, correspondiente a septiembre de 2018)

Revolucionario y trascendental

Revolucionario y trascendental

En un texto dirigido a Beethoven y que tradicionalmente se atribuye a Haydn podemos leer: 

“Tiene usted mucho talento […] Posee una gran inspiración y no sacrificará jamás un bello pensamiento a una regla tiránica […]Pero sacrificará las reglas a sus fantasías, pues me parece que usted es un hombre que tiene varias cabezas, varios corazones y varias almas […]Creo que se descubrirá siempre en sus obras algo inesperado, insólito, sombrío, porque usted mismo es un poco sombrío y extraño, y el estilo del músico revela siempre al hombre” 

 

¡Qué descripción más certera por parte del maestro del que aun era uno de sus más destacados alumnos! Si leemos las opiniones que los contemporáneos de Beethoven expresaban sobre su obra y muchas veces también sobre su persona, podemos encontrar un común denominador: la sorpresa y el desconcierto. Efectivamente, la música que Beethoven presentaba ante aquella sociedad vienesa, de finales del s.XVIII e inicio del XIX, solía molestar a muchos, pero también lograba, de manera fervorosa, adeptos acérrimos. En muchos sentidos, para un sector de esa conservadora sociedad, Beethoven era la encarnación de la revolución que había explotado en Francia y comenzaba a barrerlo todo. 

Es imposible no caer seducido ante la imagen de una época tan convulsa en lo político y lo social, y pensar que precisamente, ese era el mundo en el que, por ejemplo, se crearon las 9 sinfonías que el maestro escribió. Sinfonías muy diferentes unas de las otras, pues no es el mismo autor el que escribe las dos primeras, llenas de luz y de una energía vital inmensa, del que escribe la celebérrima quinta, con una carga política inmensa, o el que escribe la monumental novena sinfonía en que expresa muy directamente y con un texto literario bellísimo, su inquebrantable fe en todo lo que tenga que ver con lo humano. Lo que pasa en medio de la creación de estas obras, es el periplo vital de un hombre de su tiempo, que supo afrontar con mucha valentía su sino vital. 

 

Se sabe de cierto, que los estrenos de estas obras se efectuaron a pesar de los esfuerzos de su autor, de prisa y corriendo, con músicos mal preparados y en muchas ocasiones, con un solo ensayo. Con toda seguridad, la primera vez que estas obras se ejecutaron tal y como las había pensado Beethoven, fue en París y gracias a François-Antoine Habeneck director y fundador de la Société des Concerts du Conservatoire, entre 1828 y 1831, Habeneck asombró a la ciudad luz, con una música jamás escuchada, revolucionando el medio musical del momento. Se cuenta que en estos estrenos que costaron meses de ensayos interminables, asistieron personajes como Berlioz o Chopin, otros mencionan incluso al mismos Wagner, lo cierto es que esta orquesta integrada por maestro del conservatorio de París y algunos alumnos destacados, tocaban con unos instrumentos en plena transición, ya no eran instrumentos barrocos, pues los fabricantes estaban produciendo instrumentos con mucha mayor potencia sonora, pero aun no llegábamos a la plantilla de la gran orquesta romántica de un Wagner o de un Strauss. Las sonoridades que estos instrumentos producían son las que Beethoven tenía en la imaginación, pues pese a la sordera, guardó un muy claramente el recuerdo del funcionamiento de la orquesta que él conoció.  Sus obras están pues escritas, para una plantilla muy alejada de la orquesta de proporciones inmensas, de sonoridad pastosa y sonido brillante, del romanticismo de finales del s.XIX; el mundo sonoro de Beethoven era muy diferente del que las ciento de grabaciones que existen en el mercado nos han colocado en la memoria. 

 

El Beethoven en el que hemos crecido, es, además, un Beethoven domesticado, que no muerde, que no molesta, cuando en realidad, si algo distingue a nuestro autor, es lo contrario, pues su música está pensada para comunicar de manera avasalladora y contundentemente, mensajes que tienen que ver con los cambios que en ese momento se vivían, la carga política en estas obras en innegable y esta domesticación de la que hemos hablado lo ha blanqueado todo. Muchos en este punto establecen una clara relación entre Beethoven y Goya, artistas coetáneos y que plasman en su obra tanto lo luminoso, como lo oscuro y abyecto del alma humana. Su arte, es un arte que transmite verdad, pese a que muchas veces esta moleste. 

 

Poder escuchar la interpretación de la integral de las nueve sinfonías por parte de Sir John Eliot Gardiner al frente de la “Orchestre Révolutionnaire et Romantique”, es formar parte de un hecho histórico en nuestra ciudad.  Los que tuvimos la oportunidad de disfrutar de los 5 conciertos ofrecidos en el Palau de la Música, entre el 9 y el 15 de febrero, asistimos a una lectura no solo fiel al texto del maestro en todo lo que ello supone, si no fiel al espíritu que animó su creación. Las 9 sinfonías recobraron esa fuerza telúrica, que hace que algo dentro de ti se mueva cuando las escuchas así. Ya no es solo la maravillosa oportunidad de disfrutar de la sonoridades “originales” para las que fueron creadas estas obras, lo que hace que descubras una frescura tímbrica perdida en anteriores interpretaciones, si no además, es como han sido abordadas por Gardiner, en un darlo todo, en un poner siempre el resto de fuerzas y energía, dándote la impresión de que ante tanto esfuerzo de él y sus músicos, algo está apunto de romperse, y tras esa entrega que viene de lo más hondo de cada uno de los músicos, recibir una descarga inmensa de energía por parte suya. Tal vivencia trasforma cada concierto en algo diferente de lo habitual, pues ya no es solo escuchar música, es algo mucho más trascendente al final.

 

Cuando en 1989 Sir John fundó la “Orchestre Révolutionnaire et Romantique” lo hizo teniendo como claro referente histórico a la Société des Concerts du Conservatoire que en 1828 había interpretado por primera vez la obra sinfónica de Beethoven en París, y nosotros, junto con unas pocas ciudades del mundo, hemos tenido la inmensa oportunidad de disfrutar de lo que podríamos calificar, un Beethoven restaurado; así lo atestiguan la reacción efusiva de un público que respondió tremendamente a los estímulos recibidos durante estas inolvidables jornadas. He visto a muchas personas en estos días, eufóricas, con los puños, conteniendo la emoción que estaban viviendo y he visto a un público explotar en tremendas ovaciones, más propias de conciertos de Rock u otras músicas, y todo al final provenía de unas obras que tenemos tatuadas en el ADN, pero que, para muchos, jamás habían sonado así de luminosas.  Seguimos.



“Schön, Sie kennenzulernen, Herr Direktor”

“Schön, Sie kennenzulernen, Herr Direktor”

Alto, muy seguro de sí mismo, simpático, de innegable ascendencia latinoamericana, pero, sobre todo, un espléndido músico, son adjetivos que describen al maestro Andrés Orozco-Estrada, que el pasado 29 de enero al frente de la Orquesta Sinfónica de Radio Frankfurt, brindó un estupendo concierto en el Auditori de nuestra querida ciudad de Barcelona. 

El programa era toda una carta de intenciones. En la primera parte pudimos escuchar de Mussorgsky: Una noche en el monte pelado y el espléndido Concierto para violín, en Re mayor, op.35 de Chaikovsky, que tuvo como solista al violinista japonés Fumiaki Miura. Tras la media parte, el programa estuvo conformado por dos obras de Richard Strauss, en concreto, el poema sinfónico Don Juan op. 20 y la suite sobre El caballero de la rosa, op. 59

Resulta muy interesante ver como un director de origen “latino”, puede entender tan bien obras como las dos programadas de Strauss, y en parte, la respuesta la podemos encontrar en que Orozco-Estrada se formó desde muy joven a nivel musical en la ciudad de Viena, es pues, un músico de raíz germánica, pero de temperamento evidentemente latino. Lo que para muchos es como mezclar agua y aceite, en nuestro director es posible en la proporción justa. Así, luciendo una técnica parca y discreta, logró mantener siempre unido y perfectamente cohesionado un aparato orquestal muy denso. Ahora bien, si sus manos eran parcas y precisas, trazando pequeños y certeros “levares”, el resto de su cuerpo era todo movimiento, sin llegar a la exageración de algunos otros conocidos directores. La música lo llevaba a moverse constantemente, sin que estos movimientos estorbaran a los músicos de la orquesta.

Fumiaki Miura maravilló al público congregado para escuchar uno de eso conciertos arquetípicos del repertorio. Todos los grandes nombres del violín desde su estreno en 1881 han tenido en esta obra, un basto campo en donde mostrar la maestría de su arte, dejando patente qué los distinguía de otros notables nombres de su tiempo. Entre otras significativas obras, este concierto, siempre ha marcado la diferencia entre unos pocos y el resto. Miura sin duda está llamado a ser uno de lo mejores de nuestra época. Con gesto concentrado y rompiendo los tópicos que rodean a los músicos asiáticos, realizó una lectura llena de fuerza, musicalidad, profundo conocimiento de la obra, pero sobre todo, una elegancia exquisita. Su sonido es simplemente hipnótico por la sensualidad y la voluptuosidad que trasmite. Su arco sabe construir a voluntad, una sonoridad riquísima en armónicos y ponerlo al servicio de una música plena precisamente de la misma sensualidad que ese sonido luce como seña de identidad. 

La Orquesta Sinfónica de Radio Frankfurt no defraudó y demostró que, pese a no lucir los galones y la longeva historia de otras grandes orquestas germanas, su nivel artístico es igualmente enorme. Todas las secciones que la integran están perfectamente balanceadas, muestra del trabajo serio y dedicado ya no solo del maestro Orozco-Estrada, su actual titular, si no de una larga saga de directores que ha ido construyendo su sonoridad tan típicamente alemana. 

Una cuerda robusta y muy compacta, unas maderas perfectamente homogéneas y manteniendo un constante diálogo con el resto de las secciones orquestales, unos metales brillantes y robustos, que aportan densidad y peso específico al conjunto, sin olvidar evidentemente, a unas percusiones precisas y siempre discretas, en resumen, una orquesta de primer nivel, dirigida por un director de primer nivel. 

La virtuosa mezcla de todos estos elementos, nos reportó a los que llenamos el pasado 29 de enero la sala Pau Casals del Auditori, la enorme satisfacción de poder escuchar un espléndido concierto, que vino a confirmar que siempre estamos a tiempo de hacer las cosas en su mejor forma posible. La brillante carrera del maestro Orozco-Estrada, así lo demuestra. De orígenes muy humildes, en una Colombia que devoraba a sus hijos, su constante trabajo le ha permitido realizar una carrera brillantísima en el durísimo medio germano. Trabajo serio, formación sólida, y sincero amor por la música, son los pilares que sustentan una carrera que no se apoya en la mercadotecnia y las fotos deslumbrantes tan comunes en la actualidad. Los que respetamos este medio, sentimos un profundo alivio con presencias como las de Orozco-Estrada. La música hecha como expresión genuina del ser humano y no solo como producto a consumir aun es posible. Seguimos.