Este verano dediqué una parte de mi tiempo libre a conocer y visionar la serie americana de AdultSwim «Rick and Morty» (ya lo sé: es bastante imperdonable que no la conociera de antes). Este producto televisivo me pareció muy interesante. En él se daba un humor transgresor del estilo de «Family Guy», con temas remotamente relacionados con la Ciencia (al estilo de «The Big Bang Theory») pero, sin embargo, en ningún caso daba la sensación de estar visionando un plagio de ninguna otra serie. Hay algo original que rezuma en el ambiente de ese espectáculo.

En cualquier caso, lo más interesante de esta serie televisiva es, en mi opinión, algunos debates clásicos del pensamiento que saca a relucir. Me centraré en uno sugerente para mí, que surge en el 3r episodio de la 2ª temporada. El susodicho episodio, titulado «Erotic Assimilation», pone sobre la mesa el debate recurrente sobre Identidad y Diferencia. Una entidad llamada «Unity», coloniza un planeta haciendo que todos sus habitantes sean parasitados por ella y, por ende, pierdan su personalidad y voluntad propia. Es decir, se elimina toda Diferencia y sólo prevalece una voluntad.

Sin embargo, cuando Rick llega a dicho planeta (acompañado, por supuesto, de su nieto Morty y también, esta vez, de su nieta Summer), pervierte a «Unity» (que es una antigua amante) y esto posibilita que su control sobre el planeta se desvanezca. Esta situación provoca conflictos, violencia, desorden, etc. Es decir, en otros términos: una Identidad fuerte prevalece eliminando/arrinconando toda Diferencia pero, en cuanto esta Diferencia consigue abrirse de nuevo paso, genera problemas. A pesar de la convicción de Summer, que creía que era importante dar cabida a esa Diferencia. Era importante, en términos de Summer, que cada uno pudiera ser sí mismo. Pero esto, parece ser, no resulta efectivo…

Toda esta historia podría quedarse en otro pasaje cómico, sin más, de la serie. No obstante, creo que la sátira que se desprende de todo ello, no es baladí. De forma habitual, a muchas personas les gusta reivindicar el derecho a que todas las opiniones y todos los pareceres tengan cabida. Sin embargo, a menudo se concibe (puede que incluso por las mismas personas), que una Identidad fuerte tiene sus ventajas. Esto se puede deber a que se entiende que es «más fácil de gestionar».

En un pensamiento único no hay discusión y conflicto, hay «paz». Pero, según yo lo veo, esta dicotomía entre dar paso a la Diferencia o negarla es falsa. Parte de un error de principio: estipular que la discusión y el conflicto es intrínsecamente «malo», que no estar de acuerdo en todo es un problema de por sí. Obviamente: la mayoría abominará la violencia y la destrucción. Pero entre el intercambio de pareceres y la destrucción no hay sólo un paso cuantitativo, sino, sobre todo, cualitativo. No son los que reclaman, de hecho, la legitimidad de la Diferencia los que acaban produciendo esa violencia si no que son los que creen en una Identidad fuerte y sin fisuras los que suelen abusar de esa violencia para, precisamente, no dar lugar a esa Diferencia. Es decir, a través de la violencia se gana una «paz» que realmente no merece ese nombre porque es un eufemismo de «muerte».

Si hablaramos de termodinámica, los que aspiran a una Identidad fuerte que no admita Diferencia aspiran a eliminar toda entropía. Es decir, en la no-admisión de la Diferencia hay una pulsión de muerte. Y sí, sin Diferencia conseguiremos un mundo tranquilo: un mundo muerto.

De hecho, si no hubiera Diferencia no habría cabido para el humor. Ni, por supuesto, para «Rick and Morty». Porque bastaría con afirmar la «Verdad» y no se admitiría cuestionarla.

PD: Me reservo para otro momento hablar de este mismo capítulo con otra clave y tema importante: el amor. En concreto, con otro tópico: sobre el potencial destructivo del amor.