Lou Andreas Salomé es probablemente una de las mujeres más estereotipadas de la historia del pensamiento contemporáneo, se la conoce a menudo como la seductora ya que intelectuales notables de la época como Nietzsche y Rilke se enamoraron de ella y a menudo se habla de ella como la musa de otros y se olvida su propio pensamiento. Acantilado ha editado recientemente una biografía completísima y desmitificadora de la vida y producción de Lou y ahora que acabamos de pasar el ocho de marzo parece un buen momento para hablar de ella, pero bueno, ¿cuándo no lo es?

Isabelle Mons nos cuenta que Lou, pese a tener ascendencia alemana y francesa, nació en 1861 en Rusia siendo la hija menor de seis hermanos y la única que no nació hombre. Su padre poseía una buena posición social y era un alto cargo del ejercito, cosa que hizo que tuviera la oportunidad desde muy pequeña de rodearse de artistas e intelectuales en los salones de la alta burguesía rusa. Fue su padre quien más la cuidó y se preocupo por su educación y su cultura ya que tuvo una relación distante con su madre que hubiese preferido que naciera hombre ya que para las mujeres la vida era más difícil. La muerte del padre cuando ella era muy joven le afecto profundamente y probablemente, según Mons, condicionó para siempre sus futuras relaciones con los hombres. Leyendo esta biografía uno se da cuenta que por encima de todo Lou fue una mujer independiente que no dudo en remar a contracorriente de la época para conseguir y preservar su autonomía. Fue por eso también por lo que rechazó a tantos hombres y por lo que conoció a tantos, porque no paró nunca de viajar y cambiar de ambientes con el objetivo de conocer más y más el mundo intelectual de su época y porque no quiso que un matrimonio le cortara las alas.

Fue Hendrik Guillot el primero que entendió mal a Lou, con el mantuvieron una temprana relación de profesor y alumna a través de la cual Lou se formó en filosofía, teología y literatura. La joven Lou de diecisiete años quedó fascinada por aquel profesor que le introdujo a tantos ámbitos de conocimientos que serian claves para ella durante el resto de su vida pero Guillot terminó por enamorarse de ella e incluso planeó divorciarse de su mujer y casarse con ella. Lou se sintió profundamente decepcionada y rompió relaciones con Guillot y des de aquel momento inició un viaje por las grandes capitales culturales de Europa que no terminó practicamente nunca.

Debido a la perdida temprana de su padre y su maestro Lou desarrollo un profundo sentimiento de soledad que compensó con la fe y la pasión por el conocimiento y que terminó por desarrollar un importante trabajo de autoconocimiento de sí misma que formaría una prematura consciencia adulta. Para Lou el nacimiento es una caída de una totalidad del individuo con la naturaleza, con el universo, anterior al nacimiento. De este modo el individuo se siente solo, separado de su esencia y toda su vida se convierte en una búsqueda de la reconexión con esta totalidad universal. Lou encontrará en el viaje como modo de vida aquello que está buscando, conocerse y conectarse con el universo, el viaje también es libertad, es emancipación de las restricciones sociales de la época. Esta concepción de la vida bebe mucho del pensamiento neorromántico de la época con Schopenhauer a la cabeza y no resulta difícil entender que estas ideas le llevaran pronto a conocer a otro seguidor del pensamiento de Schopenhauer, Nietzsche.

Andreas-Salomé acababa de estudiar filosofía en la universidad de Zurich, una de las primeras que permitía estudiantes mujeres y la necesidad de cambiar de aires para curarse de una enfermedad respiratoria le hizo viajar a Roma. Allí asistió a un café literario que organizaba una amiga de un profesor de universidad de Lou y allí se reunían de forma habitual Paul Rée y Federich Nietzsche. Cuando se conocen Nietzsche pronuncia una frase que hizo fortuna “De que estrellas hemos caído para encontrarnos aquí” y pronto se crea una conexión entre el y Lou que comparten un sentido trágico de la vida pero a la vez vitalista. Tal es la sintonia intelectual que Nietzsche queda maravillado cuando escucha a Lou decir cosas como “la capacidad de resistir el mal garantiza la grandeza de la existencia, es precisamente en el momento más intenso del enfrentamiento en el que se eleva espiritualmente” y los dos se influyen mutuamente y se inspiran para acabar de redondear sus obras. Por aquella época es cuando Nietzsche escribe su famoso Así Habla Zaratustra reconociendo que fue Lou quien le aportó la suficiente madurez para escribirlo y por su parte Lou escribe uno de sus primeros textos sobre la singularidad femenina titulado Sobre la Mujer. Es conocido que también Nietzsche pidió matrimonio a Lou y que esta lo rechazo, los dos junto a Rée quisieron vivir juntos para seguir influenciándose intelectualmente, pero fue la intervención de Elisabeth Nietzsche, la hermana del pensador, que se sentía profundamente celosa de Andreas-Salomé la que terminó por frustrar sus planes mas que la proposición rechazada de bodas, como se acostumbra a explicar.

Por alguna razón que no se termina de conocer del todo Lou se casó con el orientalista Friederich Carl Andreas que le otorga su apellido, por el que no sentía pasión amorosa. Andreas sufrió bastante al sentirse rechazado por su esposa pero le otorgó a Lou la independencia que buscaba en una época en la que si no contabas con un hombre al lado te costaba mucho gozar de libertad. Lou dependió siempre de sus hermanos para poder viajar hasta que conoció a Andreas. Tambien fue gracias a Andreas que Lou se interesó por el naturalismo alemán y conoció la obra de Ibsen dedicándole un ensayo a la representación de la mujer en su obra, texto que hizo fortuna y la hizo popular en Noruega.

Con quien si que tuvo una apasionada relación fue con el poeta Rainer Maria Rilke menor que ella. Parece que Rilke leyó los escritos relacionados con la religión de Lou y se convirtió en un gran admirador de ella hasta que la conoció y entonces se enamoró perdidamente. Fue Rilke quien terminó por descubrir a Andreas-Salomé el amor y la sexualidad, cosas de las que ella había rehuido durante años, probablemente bajo el temor de perder su autonomía personal. Aún así, la relación entre ambos fue desigual debido probablemente a que Rilke era demasiado apasionado e inestable y terminaron por distanciarse, aunque sea probablemente una de las relaciones epistolares más duraderas de Lou. Andreas-Salomé ve gracias a Rilke la naturaleza vitalista del arte en cuanto a expresión sentimental que conecta al individuo con la totalidad y con la vida. También será junto a Rilke que Lou se interese por el pensamiento y la literatura de su tierra natal y viaje a Rusia donde conocerá a intelectuales relevantes como el mismo Tolstoi.

Pero fue en el psicoanálisis donde encontró una potente forma de continuar su compromiso con el conocimiento y con ella misma. Ya se había familiarizado con conceptos psicológicos de vital importancia como el de la mala consciencia gracias a Nietzsche y fue gracias a la psicología que hay en Nietzsche que Lou vivió la transición hacia el psicoanálisis de su pensamiento como una cosa natural. Lou conoció a Freud en Viena y asistió a sus seminarios de los miércoles donde se gestó el psicoanálisis freudiano y se constituyó como sociedad de escala internacional. Freud quedó fascinado rapidamente por la capacidad de Lou de escuchar y de ser original en las aportaciones y comentarios, capacidades fomentadas por su profunda inquietud de no dejar nunca de aprender y pronto establecieron una relación muy cercana. Pese al pensamiento ecléctico de Lou y el hecho de que provenga del mundo de las letras y no de las ciencias como la mayoría de integrantes de la sociedad psicoanalítica, Andreas-Salomé aceptará el pensamiento de Freud y lo defenderá de los múltiples intentos de crear teorías psicoanalíticas paralelas a la que se está constituyendo como ortodoxa y incluso llegará a ejercer como analítica donde planteara la terapia como una forma de conocerse también a ella misma quitándole importancia al tiempo que le dedica a cada paciente.

Tendrá algunos conflictos con Freud como el hecho de que el padre del psicoanálisis vea en Lou cierto infantilismo en los planteamientos relacionados con la unión originaria del individuo con el universo, pero como pasó con Nietzsche y Rilke los dos amigos se influenciaran el uno al otro y Lou fue de vital trascendencia en los estudios sobre la sexualidad infantil que realizó Freud y que fueron tan relevantes para su doctrina y también a partir de ellos Lou desarrollará sus planteamientos sobre la mujer.

Su concepto de mujer viene a significar un planteamiento intermedio en que partiendo de planteamientos psicoanalíticos rechazada sus conceptos mas duros referentes a la mujer de Freud como el conocido como envidia de pene. Reivindica una mujer como lugar de encuentro y recogimiento que es enriquecido con el encuentro con el hombre muy asociado a la lactancia materna y una naturaleza pasiva defendida como virtud que es criticada por las feministas de la época. Una vez mas estos planteamientos resultan muy asociados a la propia experiencia vital de Lou y su relación con los hombres marcada por la relación con su padre y con Guillot.

Lou Andreas-Salomé fue una mujer optimista, incluso en tiempos de de la gran guerra, que luchó por su independencia a costa incluso de no implicarse en luchas sociales demasiado exigentes como el feminismo emergente en la época ya que según ella eso seria una tarea demasiado dura a nivel personal. Aún así, la biografía que nos trae Mons no es solo una biografía de Lou sino también de una época en la que Lou está muy implicada. Novelista, critica literaria, filosofa y psicoanalista, sus inquietudes la llevan a Italia, Alemania, Francia, Austria o Rusia, donde conoce gran parte de los grandes intelectuales y artistas de la época y donde, aunque a veces tendemos a pensar que no era así, también había muchas mujeres pese a las limitaciones sociales. Mujeres que organizan tertulias literarias o filosóficas, que escriben, que crean o que psicoanalizan y que mueven también esa siempre ajetreada Europa del conocimiento.