La perceptibilidad de lo imperceptible en ‘Escuchar la materia oscura’ exposición de Rebecca Collins

La perceptibilidad de lo imperceptible en ‘Escuchar la materia oscura’ exposición de Rebecca Collins

Escuchar lo inaudible, representar lo irrepresentable, intentar entender lo que Susana Jiménez Carmona llama la ‘imperceptibilidad de lo perceptible (2020:1). La escucha siempre ha sido una práctica que se asienta en la cotidianidad de lo material, de lo localizable: lo inmirable[1], lo inexistente, de desusa forma. 

‘Escuchar la materia oscura’ (2023), la exposición de la artista-investigadora Rebecca Collins que tuvo lugar en la Sala de Exposiciones de la Universidad Autónoma de Madrid, supone emprender un camino donde no sabes qué pasa en tu suelo.[2] En ella, el paso [peso] está guiado por una simple sensación de querer saber [tocar], o de operar [sentir] desde la acción verbal y no desde lo sustancial. Rodeadas de partículas que no podemos agarrar, nos contraemos como simples moléculas aisladas ante la invisibilidad que supone acercarse a la oscuridad que se escapa de lo investigado, es aquí cuando tenemos que apelar a otras formas [o percepciones]. Otros imaginarios posibles que deformen lo establecido y que formulen nuevos enlazamientos que nos acerquen a ese tan ansiado necesitar entender. 

Ante el supuesto parecer de estar completamente ciegas al viaje que supone el primer acercamiento a la exposición de Collins; cerramos los ojos y lo sensitivo se forma capital. En la sala, no sabemos si debemos avanzar, quedarnos, escuchar o simplemente observar. Lo hacemos todo, desde todas nuestras vidas, desde todas nuestras formas y extensiones orgánicas. De repente parece que entendemos lo inexistente. Rebecca Collins, en la pieza sonora ‘Energies not Forms not Figures’ compuesta en colaboración con Adam Matschulat, dispara palabras que inundan el espacio expositivo hasta que dejamos de sentirnos tan vacías ante la falta de comprensión. Comenzamos a ser circundadas, rodeadas. En un email enviado por Rebecca Collins a Adam Matschulat ella propone que la pieza empiece como una ‘sesión de espiritismo que nunca lo es del todo.’[3] Aquí, percibimos algo nuevo desde nuestros sentidos primarios, supuestamente simples. Las partículas ocupan el espacio, el lugar. El sonido de algo que choca con nuestras pieles, un nuevo espacio a explorar desde el no-entendimiento, desde la no-visibilidad. Sintonizamos así con algo que no-parece pero que es-para-sí, es-para-nosotras. ¿Nos fusionamos?, ¿es un imaginario ficcional?, ¿una percepción errónea? El sonido de lo no entendible se hace eco en un saber-estar, en un olvidar-antropocéntrico para percibir lo no-atendido.

La compositora francesa Ode Aseguinolaza, propone una instalación sonora, ‘Composing with Dark Matter’ con Rebecca Collins y David Cerdeño, que adentra a las oyentes en una experiencia inmersiva intangible, acompañando al oído a habitar un jardín de sonoridades inaudibles, extrañas y desconocidas. Desde la intencionalidad de percibir y detectar lo indetectable, nuestro paso en la exposición será la cartografía alternativa a la que apelar para entrar en contacto con la extensión perceptiva que debemos ejecutar, engendrar. Tal vez a través de la escucha activa, del caminar sin finalidad o de simplemente estar [habitar]. 

Frente a la avalancha de palabras que Rebecca Collins nos proyecta, comenzamos a entender que los límites de nuestra percepción están sometidos a un desdibujamiento continuo. Las nuevas líneas que se nos presentan son construidas por una irruptora conciencia activa, un entender-desde-el-estar. A pesar de la luz, el espacio y las diferentes edificaciones que se observan desde las ventanas del lugar expositivo, hay algo incierto en el interior. Los datos científicos ofrecidos por el detector de materia oscura, ‘Dark Matter Crossing’ realizado por David Cerdeño, parece que no logran tangibilizar los límites de nuestro acercamiento a la visualización de la materia oscura, pero nos ofrece otra cosa: la vista de las no-cosas materiales que sentimos desde la resonancia cognitiva. Aquí, comenzamos a entender que no se trata de una clásica comprensión, sino de poblar las fronteras subjetivas de nuestro sistema sensorial, altamente occidentalista, excluyente y centralizado.  En este lugar, visualizamos que todas las fronteras son comunes. Lo que era desconocido se hace reconocible. Empezamos a percibir desde la otredad, desde un sentir dudoso que se posiciona fuera de la cotidianidad de las lógicas de nuestro común acercamiento a las formulaciones artísticas (nuevo-estar).

Recibimos el impacto de la comprensión a través de la escucha, donde un campo de imaginarios posibles se hace eco en el razonamiento vivencial que supone el paso por la exposición. Tal como indica Pauline Oliveros continuamente, ‘oír es la operación física que nos facilita la percepción’ (2019), escuchar es el paso interno que se ve atravesado por una experiencia física, corporal. El cuerpo toma lugar y parece que las moléculas, las partículas y la tierra ocupan espacio en nuestras pieles. Condicionan la percepción, la atención. Algo así como una conciencia densa, donde la física, la memoria y la sensibilidad orgánica intensifican lo microscópico para materializarlo visiblemente en lo macroscópico [lugar]. El espacio nos estimula. Desde las dimensiones de nuestra experiencia y de las gestualidades orgánicas que componen el recorrido que seleccionamos individualmente en la sala, topan contra nosotras partículas que no vemos, que no atendemos. La incertidumbre es capital, y esta es la mejor parte. Las no-respuestas, la incógnita continua, la espera constante al ansiado acierto material. Es así como llegamos al aprender a conocer los límites que supone nuestro acercamiento a la alianza entre la ciencia, la técnica y el arte. Entender que la creación, la experiencia y el placer no están vinculados a la comprensión científica, sino a la vivencia empírica. Experiencias extensas, conciencia del cuerpo. 

Frente a lo no audible pero perceptible, generar una nueva forma de escucha es esencial para acercarnos a las partículas incógnitas. El origen de la tierra, del espacio, de nosotras. Un campo de conocimiento se sincera a través de la práctica. ¿Qué nos circunda?, ¿qué es lo que percibimos?, ¿por qué parece que no podemos escucharlo? Como cualquier trabajo, práctica o teorización, entrenar nuestro oído y nuestra sensibilidad es esencial para comprender la previa intangibilidad de la materia oscura. Un trabajo constante al que poder apelar desde la intersección entre la ciencia y el arte como forma de hibridar la objetividad física con nuevos imaginarios.

Recordando las ideas desarrolladas por Karen Barad en cuanto a su reflexión sobre la nada, nos posicionamos en una intencionalidad de elección performativa en donde completamos el vacío de lo material en base a las vivencias íntimas [micro cósmicas] de cada una, de cada sujeto. La materia oscura se presenta como una determinación insustancial, casi indeterminada, aunque contradiga su esencia. Aparecen múltiples narrativas que buscan rellenar la nada, otorgarle un camino. Entendemos que en esa nada no hay vacío, sino preguntas y líneas que necesitan ser trazadas. La nada es el no-entendimiento. El vacío es la continua-posibilidad. Desprendernos de la necesidad humana de intentar buscar un reflejo propio en lo estudiado, experimentado y observado es crucial para la formulación de nuevos dibujos sensoriales que nos llevarán a evidencias científicas, siempre desde lo empírico. Una identificación no-narcisa. 

Desde un tránsito colectivo en la exposición ‘Escuchar la materia oscura’ de la artista-investigadora Rebecca Collins y tras entender lo planteado en cuanto a incógnita, escucha y posterior entendimiento, surge una nueva forma de contemplación: imaginario y alteridad.[4] Desprendiéndonos del aceleracionismo desenfrenado al que estamos ancladas fuera de las paredes de la sala expositiva, comprendemos que la visualización de lo planteado por las diferentes artistas que componen las piezas debe estar ligada a una visualización desde la tan nombrada otredad desarrollada anteriormente en dicho texto. Este posicionamiento ante la incertidumbre supone la ruptura de la personalización de la experiencia para una posterior construcción de algo nuevo: sensibilidades que florecen y que no conocemos, desconfigurando abruptamente nuestra normalidad y tranquilidad sensorial. 

‘Escuchar la materia oscura’ supone un acercamiento a la no-preexistencia objetual, una extensión sensorial y la ocupación de un lugar colectivo basado en la conciencia activa, atenta y casi pulverizada. Circundadas por la pura abstracción física y material, no solo tenemos La Incógnita como sujeto capital en nuestra experiencia perceptiva durante la exposición, sino que el descubrimiento continuo se hace camino para la formulación de una nueva observación, una nueva escucha, una nueva percepción y un nuevo-estar-en-el-espacio. La incompetencia perceptiva de nuestros cuerpos son un reflejo de que ‘la materia nunca es un asunto resuelto’ (2020).No estamos ante la ausenciao la pura nada, sino ante una plenitud de respuestas, aperturas que deben ser transitadas a través de la colectividad y la percepción expandida. 

Desde la relación inédita entre cuerpo, espacio, tiempo y cosmos, la exposición planteada por Rebecca Collins supone la manifestación ostentosa de la celebración de la incertidumbre como el devenir natural [necesario] del arte sonoro de lo ignoto. 

[1] Término desarrollado por la filósofa Adriana Cavarero en su trabajo “Horrorismo: nombrando la violencia contemporánea” (2009). Barcelona. Anthropos

[2] En una edición de ‘La Casa del Sonido’ que se llama ‘Parámetros para Conocer la Incertidumbre’ Collins con el físico teórico David Cerdeño habla de cómo surgió la idea de la exposición. https://www.rtve.es/play/audios/la-casa-del-sonido/parametros-para-conocer-incertidumbre-rebecca-collins-david-cedeno/6827984/  [Última consulta: 22-06-2023]

[3] Correspondencia de email compartido con la autora para preparar el texto con fecha 22 de septiembre 2022.

[4] En la página web del proyecto más amplio de Collins ‘Parámetros para Comprender la Incertidumbre’ hay un resumen de las piezas expuestas en la exposición y un reportaje corto que incluye entrevistas con los compositores https://projects.ift.uam-csic.es/p4uu/exhibition-listen-to-dark-matter/ [Última consulta: 28 de junio 2023].

Bibliografía

Barad, K. (2020). ¿Cuál es la medida de la nada? Infinidad, Virtualidad y Justicia. Infrasónica. Realismo Sonoro. 2020. Disponible en: https://infrasonica.org/es/wave1/whatisthemeasureofnothingness  [Última consulta: 14-06-2023]. 

Collins, Rebecca (2023). Escuchar la materia oscura. 09 marzo – 26 abril Sala de Exposiciones, UAM [exposición] https://projects.ift.uam-csic.es/p4uu/exhibition-listen-to-dark-matter/ [Última consulta: 22-06-2023]. 

Jiménez Carmona, S. (2020). Componerse con la ciudad: los paseos sonoros de Hildergard Westerkamp, Christina Kubisch y Janet Cardiff. Revista Ártemis, 30(1), 56–72.

Oliveros, P. (2019). Deep Listening. Una práctica para la composición sonora, Barcelona, EdictOràlia Música.


La inquietante visión de Lucian Freud

La inquietante visión de Lucian Freud

Lucian Freud, El cuadro del pintor (1944). Óleo sobre lienzo.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acoge en Madrid la exposición Lucian Freud. Nuevas perspectivas desde febrero hasta mediados de junio con motivo del centenario del nacimiento del pintor (Berlín, 1922 – Londres, 2011). La extensa muestra consta de más de medio centenar de obras desde su jóvenes comienzos hasta su amplia madurez.

Este pintor, nieto de Sigmund Freud, es un artista figurativo y a través de su obra recorremos diferentes estilos como el surrealismo o el expresionismo. El comienzo de la exposición transita sus primeras obras bajo la mirada atenta de unos grandes ojos azules que parecen observar al espectador desde diferentes ángulos dentro de los diferentes autorretratos. Sin embargo, no es él el protagonista, sino las primeras mujeres con las que se relacionó, uno de los motivos recurrentes en su obra. En ellas uno de los aspectos más llamativos es el trabajo perfecto al representar los tejidos, dado que parecen reales. Freud consiguió emular las diferentes texturas de diversas vestimentas con gran realismo.

A partir de la siguiente sala, nos adentramos en la psiche del autor con sus luces y sus sombras, las cuales aparecen representadas en sus autorretratos a lo largo de los años con sus consiguientes cambios físicos y sus diversos puntos de vista, que incluyen el contrapicado con el que parece estar juzgando su realidad, la nuestra y al propio público que lo contempla.

Hombres y mujeres con los que se relacionó son retratados tal cual en el aspecto físico, con o sin ropa, junto con sus pasiones y su cruda realidad. Retrató a una amplia gama de la sociedad y le dio visibilidad a parte de ella a través de su obra, como los homosexuales o enfermos de sida. Los desnudos son llamativos por ser bastante realistas incluso en sus trazos y texturas, ya que esto último destaca en algunos de los cuadros de forma especial, sobre todo para diferenciar personas y los tejidos que las envuelven, otorgándole a la materia un valor especial.

Lo grotesco también aparece en algunas de estas obras, no tanto por los modelos, sino por la forma nada poética de reproducirlas, alguna de ellas incluso en el suelo mostrando abiertamente su sexo, o contraponiendo a una de sus amantes en el lecho y más adelante la propia madre de Lucian Freud, aunque esto no llegara a producirse nunca en la realidad. Esto muestra a su vez una escena cotidiana con su madre vestida en confrontación con la amante.

Uno de los cuadros más inquietantes para mí fue el retrato de una de sus hijas tumbada desnuda. Se nota la rigidez de la modelo. En la explicación del cuadro se aludía a la intimidad entre padre e hija al hacer ese retrato. Sin embargo, lo que me transmitió fue tensión por parte de ella, tal vez debido a la situación tan poco habitual y tal vez tan poco natural como esta. Me resultó muy inquietante.

En suma, la exposición de Lucian Freud, organizada junto con The National Gallery, Londres, realiza un gran recorrido por la visión y la psiche de este artista a lo largo de toda su vida. El resultado para mí fue salir de ella y plantearme: ¿qué hubiera pensado su abuelo, Sigmund Freud, si hubiera podido contemplar toda la obra de su nieto? A lo largo de los años pude disfrutar en numerosas exposiciones en bastantes países pero esta es, sin duda, una de las que más me han hecho pensar y reflexionar sobre el artista y su obra en cuestión. Dado que considero que es uno de los objetivos del arte, tenemos aquí la oportunidad de contemplar un gran trabajo.

México en Feria de Arte Independiente de Madrid (FAIM ART)

México en Feria de Arte Independiente de Madrid (FAIM ART)

Entre al 10 y el 12 de junio se celebra la 18ª edición de la Feria de Arte Independiente de Madrid (FAIM ART) en la Fundación Pons. La premisa de la que parten es que «el artista se represente a sí mismo dando al espectador una visión más fresca y real de sus creaciones», ya que estos autores están durante estos días allí con sus obras para explicar, compartir y hablar acerca de arte y de sus creaciones.

Dentro de esta exposición en la que se da cabida a diversos creadores con técnicas y estilos diferentes cabe destacar al artista mexicano Manuel Miguel (Oaxaca). En sus trabajos se pueden vislumbrar las tradiciones mexicanas interiorizadas a través de sus propias vivencias en su tierra. De esta forma podemos apreciar diferentes texturas en sus composiciones con fondos trabajados y cuidados que resultan ser una base idónea para cada una de sus obras. Así podemos observar cuadros que representan emociones muy íntimas del ser humano, como el miedo o la desesperación, en tipos de retratos en los que la naturaleza tiene un papel importante en esa representación psíquica dramática. Como el propio artista explicó en la exposición, él suele explorar una idea, un pensamiento o un sentimiento en varios trabajos a través de series en las que lo va desarrollando.

Asimismo, en otras de sus obras podemos notar esa herencia cultural mexicana en la que aparecen animales míticos que ayudan a los hombres en su vida y les confieren sus cualidades para afrontarla. En ellas se puede ver a los humanos disfrutando de manera colorida y muy viva entre ellos y también de manera individual dentro de la misma composición. Estos animales además también aparecen representados en las esculturas de Manuel Miguel, siendo especialmente llamativos el jaguar y el colibrí, el cual tiene un significado especial en la vida y la obra de este artista y se ha convertido en un motivo representado en numerosas ocasiones.

Tras experimentar esta concepción de exposición con esa premisa a la que anteriormente hice referencia, la idea de la que parte FAIM ART resulta ser una visión muy atractiva para los espectadores que asistan porque pueden interactuar con estos artistas y establecer un vínculo con ellos a través de sus obras de manera directa. En el caso de Manuel Miguel esta conexión nos transporta hasta Oaxaca, sus costumbres y modo de vida, así como la visión que tiene este artista de todo ello a través de una obra igualmente reflexiva y contemplativa.

Drácula. Biografía no autorizada

Drácula. Biografía no autorizada

«Bienvenido a mi casa. Entre libremente por su propia voluntad. Deje parte de la felicidad que trae».

Drácula es uno de los personajes herederos del romanticismo más fascinantes que se hayan creado. Fruto de la mitología que transgrede el tiempo y las fronteras, Bram Stoker supo insuflarle vida a este no muerto que tiene más sentimientos que muchos de los vivos. Esta perspectiva es la que se pone en escena en Madrid con la obra de teatro Drácula Biografía no autorizada en el Teatro Fernán Gómez desde el 9 de enero al 9 de febrero.

Resulta casi inevitable relacionar el personaje de Francis Ford Coppola en su película Bram Stoker’s Dracula (1992) con vampiros artísticos posteriores. Tal es la influencia que este director ha ido generando a lo largo de los años. Es precisamente dicho influjo el que también se respira en esta obra en la que la yuxtaposición de la obra literaria, la del séptimo arte y la creada por Ramón Paso, nos llevan a recorrer el periplo de siglos de tormento de este ser. Con sus diferentes evoluciones a lo largo de la historia a raíz de sus malogrados reencuentros con Mina, el amor de su vida, le lleva a ir reconduciendo su larga existencia y su personalidad.

Conocemos al Drácula de 2020 (Jacobo Dicenta) que nos cuenta su historia a través de la música de la mano de ese otro gran autor llamado Bob Dylan y su Knockin’ on Heaven’s Door en una versión rock. Este tema sirve de leitmotiv para la desesperación de este personaje y su relación con el amor. Estética rockera asociada al lado oscuro e intrigante de lo oculto. Una visión heredada del XIX con toques más actuales y con reflexiones sobre la vida materialista y superflua actual. Es en este punto donde se acentúa la diferencia de los textos de los dos autores de esta obra.

Otro de los puntos fuertes de esta propuesta son las actuaciones. Me conmovieron especialmente la del propio Drácula, Mia y sus reencarnaciones a lo largo de los siglos (Inés Kerzancon esa mezcla de dulzura y fortaleza, Ana Azorín resulta arrolladora encarnando a la sarcástica Alisande Renfield y uno de los papeles más complicados de esta obra es el de Lucy (magníficamente interpretado por Ángela Peirat). Este antagónico personaje representa la dualidad de la luz y la oscuridad, la cordura y la locura, la inocencia y la perversión dentro de la misma persona. Sin embargo, ¿podría existir lo uno sin lo otro?

Histórico y refrescante L’elisir d’amore en el Teatro Real

Histórico y refrescante L’elisir d’amore en el Teatro Real

El sábado 9 de octubre pasó a la historia del Teatro Real porque sucedió algo prácticamente insólito: el público interrumpió la actuación con una grandísima ovación de más de cuatro minutos tras la interpretación del tenor mexicano Javier Camarena del aria Una furtiva lagrima. Fue tal la insistencia de los asistentes que, por cuarta vez en la historia de este teatro desde su reapertura en 1997, se hizo un bis en plena representación de una ópera.

L’elisir d’amore (1831) es una ópera bufa de Gaetano Donizetti. Narra la divertida historia de una caprichosa Adina -interpretada por una estupenda Sabina Puértolas– y su sufrido e inocente enamorado Nemorino (Camarena en su única actuación en Madrid). Se trata de una obra amena, alegre pero con momentos donde la emotividad es la gran protagonista. Fue justamente en uno de esas partes de la obra, en el aria Una furtiva lagrima, donde Camarena volvió a hacer historia. Estuvo brillante, sensible, expresivo y, sobre todo, magistral. Tanto en la primera interpretación como en la segunda. Fue un auténtico placer poder estar allí presente.

Aun así, como lo mejor es escucharlo, pueden hacerlo en el siguiente vídeo:

Con una coproducción con el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia, esta propuesta además de inolvidable, fue divertida. En ella no solo hay que destacar el papel realizado por los cantantes. Tal es el caso de Paolo Fantin, quien fue el escenógrafo que partió de un planteamineto jovial ambientado en una playa con un llamativo chiringuito amarillo. Aquí también hay que destacar el gran trabajo del director de escena Damiano Michieletto. Incluyeron elementos poco habituales en la puesta en escena de óperas, como las del siglo XIX, como por ejemplo las sombrillas y las tumbonas de playa, las colchonetas acuáticas con diversas formas o la gran tarta hinchable que dio cabida a una auténtica fiesta de la espuma en la que celebrar la alegría del futuro matrimonio y también la exaltación del amor interesado.

En un alarde de gran compenetración, todos los partícipes en esta ópera consiguieron que la actuación, más allá de lo musical, fuese completa, atractiva y muy divertida. Lograron arrancarnos sonrisas y risas gracias a todas las actuaciones, desde la de la voluble Adina al rufián y chulesco «doctor» Dulcamara (muy bien representado por Adrian Sampetrean).

El resultado de este L’elisir d’amore fue inmejorable, dando cabida a una enorme plasticidad estética y musical donde pudimos pasar de la diversión y la jarana, a la brillantez de la expresividad y el virtuosismo.