Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.

SÉPTIMA Y ÚLTIMA SEMANA (porque todo lo bueno acaba…)

ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
Andrés Calamaro en 1999

Andrés Calamaro no necesita presentación en el mundo hispanohablante. Con cuatro acordes, la voz arenosa y una cuidada selección de lugares comunes, el argentino es capaz de escribir himnos generacionales a razón de cincuenta pistas por disco. Por aquí lo empezamos a conocer gracias a Los Rodríguez, el grupo que montó junto a Ariel Rot a principios de los noventa. Luego vendrían los dos discos en solitario más celebrados de su carrera: Alta suciedad (1994) y Honestidad brutal (1999). A finales de esa década, Calamaro se encontraba en una de sus etapas más prolíficas y excesivas, a punto de sacar su mastodóntico álbum El salmón (2000) y haciendo de telonero de Bob Dylan en su gira española. El público perdería la cabeza y la voz en el concierto de clausura del festival con temas tan míticos como Mucho mejor, Flaca o Cuando te conocí.

ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Neutral Milk Hotel en 1998

Hay grupos extraños, hay grupos muy extraños y luego está Neutral Milk Hotel. Este inclasificable proyecto musical del desconocido Jeff Mangum es algo así como la Velvet Underground de los noventa: nadie los escuchó en su momento, pero fueron terriblemente influyentes para muchos grupos posteriores. Las letras de Neutral Milk Hotel son puro surrealismo con toques de escatología e incesto y en el apartado sonoro el grupo es tan lo-fi que casi puedes escuchar el cromo de la cinta. Sólo publicaron dos álbumes: On Avery Island (1994) e In The Aeroplane Over The Sea (1998), pero ese puñado de canciones les bastó para encumbrarlos en la categoría de grupo de culto; sin duda, una de las joyas ocultas del rock alternativo de los noventa.