LAS FUERZAS IMAGINANTES EN reas: PELÍCULA DE LOLA ARIAS

LAS FUERZAS IMAGINANTES EN reas: PELÍCULA DE LOLA ARIAS

Crédito de la fotografía: fotograma de Reas

Todo lo que se mueve   

   se resiste al encierro

                                                                                              Valeria Mata

                                                                                             

No, no me digas que no  

   te acuerdas de mi nombre

                                                                                              Sin Control

Traer el nombre a la carne es como traer un cuerpo encerrado al baile. La película Reas, se presenta como un documental musical, en el que la escritora y directora de teatro y cine Lola Arias (Buenos Aires, 1976) explora un retrato ficcional en el que un grupo de personas que fueron detenidas se interpretan a sí mismas.

Reas se presenta como un ejercicio de memoria, de construcción de nueva memoria, de posibilidad a través de una imagen otra, gestada a través de las potencias de lo imaginante, estableciendo un Conocimiento otro que se relaciona directamente con el cuidado. Reas coloca en el centro el retrato en resistencia de una comunidad disidente, encerrada y concebida como minoritaria. La vía de emancipación es a través de la red. Tejer. Ni nombres tachados ni nombres encerrados.

Así, son nuestras fuerzas imaginantes las que dibujarán nueva realidad, en un ejercicio de imaginación política contundente a través de la cuerpa y el afecto, señalando las violencias correctivas, y mostrando la posibilidad de la autonomía de los cuerpos disidentes y precarizados a través de la resistencia afectada.

Dentro del marco del programa regular Intervalos, del Museo Reina Sofía, el pasado febrero  tuvo lugar una edición dedicada a Reas, y allí pudimos traernos en conversación con Lola Arias:

  • ¿Qué imagen es la que a ti te viene como creadora cuando piensas en la película? Podría ser una escena, a lo mejor, pero puede ser también un objeto…

Bueno, creo que para mí lo más lindo de la película fue cómo se fue transformando ese espacio de la cárcel en otra cosa  y creo que, en ese sentido, la imagen de la playa en la cárcel fue algo que vi la primera vez que entré a ese lugar… vi que la película terminaba como hacia arriba.

Como alguien que sale hacia arriba…

Y no por la puerta, sino que se aleja de ese lugar.

Y la idea de transformar ese espacio de violencia, de presión, de exclusión, en un espacio de juego, de reencuentro, de amor, también me parecía que eso era la apuesta de la película. Y por eso me parece que esa imagen de la playa en la cárcel era  lo más osado, lo más surrealista del film.

  • ¿Y por qué una playa?

Porque la playa es el lugar de la libertad, como esa imagen del mar,  y para muchas de estas personas es algo inaccesible. De hecho, por ejemplo, Carla, que es la boxeadora de la película, nunca había visto el mar y tiene 40 años. Lo vio por primera vez después de estrenar la película, porque nosotres hicimos una obra y viajamos a presentarla a Barcelona, en el Teatre Lliure, en el Festival Grec.

 Y se metió por primera vez al mar.

 Imagínate, a los 40 años.

 Y se metió y dijo:

                es salado

No te das cuenta de todas las cosas, de que hay muchas personas que fueron excluidas de esa experiencia, ¿no?

Eso es lo más fuerte para mí de haber trabajado durante 5 años con personas que estuvieron detenidas, es dimensionar el nivel de exclusión que una gran parte de nuestra sociedad experimenta durante toda su vida, que no es que solo no vieron el mar o no se metieron al mar, sino que no fueron nunca al teatro, no tuvieron un trabajo estable, nunca tuvieron una vivienda digna, o sea, los niveles de exclusión y marginalidad son enormes.

  • Me gustaría saber cómo te relacionas tú con las políticas anticarcelarias. Pienso en toda esa sobrerrepresentación de personas disidentes o de comunidad indígena que hay en las cárceles, y cómo desde fuera entendemos que son minorías… y que, además, son las que están en los lugares de opresión retenidas, como la cárcel… ¿Cómo podemos hacer con esta sobrerrepresentación, también de la comunidad cuir, para combatir esta ilusión de minoría?

Lo que pasa es que, ¿qué hablamos cuando hablamos de minorías? Más del 50% de la población en Argentina en este momento vive por debajo del índice de pobreza, más del 50%. Entonces, si estás hablando de más del 50% de la población de un país que  vive debajo de la línea de pobreza, estás hablando de una exclusión de la mitad de la población ¿entendés?

Como del acceso a una vivienda digna, un trabajo digno, educación, cultura, salud, etcétera. Entonces, obviamente, dentro de ese 50% de personas, que están atravesando una situación de vulnerabilidad y precariedad, están las personas, que, además, por ser indígenas, por ser cuirs, por ser trans,  sufren una exclusión doble que está reforzada por esas condiciones,  por una condición que se suma allá a la precarización económica y la condición de clase, se suma si eres trans si eres indígena…

La película está hecha con esas personas que han estado excluidas de todo durante toda su vida, y creo que lo importante era que la película mostrara a esas personas en su potencial, en su belleza, en su particularidad, en su potencia, y no simplemente como víctimas solamente, sino ver en esas personas lo que hay de maravilloso, de luminoso, de todo lo que podemos aprender de ellas.

  • Y también ver por qué han estado ahí, los delitos han sido por pobreza en su mayor parte…

Sí, la mayor parte de las personas detenidas en la cárcel de mujeres están detenidas por tráfico de droga y por robo, pero cuando hablamos de tráfico de droga estamos hablando de mujeres, en general, que son mulas en una cadena de narcotráfico en la cual ellas no ocupan ningún lugar, digamos, no son las líderes del narcotráfico, son personas que, por desesperación, van a pasar dos kilos de cocaína en una frontera. Y esa persona que por desesperación hace eso, esa actividad ilegal, termina cuatro años en la cárcel, mínimo seis o más. O personas que ocuparon una casa, o que robaron algo porque no tenían para comer.

Esta es la realidad, uno no puede vivir negado a esa realidad. De hecho, el otro día hablaba con un periodista de Bruselas (porque la obra de teatro que hicimos después con las mismas protagonistas estaba ahora en Bruselas), me decía que había un montón de proyectos artísticos con personas detenidas, como si hubiera realmente una especie de sensación de que hay que entender que no podemos simplemente depositar a todas las personas que han sido marginalizadas y que están afuera de la sociedad, y meterlas en la cárcel y esperar que eso sirva para algo ¿no? Porque no sirve para nada.

  • Claro, es un ejercicio de invisibilidad total ¿cómo podemos desde fuera acercarnos a no desatender tanto esta realidad? Hacer un acercamiento a relacionarnos con lo que es lo carcelario. Porque también, supongo, que tienes una intención de que la espectadora reciba la película de alguna forma, ¿o no?, ¿Qué esperas?

Bueno,  yo no puedo determinar cómo cada persona recibe la película, solo puedo decir lo que yo intento admitir con la película. Obviamente es una película completamente abolicionista, que no cree en la cárcel como lugar, ni de rehabilitación ni que luego de eso hay una reinserción social.

La cárcel es un depósito de personas que han sido marginalizadas, abusadas, violentadas, y que han cometido delitos por esa situación,

y no sirve para nada. Lo mejor que te puede pasar en la cárcel es que puedas tener acceso a la educación, que eso es en algunos casos, algunas personas logran entrar en un programa de educación, eso es lo mejor que te puede pasar, pero si no, el resto no sirve para nada… Lo único que genera es más violencia, y un círculo vicioso que, como dice Estefi, una de las protagonistas de la película; una vez que entras en ese sistema es muy difícil salir, porque ya no sabes cómo vivir la vida afuera, porque ya no tienes más herramientas, porque ya has vivido tanta violencia y tanta marginación que no puedes… Además, no dan trabajo a alguien con antecedentes penales, o sea, es como un círculo vicioso del cual nunca puedes salir.

  • ¿Cómo podemos acercarnos al tema del castigo moral? Es decir, todo el punitivismo, ¿cómo podríamos transformar nuestra visión hacia este castigo moral, sobre lo que está bien o lo que está mal?

Bueno, hay muchos intentos históricos de transformar la idea de que la justicia es solamente punitivista, digamos, en el sentido de que tiene que tener castigo, se repiensa la forma de ejercer justicia, y se piensa otros modelos de justicia más restaurativa, que se acercan a conectarse con realmente qué es lo que necesita alguien, qué necesita la víctima de una situación, de un crimen o de un delito, si lo que necesita es que esa otra persona vaya 20 años a la cárcel, o si hay otra forma de reconciliar las partes. Eso es lo que piensa la justicia restaurativa, y yo creo mucho en ese tipo de pensamiento;

encontrar otras formas de hacer justicia, que la cárcel no sirve, no sirve ni para las víctimas de los crímenes ni para las personas que los efectuaron para que no lo vuelvan a hacer.

  • Y en todo esto, también en la película hay una gran carga de la práctica artística como motor de resistencia. Como creadora, ¿por qué crees que la práctica artística puede ser un lugar de pertenencia para las comunidades disidentes?

 Sí, para mí, un poco como hablaba antes, lo más interesante de entrar en la cárcel fue darme cuenta de que

la música dentro de la cárcel es un arma de resistencia, porque es lo que une a las personas alrededor de algo artístico.

De hecho, la película es un musical porque Nacho, un chico trans que protagoniza la película; y Estefi, otra de las mujeres que está en la película, tenían una banda juntos que se llamaba Sin Control, y a partir de esa idea de la banda como una especie de espacio de resistencia y de comunidad, surge la idea de armar un musical donde todos bailan, cantan, actúan, etcétera.

Yo creo que eso fue una decisión fundamental,  la de hacer la película como musical, porque se corre de la representación del documental que muestra la cárcel de una manera observacional, como mirando la violencia y observándola, o entrevistando a las personas que padecieron esa situación. Las ponen en una posición diferente, y mucho más activa y creativa; que es: bueno, voy a reconstruir mi vida en la cárcel, pero también voy a cantar, voy a bailar, voy a mostrar mi potencia, mi belleza, lo que tengo para dar.

Y por eso también la presencia del voguing, a través del personaje de Noelia, que es una chica trans, que, a través del voguing y de la práctica de la música y del baile, encuentra una comunidad y una forma de ser y de vivir. Y ella les enseña a todos a bailar voguing, y de repente el pasillo de la cárcel se transforma en un catwalk, y van todos haciendo y bailando. Creo que eso fue lo más lindo, ese trabajo sobre cómo el arte y cómo ciertas prácticas artísticas generan reconocimiento y empoderamiento en personas que han vivido mucha mucha violencia y marginación.

  • También el tema de los cuidados está muy presente. La cárcel, en realidad, lo que hace es quitarte toda la autonomía del cuerpo. Pienso que, precisamente, has abordado el documental a través de buscar esa autonomía en los cuerpos, a través del vogue, a través del reggaetón, a través del musical… del baile en general, y claro, ahí entran los cuidados.

Sí, lo que dices para mí del cuerpo es muy importante. De hecho, yo hice los primeros talleres adentro de la cárcel, los hacía con una coreógrafa porque el cuerpo adentro de la cárcel es un cuerpo que, por ejemplo, tiene muy poco acceso al sol, al afuera. Digamos, están mucho tiempo encerrados, mucho tiempo acostadas, sentadas.

El cuerpo que no se mueve, un cuerpo que está como limitado a hacer las acciones; a levantarse para el recuento, a ir al patio en un horario determinado. O sea, un cuerpo que está cumpliendo una coreografía, pero represiva de movimientos y de acciones que tiene que hacer todo el tiempo, y un cuerpo que está todo el tiempo expuesto a la violencia de la mirada constante del sistema penitenciario, que, de repente, te levanta en el medio de la noche, te dice que te pongas para allá, golpes, violencia física…

Entonces, esos cuerpos tan lastimados… es poder hacer algo que les de goce.

Conectar con el baile es conectarse con el goce, con la potencia del propio cuerpo.

Entonces, para mí el tema del baile era muy importante por eso, porque justamente son cuerpos que han padecido mucho y que están padeciendo esa situación del encierro. Y bueno, obviamente la idea del musical también abre a un espacio de fantasía y de belleza, y de mostrar cómo, entre esas personas, se arma también una familia, que no es una familia de sangre pero es una familia que te ayuda a sobrevivir.

  • ¿Y tú tienes un acercamiento con el baile también, a nivel personal?

También. Bueno, toda mi vida hice formaciones, además de en actuación, en danza y en performance. Tengo una relación con el movimiento y con el cuerpo desde siempre, trabajo con personas con las cuales entrenar a los protagonistas,  porque eso es muy específico, por eso teníamos una coreógrafa también en la película: Andrea Saavedra, que fue increíble, hizo todo un trabajo de entrenamiento físico y mental, de fortalecimiento de esos cuerpos para que pudieran hacer todo lo que tenían que hacer.

  • Me encantó también la escena en la que enseñan los tatuajes de los nombres, pensé mucho  en torno al cuerpo y en torno al nombre; cómo de importante es tener un nombre, dar un nombre, también en lo que implica llevar un nombre en el cuerpo… y justo en la canción que cantan al final la letra dice no, no me digas que no te acuerdas de mi nombre, entonces ¿por qué crees que es importante nombrar?

A mí también me encanta esa escena de los tatuajes porque me parece que el tatuaje está muy muy conectado con la cárcel, de hecho, en la cárcel se hace un tipo de tatuaje muy específico, se llama tatuaje de tumbero, son tatuajes muy precarios pero que tienen como una importancia muy grande porque: ¿qué se tatúa a alguien que está detenido?

De hecho, lo más impresionante de esa escena es que todos se tatúan el nombre de la madre, o es mamá o es María que es el nombre de la madre, o Lorena creo que tiene el nombre de Noelia escrito, que es la madre. Entonces, ese nombre que se tatúan es el nombre de la persona o del afecto que más añoran, o sea eso es lo que se tatúa una persona en una condición como la que es estar en la cárcel, que como bien decías, es una situación donde se pierde toda autonomía y toda posibilidad de control sobre la propia vida ¿no? Pero también me gusta pensar a veces…

 De hecho, en la obra de teatro en un momento se dice, eso lo dice uno de los personajes, que la cárcel también es un tatuaje, en el sentido de que es una marca de la cual es muy difícil deshacerte, y que por eso esas personas sufren después mucho cuando salen en libertad y cómo convivir con ese tatuaje ¿no? Cómo aceptarlo, entenderlo como parte de la experiencia pero que no te determina, que no significa que porque estuviste en la cárcel no podés hacer otra cosa.

  • También la idea del traslado… Está esa canción de irse a Barcelona, tener tatuado París…

Bueno, una cosa que fue muy interesante es la canción principal, una de las canciones más importantes de la película que es París o Nueva York Barcelona o Milán ¿no? Que dice: no sé cómo serán todas esas ciudades. Habla del anhelo de viajar y habla del anhelo de viajar de un personaje como Yoseli, que es una chica muy joven que es detenida en un aeropuerto con dos kilos de cocaína viajando a Europa y nunca llega, o sea, nunca logra ese viaje y yo creo que hay algo que la película narra que es ese deseo de una vida otra, ese personaje que, en realidad, está pasando cocaína por desesperación de un país a otro porque necesita esa plata para sobrevivir, pero también porque tiene una fantasía de escapar de su vida y de ir a ese otro lugar donde todo parece diferente, que, obviamente desde la mirada del sur es Europa. Es el norte global digamos lo que se mira desde el sur, París o Nueva York, Barcelona o Milán, y en realidad,

cuando ella se tatúa la torre Eiffel en la espalda y dice Never Give Up, es never give up el sueño de vivir otra vida, de vivir una vida diferente a la que nunca tuvieron acceso.

Lo loco fue que después de la película hicimos una obra que se llama Los días afuera, que de hecho, se va a mostrar en Madrid en noviembre, en el festival de otoño, con seis de las protagonistas de la película. Ellas viajaron por primera vez a Europa, y ahora estaban en la ciudad número 20 y la función número 70…

  • O sea, que la película en sí es un ejercicio de traslado en realidad, más allá de la pantalla

Sí, lo que hizo fue hacer posible que esas personas salieran de esa situación primero de marginación, de no conseguir trabajo, porque les dio un trabajo la película, y después la obra les dio la posibilidad de viajar. Y cuando estuvimos en París hicimos la obra en un teatro para mil personas en el centro de París, que fue increíble, y en el momento en que Yoseli dice:

               Bueno, yo siempre tuve el tatuaje, y acá dice never give up y acá estoy en París

La gente lloraba, el público lloraba porque no podía creer que, finalmente, ese sueño de esa persona, de vivir esa vida, de conocer la torre Eiffel, se hizo realidad por un proyecto artístico. Eso fue muy conmovedor.

  • Sí… también aplastante pensar en todo el imaginario de Europa desde los sures y cómo es una vida mejor, pero también, a la vez,  Europa encarcela todas estas identidades…

Bueno, Europa se ha convertido en una fortaleza a la que muy pocos tienen acceso y en ese sentido solamente poder pisar el suelo europeo para personas que vienen del sur y que han vivido lo que ellos han vivido es un desafío. Todo el mundo me decía: no vas a lograr entrar en Europa con personas con antecedentes penales. De hecho, tuvimos que hacer un trabajo enorme con abogados y con militantes y con gente haciendo lobby en las embajadas, para que nos dieran visas y pudiéramos entrar en Europa, y aún así, cada vez que cruzamos una frontera con la obra de teatro tenemos miedo de que las detengan.

Ya pisar este espacio del mundo es como un privilegio de pocos, y obviamente después, para las migrantes, es un desafío enorme sobrevivir en Europa, pero eso ya es otra cosa.

Pero sí,  la película yo creo que tiene tiene eso que me parece que está bueno, que hace aparecer no solo lo que vivieron y la experiencia real,  sino también las fantasías, los deseos. De hecho, la película termina con todos los personajes diciendo lo que se imaginan, Yo voy a vivir cerca del mar, yo voy a tener un restaurante, voy a ir de vacaciones, yo voy a heredar una gran herencia.

El final de la película es una proyección de vidas posibles, de futuros posibles para personas que fueron excluidas de la idea de poder imaginar un futuro ¿no?

Reas, tras la pantalla, se convierte en un ejercicio de traslado y de sanación, y le espectadore acude a un universo imaginante, en el que también se le cede lugar a través del goce. La obra de teatro Los días afuera, tendrá lugar en el mes de noviembre, en Madrid, en la que se traen a escena los días tras salir de la cárcel, como segunda parte escénica de la película.

Crédito de la fotografía: Eugenia Kais