El nombre de Jeff Nicchols está ya instalado en el inconsciente colectivo del cine actual, con un corte independiente de alta calidad y cuatro años después de ese absorbente entramado dramático que es Mud, volvía a la carga con una nueva cinta y en que mejor escenario que la Berlinale.

Retomando a Michael Shannon como actor fetiche y junto a Kirsten Dunst, no muchos dirían que el protagonismo lo pudiera acaparar un niño de 12 años, Jaeden Lieberher.

 

Midnight special comienza con una agradecible tenebrosidad, con escenas desde el interior del coche de una magia especial, una esencia de Collateral y Locke mezclada con el oscurantismo de Zodiac. Tanto, que cada vez que el auto toma la carretera, la película gana enteros mientras devora kilómetros.

Se hace notar el toque particular y un tanto indie en el uso de la cámara y el tratamiento de los tempos de Nicchols, donde presenciamos lo que a toda luces diríamos que es un rapto, pero con extraños elementos que nos despistan y nos entrecierran los ojos acaparando máxima atención.

A su vez, un gran rancho tejano americano gobernado por el veterano Sam Shepard aparece como un escenario importante relacionado con ese niño tan especial. Un niño con unas habilidades y poderes fuera de lo común y que explican porque el gobierno despliega tamaña cantidad de medios sin precedentes para encontrarlo.

 

Sin embargo, el film comienza a virar poco a poco hacia una suerte de homenaje a los filmes de ciencia ficción de los 80 con marcada influencia spielbergiana, dejando de lado esa tensión y autenticidad de su primer tercio para retomar la senda tan solo durante momentos puntuales. El propio Nicchols reconoce haber intentando emular y retomar el espíritu de clásicos como E.T y Encuentros en la Tercera Fase, lo cual no deja de ser una lástima pues se le presupone talento suficiente para realizar una cinta sobrenatural o fantástica con personalidad y sello propio, como ya demostró en la fascinante e inquietante Take Shelter (2011).

 

Destacar el papel del pequeño Jaeden Lieberher, tan resuelto dentro de la película como en la alfombra roja el día del estreno del filme. Es sin duda quien parece tener más claro su cometido y el que lo lleva a cabo con mayor determinación y naturalidad (lo que habido el buen reparto no habla muy a favor del resto). Michael Shannon parece despistado con un semblante demasiado impuesto y su personaje no termina de evolucionar; Kirsten Dunst, por su parte, no pasa de tener un rol secundario y ,aunque conocemos de su calidad interpretativa (en la reciente temporada de Fargo esta simplemente espectacular), su personaje no tiene recorrido suficiente como para permitirle brillar.

 

Eso sí, destacar a un David Wingo (hermano cinematográfico inseparable del director) que vuelve a estar magnifico con la banda sonora y demuestra un gran dominio de cada situación, sacándole más jugo a las secuencias de las que visualmente podrían ofrecer por sí mismas.

 

Una de esas historias, en definitiva, que se quedan a medio camino de lograr algo mayor, pero con dosis suficientes de gran cine como para no olvidar que detrás está Nicchols, quien esperemos nos depare mayores alegrías en los años que están por venir.