Durante semanas nos inundan con mensajes e imágenes sobre la Navidad y su significado, en el que cobra una especial relevancia el amor, la fraternidad y los compromisos sociales. También los villancicos navideños de diferentes estilos musicales nos acompañan durante estas señaladas fechas, desde los más tradicionales como Los peces en el río a versiones de lo más dispares. A muchas personas les gusta esta época del año pero a otras muchas no por diversos motivos como pueden ser su cada vez mayor espíritu consumista, la ausencia de personas importantes o simplemente la saturación de los tipos de mensajes mencionados.

Leí recientemente en un artículo de Diario16 que todas las canciones sobre la Navidad «hablaban de magia, ilusión y felicidad». Dejando a un lado que las generalizaciones suelen llevar a terrenos peligrosos, no comparto esa opinión porque hay grupos que aprovechando los tradicionales villancicos crearon otros que siguen una línea muy diferente a través de la cual hacen críticas sociales, como Soziedad Alkoholika que en 1999 hizo un tema muy crítico llamado Feliz Falsedad, Ska-P con su Villancico o K.O. con su Qué asco de Navidad. Algunas de sus características son el sonido más potente, las letras reivindicativas y la mención directa a una época del año donde, según la letra de las canciones, la hipocresía luce con más brillo. Desde luego no son los típicos villancicos aunque estén basados en ellos.

Sin embargo, también hay otro tipo de villancicos que utilizan el humor como base. De hecho, hace unos días apareció una nueva canción navideña: Falaz Navidad, creada por el cantautor Víctor Lemes e interpretada por la actriz Antonia San Juan, quienes utilizando la sátira y el humor también hacen una crítica de la sociedad -como ya hicieron con el tema Hater Hater– y más concretamente de la pequeña/gran sociedad que es una familia. Parece que ha habido un cierto revuelo por el tema que tratan pero permítanme decirles que al lado de las canciones anteriores, el contenido de esta me parece bastante light. ¿O acaso ha sorprendido que hayan hablado sobre un tema en parte tabú como son las relaciones familiares en estas fiestas?


En el vídeo comenzamos viendo una familia idílica como la que nos venden en los anuncios pero en cuanto el personaje de Antonia San Juan aparece vestida de rojo (aparentemente un color muy acorde a las cenas en estas celebraciones), comienza a desarrollarse esa falsedad que da título a la canción y ella se ve en la obligación de saludar cordialmente a gente que no soporta. Se desarrolla una cena como todos los años anteriores, con los mismos invitados, conversaciones y clichés, donde hay que mantenerse cordial aunque se toquen temas que son motivo de discusión como la política o las propias relaciones personales, ya que este tipo de reuniones sirven como base para largas conversaciones a lo largo del año sobre lo que sucedió y lo que no, y las posteriores relaciones (o no) entre los miembros de esa familia.

Lo que sucede es que esta mujer rubia vestida de rojo (símbolo del poder, la pasión, la acción, la sangre,… En definitiva, las pasiones) encarna la tentación y se fija en un joven invitado, aparentemente pareja de una pariente, al que desnuda con la mirada y nos deja claro que le desea. Otro tema poco tratado actualmente y que aquí también se refleja es el de las relaciones de mujeres con hombres más jóvenes. A esto hay que sumarle cuando ella le intenta seducir a su manera delante de todos los presentes mientras se hacen una foto para inmortalizar lo feliz que está siendo esa familia de 13 miembros, cuya díscola componente central no está dispuesta a acatar las aparentes normas preestablecidas e ignora los dedos acusadores y a todos los asistentes que parecen pedirle explicaciones en la foto que hacen que muestra la realidad de esta familia.

He de reconocer que viendo esta parte final sonreí ante la audacia que parece haber pasado desapercibida pero no para alguien que haya contemplado muchas obras de arte. Porque el final de este vídeo representa La última cena de Leonardo da Vinci, una obra maestra no solo del Renacimiento, sino del arte universal. Una manera de meter de nuevo en este vídeo el tema de lo sacro y lo profano en una celebración familiar. Es una alegoría a la última cena de esta familia, tanto la de la canción que nos ocupa como la del cuadro, en la que la figura central se mantiene impasible y en paz vestida de rojo -aunque en la canción sea una mujer quien parece adoptar a su vez la personalidad de Judas pero en esta ocasión traicionando a un familiar-, mientras el resto de parientes adoptan exactamente las mismas posturas que los apóstoles en aquella santa cena que acabó siendo tan dramática por la traición de uno de aquellos miembros a Jesús. Como en el cuadro, aquí los personajes aparecen agrupados en cuatro grupos de tres y poner en la parte central a «la traidora» representa todo un cúmulo de mensajes.

ultima-cena

Todo ello nos muestra que cualquier tipo de canción puede servir para añadirle significados que en un principio no tenían asociados y en estos casos concretos una feliz o falaz Navidad depende del contenido de la letra de dichas canciones.