Y de nuevo estalló la polémica en esta renovada andadura de Operación Triunfo. Esta vez de la mano de María Villar, al querer cantar el tema de Mecano Quédate en Madrid (1988) modificando parte de la letra porque en ella se dice «mariconez» y lo considera ofensivo, así que quería cambiarlo por «gilipollez» para más tarde proponer «estupidez». El debate fue mucho más allá de las paredes de la academia-producto y se ha podido leer de todo. Pero, en este debate, ¿quién tiene razón?

«Siempre los cariñitos me han parecido una mariconez». He ahí la oración de la discordia. A mi parecer la canción es de lo más ñoña y la letra es para analizarla entera, no solo esa parte. Pero vayamos al meollo del asunto.

Por un lado está el tener a Ana Torroja como miembro del jurado de esta edición y seleccionar una de las canciones de Mecano. Por otro, tenemos las diferentes manifestaciones de integrantes de diversos sectores de OT -cuya existencia muchos desconocíamos- que han defendido ese cambio por considerarlo ofensivo y que estos chicos nos están dando lecciones a todos. Tampoco les veo cantando algo de La Polla Records, por ejemplo, y eso sí que sería sorprendente. Bien es cierto que en OT se suelen ceñir a unos géneros musicales determinados muy comerciales y aunque se pretenda ser políticamente correcto tanto a nivel personal como producto comerciable que se es, hay que contextualizar.

Así que vayamos unos años atrás, entre 1981 y 1992, cuando Mecano vivía un auténtico boom y sonaban sin parar en todas partes por aquello de la misma industria musical. En aquel entonces ya tenían un sonido bastante característico y unas letras que en muchos casos no brillaban precisamente por su profundidad. Sin embargo, en estos días en que se les ha tildado de homófobos, hay que recordar que crearon Mujer contra mujer cuando no se luchaba tan abiertamente por los derechos del colectivo de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (LGTB). Por lo que denominarles homófobos resulta bastante paradójico.

No obstante, los tiempos han cambiado y la sociedad está en constante evolución. ¿Que ese término nos choca a bastantes más de dos décadas después? Claro. Como tantas otras cosas a las que antes no se les ponía voz o no se hablaba de ellas, como ya comenté en Alexandre Vidal Porto en Hay Festival: vida, política y cultura. Mecano en su día podría haber utilizado el término «estupidez» pero eligieron ese otro porque en aquel entonces no se le daría la dimensión de hoy en día.

Y aquí entramos de lleno en los derechos de autor, algo que de vez en cuando se olvida (a conveniencia o no). Y fue precisamente Ana Torroja quien lo explicó vía red social con varias declaraciones como la siguiente:

YO NO HE AUTORIZADO a nadie cambiar la letra de una canción que sigo cantando hoy en día. No estoy de acuerdo en cambiarla y no soy quien para hacerlo. El autor de la canción es José María Cano, él la escribió para Mecano y NADIE puede modificar una letra sin el permiso del autor

Efectivamente, no lo pudo autorizar puesto que, como ella misma dice, no es la autora, sino José María Cano, que es quien decide si autoriza cualquier cambio en la letra o no. No una intérprete, sea Ana Torroja, María Villar o cualquier otra persona. Es decir, que como autores nos podemos amparar en la libertad de expresión (o no, según el caso) y utilizar diferentes términos (tampoco veo a los de OT cantando Puto de Molotov) pero se debe contextualizar todo. ¿Que la cantante no quiere utilizar ese término? Que no lo haga. Puede hasta poner el micro como hacen tantos cantantes en sus conciertos para que coree el público. Hasta puede negarse a cantar esa canción. ¿Que el término es ofensivo? Desde mi punto de vista sí pero cogiendo toda la letra y añadiéndole la música, es evidente que es una canción más bien ñoña y hace varias décadas ese término no se veía tan denigrante como ahora.

Y ahora les planteo lo siguiente: si tanto apoyan el no utilizar ese término en la academia, ¿por qué no escogieron otra canción, de ese grupo o de cualquier otro, que no contuviera términos que se puedan interpretar como ofensivos? Tal vez ahí esté el quid de la cuestión.

Entonces, al autor se le ha pedido mediante presión mediática que acepte el cambio propuesto para esa palabra. Escribí sobre grandísimos artistas que hablaron de sexo, drogas, guerras y matanzas. Ninguno se autocensuró. Lo que sucede con la telerrealidad es que se puede caer en la trampa de creer todo lo que se está viendo cuando te están poniendo una realidad artificial diseccionada para venderla como un producto y que el espectador se sienta identificado con esos chicos. Sumémosle la publicidad y las redes sociales y el cocktail comercial está servido, sean cuales fueren las manifestaciones que hagan. Show business lo llaman. Será por algo.

(Foto: ABC)