Robert Gauthier, fotógrafo de Los Angeles Times, inmortalizó el momento en el que Lady Gaga besó como se hace con la realeza la mano de Olivia Colman, quien interpreta a una reina inglesa en La Favorita. Un papel de Oscar a mejor actriz principal en el premio más unánime de la noche, una actuación portentosa donde Colman otorga a su personaje más matices que colores tiene un arcoíris. Fue el único Oscar de los diez a los que optaba la película del griego Yorgos Lanthimos, una auténtica lástima.

Roma partía también con diez nominaciones y en tres veces su director Alfonso Cuarón subió al escenario: Oscars a mejor película de habla no inglesa, mejor director y mejor fotografía (incontestables esas apabullantes imágenes en blanco y negro de Roma). Y no consiguió el Oscar a mejor película, era la gran expectación de la gala, que fue a parar a Green Book, una película para mí convencional y condescendiente con el tema racial, algo que gusta a mucho público pero no a la crítica, ávida de historias duras y dramáticas que reflejen mejor la realidad. Ahí andamos.

Casos como el de la mexicana Roma ya los hubo antes. En 2012 la francesa Amour también estuvo nominada a mejor película, en 2001 la taiwanesa Tigre y Dragón o la sueca Gritos y Susurros en 1974. El caso más llamativo es la italiana La Vida es Bella, que hizo historia en Los Oscars de 1999 al permanecer en el recuerdo de todos por su Oscar a mejor película. Pero no fue así. Sí estuvo nominada pero ganó el de habla no inglesa. La ganadora a mejor película en esa edición fue Shakespeare in Love. Deseo y realidad se confunden en lo que Iker Jiménez llama el inconsciente colectivo.

A medida que pasan los años, Los Oscars se vuelven más sociales y políticos por lo que se dice en la gala. Se habló más en español que nunca: Javier Bardem en un alegato contra los muros y fronteras (en obvia referencia a Trump), un Diego Luna sonriente con ya se puede hablar español en Los Oscars, nos abrieron la puerta y ya no nos sacan de aquí o el propio Cuarón agradeciendo el apoyo a su familia y a México. Fundamental fue el discurso de Michael Keaton poniendo el valor el montaje en las películas, que define el ritmo de la historia y hace mejores a las actuaciones. Y hablando de montaje, la estatuilla fue para Bohemian Rhapsody, un premio absolutamente inexplicable frente a La Favorita, que construye su historia como ninguna otra película este año. En fin. Repitió Oscar Bohemian Rhapsody a mejor actor principal con Rami Malek, que dio vida a Freddy Mercury. Y antes Mahershala Ali recogió el Oscar a mejor actor de reparto en Green Book recordando a su abuela, que lo presionaba siempre en pensar de manera positiva, que es precisamente lo que hace esta película.

Social y político es el “Oscars so White”. Los afroamericanos aumentan su visibilidad gracias a las tres estatuillas de Black Panther, la primera película de superhéroes negros de la historia, junto a el propio Mahershala Ali que es de raza negra está Regina King, mejor actriz de reparto por If Beale Streets Could Talk y, por encima de todos me tomo la libertad, el Oscar al gran Spike Lee por su guion adaptado de Infiltrado en el KKKlan, que lleva cuarenta años dejándose la piel en el cine luchando contra el racismo.

Los ojos siempre están puestos en ellos. La polaca Cold War, la mejicana Roma y la japonesa Shoplifters, que competían a mejor película extranjera, han sido lo mejor de 2018 a nivel mundial junto a otras que quedaron fuera. Pero los ojos siempre puestos en Estados Unidos, que actúa como la primera potencia independientemente de si lo es o no. Pese a un cine venido a menos y por abajo de lo que se hace en muchos otros países, su despliegue mediático y el de todo el planeta hacen creer que allí se premia a lo mejor de la Tierra. Pero no. Igual que en España tenemos los Goya o en Alemania la Berlinale, cada país tiene sus certámenes y eventos. Pero a esos que llamamos yanquis, el marketing se les da tan bien hasta para hacer creer al resto que Green Book es la mejor película del año. Los Oscars son los premios de la Academia del Cine de Estados Unidos para el cine de Estados Unidos, que se estrena en Los Ángeles, sí, hay que estrenarlo en Los Ángeles. Y los Oscars – igual que otros festivales del país- tienen una sección en la que premian a películas en otros idiomas con “mejor película de habla extranjera” Obviamente, para ellos todo lo que no sea la lengua de Shakespeare es algo extranjero.

En 2012, el francés Leos Carax recibió por Holy Motors ese premio, a mejor película de habla extranjera. Su agradecimiento fue:

«Hola, soy Leos Carax, director de películas en idiomas extranjeros. He hecho películas en idiomas extranjeros toda mi vida. Las películas en idiomas extranjeros se hacen en todo el mundo, por supuesto, excepto en Estados Unidos. En Estados Unidos, solo hacen películas en idiomas no extranjeros. Obviamente, las películas en idiomas extranjeros son muy difíciles de hacer, porque tienes que inventar un idioma extranjero en lugar de usar el idioma habitual. Pero la verdad es que el cine es un idioma extranjero creado para aquellos que necesitan viajar al otro lado de la vida. Buenas noches «.