Kumiko, de los hermanos Zellner, y la autonomía de la ficción

Kumiko, de los hermanos Zellner, y la autonomía de la ficción

Estrenada en febrero de 2015 en EEUU y aún por salir en España (aunque ya con un largo recorrido por distintos festivales) Kumiko: The Treasure Hunter (David Zellner, 2014) ha gozado de una recepción más bien templada respecto a las expectativas que en un principio levantó. Se trata de la obra de una década, que los hermanos Zellner han tenido gestando en una preproducción que se remonta al 2001. La película es un estudio sobre el personaje de Kumiko (Rinko Kikuchi), que encarna esa poderosa combinación entre introversión y determinación, que hemos visto en otras protagonistas femeninas como la ya épica Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001) o la adorable Faye de Chungking Express (Wong Kar-Wai, 1994). (más…)

Knight of Cups: entre la plétora y el vacío

Knight of Cups: entre la plétora y el vacío

Terrence Malick se embarcó hace ya casi cinco años en una aventura cuyos resultados aún son difíciles de valorar. Su primera obra de esta nueva etapa, la aclamadísima The Tree of Life (2011) consiguió un aplauso unánime de la crítica, la Palma de Oro en Cannes y hasta una nominación a Mejor Película en los Oscar (y todo el mundo sabe que la academia norteamericana solo nomina películas de tal calibre cuando no les queda más remedio). No obstante, Malick puso a prueba la consistencia del criterio de quienes alabaron su The Tree of Life al dirigir To the Wonder (2012) y, la película que ahora nos ocupa, Knight of Cups (2015). Estas dos películas son herederas de aquella en estilo visual, estructura narrativa y proyección estética, pero no en temática. Lo que está en juego en la crítica de estas dos películas es precisamente hasta qué punto se encuentra en ellas una novedad que justifique hablar de evolución, madurez o perfeccionamiento. Las respuestas han estado muy polarizadas y en el caso de Knight of Cups, donde el autor repite su nuevo planteamiento cinematográfico por segunda vez, muchos críticos parecen haber llegado al límite de sus capacidades al emitir su valoración. (más…)

¿Por qué nos gusta House of Cards?

¿Por qué nos gusta House of Cards?

Decir que las series de televisión son hoy en día el formato artístico en el que se expresa la esencia del clima intelectual de nuestra época (ese formato privilegiado que hasta ahora era el cine) no debería sorprender a nadie a estas alturas. Podría decirse que las razones para ello son meramente formales: episodios cortos, adaptables a un ritmo de vida menos estático; longitud a priori indefinida, que permite una mayor explotación de personajes y tramas determinados; accesibilidad a través de internet, etc. Pero en cualquier caso, la existencia de productos de calidad en dicho formato sigue siendo condición. El número se ha multiplicado en los últimos años hasta alcanzar límites insospechados (me cuento entre los que considera que el parteaguas fue la explosión del fenómeno Lost, que proporcionó sobre todo el contexto, y en muchos sentidos también el lenguaje, en que se moverían la mayoría de series posteriores). Un ejemplo paradigmático de esta idea es House of Cards (2013-, Beau Willimon, Netflix). Introducirla apelando al hecho de que es un remake de una serie británica homónonima de los noventa es tan adecuado como innecesario, pues la superproducción de Netflix no solo supera en prácticamente cualquier aspecto técnico a aquella, sino que la nueva serie se juega en una atmósfera tan diferente y propia que hace que las asociaciones caigan por su propio peso. La razón por la que esto es así tiene mucho que ver con el lugar social que el formato «serie de TV» ocupa hoy, totalmente distinto del de la original en su época. (más…)