por Noè Pasies Baca | Ago 12, 2016 | Música, Recomendaciones |
Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.
SEXTA SEMANA:
ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
Pixies en 1989
Herederos del punk y antecesores del grunge, los Pixies fueron uno de los grupos más influyentes del panorama alternativo de finales de los ochenta. En 1989 sacaban Doolittle, su universalmente aclamado segundo LP (el tercero si contamos las ocho pistas de Come On Pilgrim) y alcanzaban la fama mundial. Los Pixies pasarán a la historia como un grupo visceral y directo, capaz de convertir los gritos y los guitarreos desafinados en un complejo arte que pocos han sabido imitar con éxito desde entonces, ni tan sólo ellos mismos tras su descafeinado retorno a los escenarios. A destacar las letras y las voces de Black Francis y Kim Deal, puras alucinaciones regadas en drogas y alcohol que harán vibrar el Escenario Anís del Tigre.
ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Metronomy en 2011
La voz de Joseph Mount, vocalista y cerebro intelectual de Metronomy, tiene un registro y unos matices casi idénticos a la de Black Francis, si bien el estilo musical de este grupo de Devon se encuentra mucho más cerca del electro que del postpunk con matices surferos de los Pixies. Poco conocidos por estos lares, Metronomy se forjaron un nombre en los festivales de verano europeos a principios de esta década, con tres grandes discos repletos de melodías difíciles pero muy interesantes. Por desgracia, el grupo (es decir, Mount) ha bajado bastante el listón en sus dos últimos álbumes y ni siquiera ha salido de gira para publicitar el más reciente. Esto no debería preocupar a nuestros asistentes, ya que la banda llegaría procedente de 2011, con una set list compuesta en exclusiva por muchos de sus mejores temas.
por Noè Pasies Baca | Ago 6, 2016 | Música, Recomendaciones |
Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.
QUINTA SEMANA:
ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
Jefferson Airplane en 1969
Jefferson Airplane es uno de los grupos más representativos del rock psicodélico de finales de los años sesenta y sus canciones aparecen en la banda sonora de infinidad de películas de Hollywood ambientadas en esa época de viajes lisérgicos y melenas. La organización del Festival Imposible tendría el cuidado de irlos a buscar recién saliditos de Woodstock, con la imponente voz de contralto de Grace Slick (que se unió al grupo a partir del segundo disco) y antes de un cambio de nombre y componentes que llevaría a la banda a las catacumbas de la música ligera y al lamentable especial de navidad de Star Wars. De su setlist destacarían las dos canciones más conocidas de Jefferson Airplane: White Rabbit y Somebody to Love (dos temas que Slick en realidad había compuesto para su grupo anterior, del que nadie se acuerda).
ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Timber Timbre en 2016
Precisamente si el mal viaje que transmite White Rabbit se convirtiera en el punto de referencia para toda una forma de hacer música, el resultado sería algo muy parecido a Timber Timbre. Tildar de ‘oscuro’ o ‘atmosférico’ a este grupo canadiense es quedarse corto: su música es un inquietante recorrido por paisajes crepusculares, con acordes de piano tocados de puntillas y duras resacas de guitarra. Preside las melodías la voz del cantante y líder de la banda, Taylor Kirk, cuya textura a ratos recuerda a Nick Cave de bajona (que ya es decir) y a otros al Jarvis Cocker de los mejores discos de Pulp. Es cierto que Kirk llega a sonar con demasiada reverberación y que el grupo no ha inventado la sopa de ajo con su rock oscuro, pero eso no impide que Timber Timbre sea una banda muy reivindicable y un gran complemento a la psicodelia de Jefferson Airplane.
por Noè Pasies Baca | Jul 30, 2016 | Música, Recomendaciones |
Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.
CUARTA SEMANA:
ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
Pink Floyd en 1979
Pink Floyd ocupa un puesto privilegiado en la historia del rock y fue una de las primeras bandas en llevar la espectacularidad a los conciertos de estadio. Sus kilométricas piezas, con una sabia mezcla de riffs de guitarra y melodías sintéticas, eran ejecutadas de forma impecable ante miles de personas en un festival de luces, fuegos artificiales y cerdos hinchables. En 1979, tras una década sin el genio inestable de Syd Barrett, la banda de Londres era una máquina mal avenida (debido a los polos opuestos de Roger Waters y David Gilmour) pero bien engrasada. En verano de ese año, Pink Floyd acababa de terminar su último gran disco, The Wall, pero todavía no habían iniciado la ambiciosa y fallida gira que lo acompañaría. Así pues, el escenario Anís del Tigre estallaría libre de muros de porexpán y dejaría espacio para los grandes temas de discos anteriores.
ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Grizzly Bear en 2016
Tanta espectacularidad pirotécnica contrasta con la intimidad, casi de bajona, de esta rareza acústica llamada Grizzly Bear. El grupo de Brooklyn sólo es conocido por estos lares por uno de sus temas, Two Weeks, que acompañaba al anuncio de una marca de automóviles hace algunos años. Una lástima, porque, si bien se trata de su canción más accesible, es muy poco representativa del estilo de la banda en general y de Daniel Rossen en particular (mención aparte merecen su disco en solitario y los que ha sacado con su otro proyecto, Department of Eagles). La música de Grizzly Bear emana una fragilidad muy adecuada para la madrugada y para un escenario pequeño como el nuestro, aunque no le teme a la experimentación ni a las melodías difíciles. Avisados estáis.
por Antonio H. Muñoz | Jul 25, 2016 | Recomendaciones |
Finalmente va llegando el veranito y toca hacer realidad todo lo que os hemos ido contando en los distintos post con refrescos. Aquí os dejamos el últimos de nuestros refresquitos de los que seguro podréis aprovechar alguno. ¿Y tu que vas a hacer este verano?
Hay cantidad de actividades típicamente asociadas al verano. Una de mis favoritas es también una de las más sencillas: salir a tomar un buen helado en buena compañía. Encima de un gofre, dentro de una crepe, en cucurucho o en tarrina…si no os decidís ¡podéis probar una opción diferente cada día! Mi combinación para éste verano: tarrina de helado de galleta Maria y cheesecake. Así que ya sabéis, aunque no podáis ir a la playa, de viaje o asistir a festivales, siempre os quedará el placer de un helado.
Aquí cabe un poco de todo. Este comentario pretende convenceros de que en verano se puede hacer casi cualquier cosa en cualquier parte. Por ejemplo, y esta es mi habitual confesión, descubrir el Madrid desértico de agosto, bajo un sol apabullante que no tiene por qué impedir un paseo extenso por la ciudad. Al mediodía, contemplar durante horas la exposición del V Centenario de El Bosco en el Museo del Prado. Luego un helado al atardecer, o una cerveza, o cualquier otra cosa, ya saben: la elección es vuestra. Añadid un concierto nocturno en les Festes Majors de Barcelona, una película en el cine de verano del pueblo, la piscina abarrotada de niños chapoteando y madres deseosas de que llegue septiembre. Todo esto cabe aquí. Y también la lectura de los artículos de Cultural Resuena, con el regusto del café mañanero.
Aprovechando el tiempo libre y que ahora han puesto el primer capítulo gratis en Steam, voy a darle la oportunidad a Life is Strange. Una obra alabada por la crítica y el público desarrollada por Dontnod Entertainment, cuyo anterior título Remember Me ya nos dejó un gran sabor de boca a los que supimos apreciarlo pese a sus fallos. No soy un gran amante de las aventuras gráficas y por eso lo he ido retrasando pero creo que este es el momento de sumergirme en esta nueva «Vida extraña» que, de seguro, tendrá una historia de las que dejan poso.
Llegan las sugerencias más difíciles. Después de hablar de música, cine y literatura, todavía debemos tener tiempo para otras actividades. ¡Luchemos contra el trabajo de temporada! ¡Deberíamos poder hacerlo todo el año!
En verdad es un quejarse por vicio. Mis (escasos) artículos en esta revista són sobre videojuegos, y son idóneos para esta sección. Tengo varios para verano. Para empezar, The Banner Saga 2. Salió el 16 de abril, tras varios retrasos. Es un videojuego especial para mí, ya que disfruté muchísimo con su primera parte y fue mi primera crítica de videojuego en Cultural Resuena. Así pues, a pesar de habérmelo pasado ya, espero jugarlo un par de veces más para explorar sus múltiples historias y poder escribir una crítica (tardía pero no valdía).
El resto del verano lo dedicaré a invertir el tiempo libre en cosas mediocres de gente mediocre. Combinar escapadas de montaña con visitas a
pelotazos ferroviarios previos a la existencia del AVE y a asisitir a las distintas fiestas mayores que amenizan el verano. ¡Ah! Y a desearles un buen verano.
Como no siempre resulta fácil elegir y porque no siempre es necesario hacerlo, aquí van unas recomendaciones eclécticas. No son, en rigor, recomendaciones, ya que yo misma las tengo pendientes. Tómese, pues, como declaración de intenciones. Así que, me veo leyendo «El ruido del tiempo, última novela de Julian Barnes (sobre Shostakóvich, por cierto), mientras escucho el disco «Caro Amor» de Aarón Zapico (cantado por Carlos Mena y Eugenia Boix, junto a Forma Antiqua) y alterno copas de vino y botellines de cerveza con mucha moderación. ¡Viva el multitasking!a.
por Javier Santana | Jul 25, 2016 | Artes plásticas, Artículos, Libros, Recomendaciones, RESONANDO |
Imagen: DreamHack LAN Party, Tofelginkgo, 2004 (CC-BY-SA 1.0)
Debemos el actual orden de poder mundial a una determinada conjunción entre cultura y espacio. La atribución de un determinado contenido cultural (tradiciones, producciones artísticas, figuras históricas, costumbres, sabiduría, idiomas, valores, etc.) a un lugar claramente delimitado (país, ciudad, región, continente, norte/sur, oriente/occidente, centro/periferia, etc.) es un gesto que se quiere inocente, pero que esconde la inauguración de una metafísica de lo local, de lo propio y lo extraño, de lo culto y de lo vulgar, de lo normal y lo exótico. Es a través de esta atribución geoespacial, de esta territorialización de la cultura, como se fundamenta la autoridad política. Durante el siglo XIX, este gesto que coloca la cultura de aquí, la cultura ubicada, como referencia política paradigmática, tuvo su más exitosa versión en el proceso histórico conocido como nacionalismo. Las consecuencias del enorme éxito que tuvo dicho proceso aún son patentes hoy, en un sistema político internacional en el que el principio de soberanía nacional sigue sin ser cuestionado (como demuestran los recientes acontecimientos de la crisis europea). No obstante, la atribución geoespacial de la cultura no empezó con el nacionalismo, pues ya desde hace siglos hablamos de la Antigüedad clásica como algo específicamente mediterráneo (Grecia, Roma, Jerusalén) de la cual el Renacimiento debía reapropiarse, o del budismo como una religión que, si bien se originó en la India, es la que conforma la tradición de China y de sus esferas de influencia geográfica, etc. (más…)
por Noè Pasies Baca | Jul 22, 2016 | Música, Recomendaciones |
Este verano en Cultural Resuena os invitamos a la primera edición de un evento imaginario que tendrá lugar en ninguna parte: un festival que no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio y que reunirá a grandes glorias y a injustos olvidados del pop y el rock en sendos escenarios (el mastodóntico Escenario Anís del Tigre y el más modesto Escenario Aceitunas Liaño). Cada semana desvelamos dos grupos de este cartel imposible y os invitamos a escuchar la lista con las canciones de su improbable concierto.
TERCERA SEMANA:
ESCENARIO ANÍS DEL TIGRE
The Cure en 1989
Para muchos, los años ochenta fueron un agujero negro a nivel musical y capilar, mientras que otros veneran la década con una devoción exagerada. A pesar de esto, The Cure siempre ha encontrado cierto consenso entre partidarios y detractores de aquellos años de hombreras. En 1989, la banda del chanante Robert Smith publicaba su octavo álbum, Disintegration, y alcanzaba el zénit de su fama con una imposible mezcla de punk, pop meloso y rock gótico. Su concierto, lógicamente, incluiría las pistas más famosas de ese disco, pero también sus otros éxitos anteriores, como la canción que les lanzó a la fama, Boys Don’t Cry, la romanticona Just Like Heaven o la extrañamente caribeña Close to Me.
ESCENARIO ACEITUNAS LIAÑO
Little Joy en 2008
El brasileño Rodrigo Amarante es un nombre inexplicablemente desconocido en el panorama musical internacional. Algunos lo conocerán por ser el autor de la canción que abre cada capítulo de la serie Narcos; otros por ser colaborador habitual de Devendra Banhart y miembro de la oscura banda Los Hermanos. En 2008, Amarante se unió al batería de los Strokes, Fabrizio Moretti, y a la cantante Binki Shapiro para embarcarse en una breve aventura musical. Ese año, Little Joy sacaron su único álbum, veraniego, acústico y orgullosamente retro. El tándem de voces de Amarante y Shapiro llenaría el pequeño escenario Aceitunas Liaño envuelto en esponjosas melodías de guitarra y el buen hacer de Moretti a la batería.